sábado, 28 de octubre de 2017

¿Jesús religioso ó rebelde?

En algún tiempo veía a Jesús como un revolucionario, un rebelde del judaísmo, alguien que nos vino a liberar de la religión. En aquellos años conocía poco la biblia y la Iglesia, veía a un Jesús rebelde porque en el fondo el rebelde era yo.
Cualquiera de nosotros alguna vez habrá hecho una asociación entre fariseos y jerarquía católica, es fácil otorgar ese lugar a los clérigos cuando no estamos dispuestos a escuchar amonestaciones y estamos empecinados en hacer nuestra voluntad, obviamente, queremos tener a Jesús de nuestro lado y lo imaginamos rebelde para justificar nuestra rebeldía. No dudo que existen religiosos que son como fariseos pero también existirán otros clérigos a imagen de Cristo.
El motivo de esta reflexión es desmitificar el Cristo que cada individuo ha hecho para sí: “el Cristo con el que justifico mi rebeldía eclesial”. En los evangelios encuentro un Jesús más religioso que los fariseos. Daré algunos ejemplos; ellos permitían el get –la carta de divorcio- Jesús no la permitió, ellos lo justificaban en textos de Moisés pero él uso la moral anterior a Moisés, el Génesis “serán una sola carne…”. El enseño “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adultero en su corazón”, esto me hace pensar que los fariseos no tenían objeción en desear a la mujer ajena, a fin de cuentas el divorcio y el matrimonio múltiple estaba permitido. Ellos convirtieron el templo en un mercado pero él no lo permitió, citando al profeta Isaías “mi casa será llamada casa de oración…” los amonesto duramente. Incluso, si distinguimos ambos credos, los judíos acuden solamente el sábado a la sinagoga y una vez al año comen el pan sin levadura, en cambio, la Iglesia ofrece el pan Eucarístico todos los días meditando en la Escritura. ¿Quién resulto ser más religioso?.
Cada vez pongo más en duda esa idea de un “Jesús rebelde”, ¿Cómo va ser rebelde si él hizo las cosas para que la Escritura se cumpliera?, cumplir la Escritura es la ortodoxa más excelsa. Esta idea de un “Jesús religioso” puede escandalizar a muchos progresistas, aquellos que quieren una fe con menos religión, que quieren un Dios sin liturgias y sin Iglesia, un Dios de amor sin santidad y un cielo sin infierno con una teología alegre donde nadie cargue su cruz sino que todos se liberen de sus cruces, en una Iglesia que se limite solo a despojar de complejos y prejuicios de culpa para vivir “plenamente”, sin afirmar claramente que la santidad es la manera plena de vivir.      
Para mí, el mesías resulta ser un individuo con una moral y sacralidad más exigente que la de los fariseos. Hay algo curioso, entre judíos, el rabino de mayor misericordia es el ortodoxo y esto parte de un razonamiento sencillo: para aplicar la misericordia sin faltar a la ley se debe conocer la ley con mayor profundidad, es falsa la misericordia que quebranta la ley divina. ¿Usted cree que Jesús no conocía las leyes judías y la revelación con profundidad?, ¡claro que las conocía!, quizá mucho más que los fariseos, él puso la ley en su correcta dimensión. Jesús supo aplicar la ley de un modo correcto porque el motivo de la ley no es condenar, es corregir para integrar a la persona al proyecto de Dios. Llamamos a Jesús “abogado nuestro” y un abogado consigue la absolución mediante el uso de la ley, no fuera de la ley.       

