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domingo, 18 de diciembre de 2016

El apologista

Un apologista es aquel que se encarga y esmera en defender la fe, en los primeros siglos la Iglesia tuvo defensores de la fe. San Pablo plasma en la biblia su labor apologética en sus retoricas hacia los judaizantes, cuando estos deseaban imponer las leyes de Moisés a los cristianos, ó también, cuando los griegos abrazaron la fe e introdujeron rumores sobre la naturaleza de Jesús al referirse a él como “hijo de los dioses” haciendo alusión a la mitología, por esto, expone en la carta a los Colosenses “él existe antes de todas las cosas y todo subsiste en él” (cap. 1 v. 17). En el naciente cristianismo de San Pablo, el Verbo es junto al Padre autor de todas las cosas.
El apologista es un educador que ofrece una retorica para derribar los argumentos que se oponen al legado de fe apostólico, pero, ¿esto sirve de algo actualmente?, si, y lo explicare con una anécdota. Viví como ateo por muchísimos años, cuando desperté a la fe no sabía a qué Iglesia debía acudir – quizá para ustedes es fácil definirlo porque son católicos – yo investigue, trate de conocer, pues un ateo venido a la fe no tiene porque dar preferencia a la Iglesia Católica sobre cualquier otro credo y menos si se estima analítico. En este camino conocí personas de distintos credos, algunos de buena intención, otros fanáticos. En ese tiempo me gustaba escuchar las predicaciones del Padre Jorge Loring por EWTN pero lo consideraba algo fanático y fariseo por su postura católica definida y pesada como un plomo. En ese entonces era creyente sin Iglesia – como tantos – creo que pase cuatro años de mi vida enviando preguntas al apologista Frank Morera, el siempre respondió aunque su postura me parecía muy cerrada y acotada.
El modo y la forma usada por Loring y Morera resulto arcaica y cerrada en su momento, pero de no exponer la fe con tal claridad y sustento, seguiría sin conocer la Iglesia; “la columna y fundamento de la Verdad” (1era de Timoteo 3:15). La Iglesia Católica es una bendición por su estructura y orden doctrinal, su jerarquía pastoral y sobre todo su secuencia histórica. ¿Usted cree que todas las religiones son iguales?, yo que viví la fe sin Iglesia sostengo que no todo es igual.   
Por esta experiencia de vida afirmo que es decepcionante escuchar a católicos que homologan la Iglesia con cualquier otro credo sin dar importancia a la promesa que tiene San Pedro. Ustedes, los que piensan así, viven en la ignorancia, con su indiferencia propician que otros no tengan acceso a la eucaristía, ni tengan contacto con la enseñanza que prevalece en la sucesión apostólica., su actitud es el tropiezo de los alejados, aquellos que desean encontrarse con Jesús de un modo más pleno y en una obediencia mas grande., su diplomacia no libra a nadie del error, al contrario, hace que los hombres permanezcan y crezcan en el. Consideremos que la eucaristía fue establecida por el amor de Jesús, y esta expresión no puede ser hallada fuera de la sucesión apostólica. No todas las religiones son iguales. ¿Cuál es el pago que Dios les dará a ustedes?, al menos guarden el talento en un banco para que genere intereses.
Deseo terminar haciendo un paralelo entre el pueblo de Israel y la Iglesia. Debemos reconocer que el papel de Israel fue guardar la revelación hasta la llegada del mesías, básicamente, ese es el papel de la Iglesia de Pedro hoy en día; hacer discípulos, guardar la enseñanza de Jesús y la revelación hasta su segunda venida. En el antiguo testamento los judíos se equivocaron en muchas ocasiones pero la voz de los profetas y la promesa sobre la tribu de Juda provoco que Israel permaneciera. Hoy en día, las voces de muchos católicos exigen que la Iglesia se modernice y se ajuste a la moral de hoy en temas como el aborto, el matrimonio homosexual y los matrimonios múltiples, también el sectarismo es una plaga., hoy, es fundamental dar una correcta apología de la santidad y compartir el papel que la Iglesia juega en el proyecto de la salvación, la unidad es fundamental. Unámonos a San Pedro así como Israel se unió a Juda, no sea que un día el mesías llegue ó nos llegue la muerte y nuestra ignorancia nos haga cosechar el fruto, siendo encontrados lejos del pueblo santo.        

