domingo, 29 de abril de 2012

Un pueblo sin Dios que está perdido


En la clase de catecismo de la Iglesia mi párroco pregunto; “La Iglesia ¿debe participar en política?”, medite y conteste; “si, porque el fin de la política es buscar el bien común…”, “efectivamente” contesto. Como Iglesia debemos participar del concepto “política” y no tanto en “partidos políticos”, en política buscando el bien común, en partidos no tanto porque ya esta partidizada la búsqueda del bien común y parafraseando a un luchador social hindú; “para el bien no hay caminos, el camino es el bien…”.

Nuestro Presidente Felipe Calderón declaro en 2006 una guerra contra el crimen organizado que hasta la fecha ha cobrado más de 50 mil muertos. Los opositores a la administración de Calderón sacuden los medios de comunicación reportando esto como algo alarmante y sí, lo es, se habla de los huérfanos y las viudas de esta guerra, incluso, algunos piden juicio político a Calderón por “genocidio”, otros, solicitan su renuncia. La mayoría de la oposición concuerda en la acusación mas no propone algo concreto buscando mecanismos de solución, y si lo hace, lo hace en medio de una elección y no dentro de la administración. Casualmente, investigaba sobre el número de muertos por Cirrosis en México y según el I.M.S.S. “anualmente en México se registraran más de 25 mil defunciones por cirrosis hepática, lo que representa una de las principales causas de mortalidad general; además de que un millón 200 mil personas son portadoras del virus de la hepatitis C”. Esto significa que, por cada 1 muerto en la lucha de Calderón contra el narco hay 3 muertos por Cirrosis debido al consumo de esta droga legal y nadie habla de: “los huérfanos del alcoholismo y sus viudas ó hacer juicio al grupo Cuauhtémoc Moctezuma por genocidio”. La legalización de las drogas podría aumentar el número de muertes por consumo. Sobre el tema de la violencia, legalizar las drogas no es garantía de paz, pues, no puede legalizarse el secuestro, el robo, la extorsión, el tráfico de armas, el asesinato a sueldo, la corrupción y la impunidad que son faltas que contribuyen a la ola de violencia. Según el diario Norteamericano “el Paso Times” publicación dirigida a latinos, la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes durante lo que va del gobierno de Calderón es de 14.5 (se cree que al finalizar su sexenio serán 79,956 muertos en total) mientras la de los primeros 5 años del sexenio de M. de la Madrid fue de 19.22 (muertos totales 69,306 en el sexenio), la de C. Salinas de Gortari fue de 18.92 (76,871 muertos) y la de Zedillo 15.1. (69,698 muertos) En los primeros 5 años de la administración de Vicente Fox la tasa fue de 9.78 (49,862 muertos).



Para concluir, la violencia ha estado latente en México, la libertad de opinión y la democracia es un ejercicio relativamente nuevo en la Nación. El alcoholismo, las drogas, la corrupción y todos los males del México de hoy son síntoma de la perdida valores morales y espirituales, es la degradación social. Comprendo el papel de la Iglesia dentro del bienestar del País, una Iglesia que educa a sus fieles para que estos brillen como correctos ciudadanos, pues, un pueblo que espera recibir todo de su Gobierno sin comprometerse si quiera en la formación religiosa y moral de sus propios hijos, en realidad es un pueblo sin Dios, que está perdido.