domingo, 22 de octubre de 2017

La puerta estrecha

Es común que la gente cuestione a la Iglesia Católica, afirman; “¿Por qué la Iglesia no se moderniza y se adapta a la cultura moderna?”. Esto por la dinámica social que vivimos; la unión libre, el divorcio, la homosexualidad, el sexo sin compromiso, etc. y también por la vivencia de la fe en la sociedad; sectarismo cristiano ó una fe sin estructuras, ni jerarquías, sincretismos ó mezclar toda clase de creencias y no profundizar o comprometerse con alguna, esoterismo y supersticiones, filosofías, activismo y doctrinas que pueden dar luz temporal y caducan cuando dejan de sorprender.
Todo va en constante cambio y movimiento pero la Iglesia parece no cambiar, queda ahí como una opción “vieja”, “tradicional” ó “retrograda” para una sociedad que se mueve con rapidez. La Iglesia Católica no luce como una denominación cristiana moderna donde resaltan las pantallas gigantes, las luces, el escenario moderno con música avivada y discursos motivadores que se apegan a la visión del hombre actual; la cultura del éxito, la felicidad y del triunfar. Nuestra Iglesia no luce como el lugar donde todo se resuelve fácilmente y rápido, pareciera que no pasa nada y que para todo se ocupa un permiso ó una carta firmada por el Obispo ó el Vaticano.  
La pregunta es natural, el mundo moderno está en constante cambio pero ¿Por qué la Iglesia Católica no se moderniza?. De esta interrogante debemos profundizar, ¿Para que deseamos cambiarla?, ¿Qué nos mueve a pensar así?, ¿para que deseamos la modernidad?, ¿Qué nos mueve a creer que lo moderno será mejor que lo tradicional?, ¿No será que en el fondo somos egoístas?.
Citare un ejemplo paralelo; cuando Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto paso cuarenta años perdido en el desierto, esto le sucedió por su rebeldía, probablemente si hubiesen sido menos rebeldes y más atento para escuchar a Dios, hubiesen llegado más rápido a la tierra prometida. ¿Qué podemos aprender de esto?. Que probablemente Dios nos ha puesto las cosas más fáciles de lo que creemos pero nosotros por estar en constante cambio, no nos tomamos unos minutos para meditar, para entender que en realidad no hay necesidad de cambiar gran cosa porque la plenitud de la gracia ya está ahí, somos nosotros quienes no tenemos tiempo para apreciarla.   
Por la vivencia de este mundo complicado y enredado, confundido por la mala herencia teológica de muchos que opinaron en ignorancia y de modo irresponsable, contaminando la razón de muchos por sus doctrinas, llegar a la tierra prometida –la Eucaristía- resulta un verdadero laberinto. Pareciera que Dios también permite estos enredos para que los hombres lo busquen, toquen y encuentren.
En ocasiones me imagino a Dios poniendo las cosas y las situaciones con gran sabiduría, haciendo de su culto y su adoración algo aburrido para los hombres, precisamente para medir la disposición del corazón; el que es fiel permanecerá, el que es obediente estará conforme, el inconstante se ira y el rebelde querrá quitar y poner.

¿Por qué la Iglesia Católica no cambia, porque es tan cerrada?, la respuesta es sencilla, la Iglesia Católica no cambia y es estrecha en su forma de pensar porque el camino a la perdición es amplio y estrecho es el camino que lleva a la salvación. 

viernes, 13 de octubre de 2017

La misa coldplay

Debo confesar, fui ateo por muchísimos años y por un tiempo fui anti católico. Por mucho tiempo estuve convencido de que la Iglesia Católica, sobre todo el culto, eran un estorbo para el desarrollo de la espiritualidad y la fe. La misa me parecía una cosa aburrida, antigua y sin sentido para este mundo moderno. Conforme fui creciendo en mi conocimiento de la Biblia me di cuenta de la maravilla que es la Iglesia Católica. Quizá suene ortodoxo, me atrevo a decir que el culto anterior al Concilio Vaticano II, donde el sacerdote oficiaba dando la espalda al pueblo, era un culto mas bíblico porque esa era la postura que tenían los sumos sacerdotes a lo largo de la historia de la salvación (el pueblo estaba detrás de la cortina y la cortina estaba detrás de sumo sacerdote) desde el tabernáculo de Moisés hasta el templo en Jerusalén., la cortina se rompió con la crucifixión.
Como mencione, fui ateo, nací en un contexto de liturgia post-concilio y nadie tuvo que cambiar nada de la misa para que pudiese apreciarla hoy como un católico. Por esta conversión, no veo motivo contundente del porque alguien deba cambiar algo de la liturgia, ¿para qué?. Argumentaran que “se hace para atraer a la gente”, como si la evangelización fuese un asunto del número de asistentes, ¿Cuánta gente que acude a misa está realmente en misa?, ¿Por qué alguien se siente satisfecho cuando ve un templo lleno?. Desde hace mucho tiempo deje de preocuparme del número de asistentes, la evangelización es así; “el que tenga oídos para oír, oiga…”. ¿Por qué ese afán de medir el éxito por la multitud?, es vanagloria.  
Entiendo el interés de pretender renovar el culto, avivarlo, hacerlo atractivo, pero ¿si la Eucaristía por sí sola no atrae, qué sentido tiene atraer por cosas ajenas a la Eucaristía?. Yo fui un ateo, anti católico, me tarde años para encontrar la Iglesia que Jesús dejo, y me resulta irónico que habiéndola encontrado encuentre en ella católicos que deseen modificar el culto porque “la gente se aburre y no atrae a nadie…”, son de lastima, es decepcionante encontrar creyentes así, gente que no cree en el impacto que tiene la unidad del culto católico y de lo que el Espíritu puso en el Concilios bajo la sucesión Apostólica. ¿Qué sentido tiene modificar el culto para que la gente no se aburra?, después les aburre la novedad y se volverán a ir porque no están ahí por la Eucaristía, están ahí porque les entretiene.
¿Tiene sentido un templo lleno con gente que no es capaz de cargar la pequeña cruz de su aburrimiento?, ósea, ni el más mínimo sacrificio. ¿No valdría mas que se revolcaran en su pecado hasta el hartazgo y que volviesen al Padre como lo hizo el hijo prodigo?, creo que sí, sería mejor que se fueran y que su propio pecado les predique para que vuelvan a Dios con un corazón dispuesto amarlo. Eso yo lo viví, nadie me lo conto y doy gracias porque alguien estuvo orando por mi conversión.