domingo, 11 de diciembre de 2016

Hablar con verdad es amar

Nos referimos a Dios como un padre para entender su amor, usando como analogía el trato que un buen padre da a sus hijos. El cuarto mandamiento señala “honrarás a tu padre y madre”, esto también podemos entenderlo como una analogía; “honrarás a Dios y la Iglesia”, Dios es padre y la Iglesia es madre. La palabra “honra” viene del latín “honos”, “honoris” y describe cualidades como rectitud, respeto, dignidad, decencia., de estas palabras latinas también se desprende “honesto, honrado, honorable”. Debemos honrar nuestra Iglesia y atender a su llamado.  
Nuestra Iglesia como madre debe corregirnos, un proverbio dice “el que mezquina la vara odia a su hijo, el que lo ama se esmera por corregirlo” (proverbios 13:24). Este pasaje se esmera en anunciar que la reprensión, “la vara”, en este caso “la Palabra de Dios”, no debe ser usada de modo injusto, sin saña, ni odio., la Iglesia nos ama y usa la palabra para corregirnos, no para humillarnos. Sin embargo, muchos de nosotros siendo rebeldes no estamos dispuestos a cambiar, preferimos no profundizar en la enseñanza y quedarnos ahí, también algunos pastores han preferido no profundizar para que la predicación no trastorne y no entrar en controversia – es fácil hablar del amor de Dios, lo difícil es hablar de santidad e infierno - Aquí encuentro algo que me parece sumamente irónico; sacerdotes con homilías laxas deseando congregar a más fieles y fieles que dejan la Iglesia para congregarse en sectas donde hasta les prohíben escuchar música secular ó ir al cine. ¿Esto está bien?, no, no está bien pero sucede., por esto, creo que los hombres que fungen como pastores en la Iglesia Católica no deben limitarse cuando anuncian la enseñanza de Cristo, a fin de cuentas siempre habrá oposición cuando compartimos la enseñanza de Jesús porque es la Palabra la que se opone al pecado y lo anuncia para salvar al pecador. Si olvidamos la búsqueda de la santidad estamos renegando de la paternidad de Dios, El nos llama a ser santos como El es Santo.
Aunque somos pecadores, debemos saber que Dios nos ama porque decidió amarnos, ninguna de nuestras malas obras podrá negar el amor que Dios tiene sobre nosotros. El amor de Dios no es como el amor imperfecto de los seres humanos que aman cuando les retribuyen un bien y dejan de amar cuando les pagan con un mal. Dios nos ama no por nuestras obras, sino porque El decidió amar. Dios es amor, un amor que se esmera en corregirnos.
¿Qué nos muestra la Palabra de Dios cuando nos adentramos a ella?, ¿nos muestra lo pecadores que somos ó lo Santo que es Dios?, ambas cosas, es indudable que cualquier hombre que ignora la Palabra y se adentra a ella por primera vez sentirá trastorno ó notara que la exigencia es muy alta para ser alcanzada desde su condición. He notado que los hombres iniciados que se encuentran en este dilema optan por dos opciones; ó se esmeran pidiendo ayuda a Dios ó claudican escudándose en los errores del cristianismo. La Palabra de Dios nos muestra lo injusto que somos, y esto debemos verlo como un beneficio y no como un oprobio; imaginémonos en un viaje por carretera donde no podemos divisar señalamientos para encontrar el destino, ¿Qué viajero estará contento?, ninguno. La Palabra aunque nos duela debe ser motivo de alegría para corregir la ruta y llegar a nuestro destino., solo pensemos, si el cielo se alegra cuando un pecador se arrepiente, ¿por qué no sentir alegría cuando alguien nos instruye haciéndonos ver nuestro pecado?, ¿acaso no somos los más beneficiados cuando reconocemos nuestro error y nos esmeramos por corregirlo?, ¡sí!, lo somos.   

