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lunes, 10 de diciembre de 2012

Dignidad


El documental “La última cima” es una semblanza de la vida de Pablo Domínguez Prieto, un joven sacerdote diocesano fallecido en un accidente el alpinismo. En la cinta, varios amigos recuerdan al sacerdote, mas, existen dos frases que me gustaron muchísimo, haciendo una paráfrasis, la frase dicha por un joven cuando le preguntaron; “¿Qué piensas tu de los hombres que no tienen esposa?”, “bueno, la vida no consiste solo en tener…”, y la otra; “Pablo miraba con dignidad a cualquier persona sin importar su condición moral, a muchos pordioseros les hizo recobrar su dignidad con el trato…”. Domínguez murió a la edad de 43 años. 

La dignidad humana es uno de los valores cristianos más importantes, esta persigue los derechos fundamentales y la igualdad de todos los individuos. El ser humano solo por el hecho de existir debe ser respetado.

Si analizamos a Jesucristo, puedo decir que Cristo se despoja de su dignidad para otorgarla a todos los pueblos. En la antigua creencia judía el fruto de una vida justa era morir en la vejez rodeado de descendientes, esto era como una “recompensa” de Dios, sin embargo, Jesús muere de una forma totalmente contradictoria a esta creencia. Bajo la óptica del judaísmo de la época, Jesús fue visto como blasfemo y condenado entre los delincuentes. El muere joven, sin descendencia, en un castigo a vergonzante. Tenemos que considerar que el Verbo de Dios se despojo de su gloria al encarnarse y hacerse semejante a nosotros y siendo como nosotros, se despojo de aquello que los hombres tomaban como digno: vivir, que en el caso judío fue alcanzar la vejez y fallecer rodeado de descendientes.

Tras su pasión, muerte y resurrección, el Señor abre las puertas de la evangelización a todas las naciones, decía San Pablo; “no hay acepción de personas para Dios…” ó como paráfrasis “de todos los pueblos, Dios ha derribado las barreras deseando hacer uno solo, la Iglesia…”. El apóstol lo dice porque en las antiguas creencias había diferencias dogmáticas sobre la condición humana, los reyes y emperadores eran seres divinos, entre los pueblos antiguos había distinciones atribuidas a la superioridad de una raza sobre la otra. Fue el cristianismo por medio de los sacramentos quien introduce la idea “hermandad” entre los hombres; “todos somos hermanos por el Espíritu que habita entre nosotros…”. La evangelización se expande por toda la tierra sin excluir a ningún pueblo, aunque, los apóstoles, los discípulos y muchos hermanos en algunos pueblos si han sido rechazados, torturados ó asesinados, perdiendo su dignidad con tal de llevar el anuncio a otros, asemejándose en ello a  Jesús.   
   
Despojémonos de nosotros mismos, de nuestro renombre ó nuestro ego, el trato digno es una caridad suprema porque me recuerda que soy igual que tú. “Pablo miraba con dignidad a cualquier persona…”. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

La sucesión y el sacerdocio


Estas últimas semanas he estado escribiendo sobre la exposición que di en la clase de apologética católica “defensa de la fe” que imparte Lourdes Reynoso en la casa diocesana. En dicha ocasión colabore para definir la relación que existe entre el antiguo testamento y el nuevo, afirmando que; el antiguo testamento es la sobra de la nueva alianza traída por Jesucristo tras su resurrección. Esta es la tercera parte de una serie de artículos.
En el primer artículo mencione dos versículos del antiguo testamento relacionados con la confesión de pecados y el sacerdocio Judío. Los versículos fueron; Levítico 16:21 para la confesión comunitaria donde se imponía las manos sobre la victima para que en esta recayeran los pecados del pueblo, y la confesión del pecado individual al sacerdote en Levítico 5:5,6. Tras la resurrección de Jesús, los apóstoles enseñaron que todas estas celebraciones del antiguo testamento son prefigura de aquello que estaba por venir con Cristo.
La segunda parte escribí sobre el significado del “memorial”. Para nosotros puede resultar fácil interpretar la palabra “memorial” porque la definimos bajo nuestro contexto: “algo que se hace en memoria de una persona”, pero, en el tiempo de los apóstoles, los discípulos entendieron otra cosa, pues, el “memorial” estaba relacionado con las victimas y las ofrendas presentadas por el sacerdocio judío en su templo para tributar a Dios. Levítico 5,12:“La llevará al sacerdote judío, el cual tomará un puñado como memorial, y lo hará arder sobre el altar junto con las ofrendas que se queman para el Señor: es un sacrificio por el pecado”.
Hoy escribiré sobre la sucesión, esto significa la persona que ocupa el puesto de alguien ó sucede a otra. Como bien sabemos, la Iglesia Católica tiene una lista de sucesores del apóstol San Pedro, pero, la sucesión es algo que desde antes del cristianismo ya se practicaba, se respetaba y se creía. Dentro del sacerdocio Judío la sucesión sacerdotal era importante, a diferencia de los profetas que en algunos casos tuvieron discípulos que los sucedieron y en otros casos no. El sacerdocio Judío de la antigua alianza le fue entregado a Israel para ser ejercido solo bajo una tribu hebrea: Levi. Como ejemplos de sucesión sacerdotal tenemos el caso de Eleazar, sucesor de Aarón. De esto cito: “Allí le quitarás a Aarón sus vestiduras y se las pondrás a su hijo Eleazar, puesto que Aarón irá a reunirse con sus padres, allí morirá”, “Moisés le quitó sus vestiduras a Aarón y se las puso a Eleazar. Luego murió Aarón en la cumbre del monte y Moisés bajó del monte con Eleazar”. (Números 20, 26,28), “Moisés y el sacerdote Eleazar les hablaron en las estepas de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó…” (Núm. 26,3). Dentro de la nueva alianza encontramos el antecedente de sucesión apostólica en el caso de Judas Iscariote, en el libro de los Hechos los apóstoles reunidos solicitan al Espíritu un sucesor de Judas, siendo Matías el escogido para ser contado dentro del grupo de los doce apóstoles (Hechos 1,26).
Teniendo el antecedente hebreo, la Iglesia unida a la promesa de San Pedro respeta la sucesión porque otorga el beneficio de perpetuar la interpretación desde Cristo a los apóstoles y de ellos a nosotros. Recordemos que desde la antigüedad saber leer y escribir era un privilegio para pocos. La sucesión conlleva la responsabilidad de educar. Meditar las Sagradas Escrituras en lo individual es importante y confirmar lo que entendimos de ello con los sacerdotes es también motivo de alegría.