Dicen que la “misa coldplay” fue un éxito, que había muchos jóvenes, pero creo que el culto estaba vacío porque ellos estaban “en su onda”, ¿estaban ahí por la Eucaristía?. No te fíes de la multitud, no te fíes de lo que tus ojos ven.    

domingo, 1 de octubre de 2017

La luz que nos cegó

Estaba un hombre dormido en su recamara cuando Dios le hablo en medio de la noche y le dijo; “enciende tu lámpara que deseo hablar contigo”, él respondió “esta obscuro, si la enciendo no podre ver porque el destello de su luz lastimara mis ojos”, Dios replico; “así se juntan muchos a discutir en la luz que los ha cegado”. Con esta respuesta aquel hombre entendió que no hay necesidad de discutir por las cosas santas con aquellos que no pueden apreciarlas, el mismo destello de lo sagrado lastima la visión del que vive en obscuridad.
El antiguo testamento afirma que el rostro de Moisés destellaba después de que estuvo en el monte Sinaí platicando con Dios. El profeta tuvo que usar un velo para cubrirse porque los hebreos no soportaban el desello de su rostro (Éxodo 34:29-34). De este relato podemos aprender algo importante, la audiencia de Moisés no estaba preparada para recibirlo, tenían que opacar un poco ese destello para poder estar cerca de él, ósea, añadir un poco de obscuridad a la radiante presencia que Moisés vivió en el Sinaí.    
Todos tenemos un poco de tiniebla en nuestra vida, el pecado, pero no solamente eso, nuestro entender tiene un poco de obscuridad por la ignorancia. Por ejemplo, algunos dicen “creo en Jesús pero no creo en la Iglesia…”, como si la Iglesia fuese un proyecto aparte, totalmente deslindado que la presencia de Jesús., otros dicen “creo en la Iglesia pero la confesión es algo personal, no creo que sea necesario un sacerdote y yo le doy cuentas a Dios…”, como si el papel sacerdotal no fuese una intención de Dios., otros afirman “creo que Dios es misericordia y no veo ningún mal si dos personas deciden vivir juntas sin casarse, no soy quien para juzgarlos…”, como si a Dios no le importara en nada los sacramentos que el mismo instituyo para compartirnos su gracia., otros creen en Jesús, en la Iglesia, en los sacramentos, tienen apostolado pero cuando hay oportunidad de poner en duda la jerarquía católica lo hacen, como si la propia jerarquía no fuese parte del proyecto divido –a mi ver lo es, toda la Iglesia lo es. Entonces, pareciera que cada uno desde su óptica tiene que opacar algo de ese destello divino para poder vivirlo. ¿Habrá algún católico que no cuestione nada en absoluto de su propia fe?, ni los misterios ó los dogmas, ni la jerarquía, ni la liturgia, ni la moral, ni los sacramentos, ni los concilios, ni las encíclicas, ni la propia Iglesia, ¿habrá alguno?, lo dudo. Pero esta reflexión no es una invitación a no pensar y aceptar todo, más bien es una invitación a salir de nuestras obscuridades, como el ojo que estuvo en un cuarto obscuro y tras encender la lámpara poco a poco alcanzo a distinguir.
Tenemos que ser hombres de oración, estudiar a Jesús, estudiar la Iglesia, hacer apostolado e ir descubriendo lo que el proyecto divino es. Los bautizados somos como arboles, el que no crece es porque está seco ó está muerto.

Habrá muchas cosas que no podremos entender, ni percibir por nuestra limitación, tendremos huecos y obscuridades, Dios nos invita a encender la lámpara y habrá un punto en el cual el resplandor de su luz nos cegara pero debemos fiarnos de Él, de su proyecto en su hijo Jesucristo y la promesa sobre su Iglesia, hasta que podamos distinguir pues Dios nos llama siempre a la luz de la Verdad, siempre.