Termino citando el proverbio; “No desprecies, hijo mío, la corrección del Señor, ni te disgustes cuando él te reprende, porque el Señor reprende a los que ama como un padre a su hijo muy querido” (cap. 3, v. 11, 12). No limitemos la verdad de la Palabra divina, hablar con Verdad es amar, escuchemos.  

domingo, 4 de diciembre de 2016

El luto de Dios

Recuerdo que mis abuelos guardaban luto después del funeral, por varios días vestían de negro y no acudían a fiestas, de esta forma externa expresaban el dolor interno.
¿Dios está de luto?, en los evangelios se menciona que el cielo obscureció cuando Cristo fue crucificado, este signo es tomado como un dolor celestial, un luto divino, pintar el cielo de negro. Decir “Dios está de luto” es un símbolo, y creo que su luto empezó desde Edén cuando Adán murió por el pecado.
El evangelista San Lucas se refirió a Adán “como hijo de Dios” (cap. 3, v.38), desde esta óptica, decir “a Dios se le murió un hijo en el Edén” expresa la visión dolorosa del Padre. El pecado de Adán, visto desde el nuevo testamento, y sabiendo que el cuerpo es templo del Espíritu Santo y el Edén un símbolo de la plenitud en la gracia, me hace reflexionar, ¿Adán murió en el Edén ó Dios se murió en el corazón de Adán?, creo que ambas cosas a la vez. Claro, el pecado de Adán fue un pecado mortal, claro que sí, pero ¿qué pasa cuando a un padre se le muere un hijo?, ¿no muere algo del padre junto con él?, sí, si muere. Dios vio morir al ser humano en el pecado de Adán y vivió un luto, bajo un dolor celestial escondido, similar al de un cigoto abortado que no puede llorar porque no tiene ojos, ni boca para ser escuchado - a Dios nadie lo ha visto jamás – y su dolor quedo oculto en los siglos esperando ser manifestado de alguna manera.   
Por el pecado de Adán, Dios vio morir al ser humano y se compadeció, no de una forma lejana – como quien visita a un reo en prisión - sino del modo más cercano – haciéndose compañero de prisión. Así, Dios vio morir al ser humano y se compadeció falleciendo a su lado, participando de la muerte humana en la crucifixión. El pecado nos dio muerte a todos y El sin participar del pecado murió como nosotros, nos acompaño haciéndose uno de nosotros.    
En el pecado del Edén, ¿Adán murió ó Dios se murió en el corazón de Adán?, Adán murió y Dios también murió en el corazón de los hombres, y el sufrimiento de Dios nadie lo escuchó. Este dolor celestial que nadie vio, nadie escucho, dolor oculto guardado por los siglos, quedo expresado de forma visible por Cristo, quien cargo el silencio doloroso del Padre, pues Jesús también cerró su boca, como cordero fue llevado al matadero y permaneció mudo ante sus trasquiladores. El silencio doloroso de Dios quedo manifestado en el silencio de Jesús. Como el dolor que cargamos y nadie ve hasta que se hace visible cuando nos brotan las lagrimas.

Entre dolores celestes y terrenos debo admitir que la sabiduría de Dios es sorprendente e inagotable, con esta tragedia a querido purificarnos de la rebeldía que nos lleva a la muerte, pues, si la humanidad representada por Adán no pudo estar unida a Dios en la alegría plena del Edén, quizá al menos, pueda unirse a Él en el dolor de su crucifixión. En el Edén estuvo permitido vivir sin participar del árbol que nos llevo a la muerte – caímos y caemos -  Hoy, habremos de participar de una muerte – la de Cristo - crucificando nuestra rebeldía para poder vivir. El que quiera seguir a Jesús, tome su cruz y sígalo.