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domingo, 16 de agosto de 2009

Sabanas limpias

Había una vez dos hermanitos un niño y una niña que compartían una misma cama, la cama estaba totalmente sucia y manchada de sustancias que emitían olores repugnantes; sudor, grasa, estiércol, flemas y sangre yacían entre las sabanas que era imposible descansar en ellas. El niño buscaba no dormir en aquel colchón prefiriendo a cambio recostarse en el suelo, el se oponía rotundamente aquel asco mientras que la niña no daba importancia aquella suciedad recostándose libre y cómodamente sobre telas percudidas. El niño jalaba la colcha para extenderla y ventilar las mugres mientras que la niña se oponía porque quería cubrirse con ella.

Esta imagen que acabo de mostrarles es simplemente una parábola; la cama es el mundo, la sociedad está representada por el niño y la niña que muestran una diversidad y una unión por ser hermanos, las sustancias repugnantes son los actos injustos, la inmoralidad y las enseñanzas que ensucian la virtud en nuestro mundo y manchan nuestra sociedad. De esta enseñanza podemos dibujar dos costumbres en la sociedad, los primeros representados por el niño buscan sanar y purificar el mundo oponiéndose aquello que emana repugnancia, los representados por la niña son quienes han perdido todo olfato y están acostumbrados a vivir en la repugnancia sin importarles ni comprometerse con la salvación del mundo. Los primeros luchan contra las impurezas que emanan repugnancia no contra sus hermanos, los segundos están deseosos de disfrutar de aquella cama y es tanto su deseo que no dan importancia a los olores fétidos, justifican la inmundicia a cambio del placer que ofrece el mundo.

Los que piensan al modo del niño de la parábola están conscientes que un mundo en esas condiciones no puede disfrutarse, una descomposición no es para el disfrute ni el descanso sino que convierte lo cotidiano en algo inaceptable. Los segundos han perdido su autoestima porque son tan dignos de exigir y querer descansar en un mundo con sabanas limpias como lo exigen los primeros, el pensamiento de la niña es preferir adaptándose a una descomposición reconociendo con esto que la repugnancia es meritoria para ser humano, esto no debe ser así pues cualquier ser humano tiene derecho a ser instruido en santidad y buscarla, porque ningún padre bajo ninguna circunstancia y sin importar el merito ó agravio de sus hijos permitiría que alguno de ellos durmiera en medio del estiércol. Todos nosotros sin importar nuestros errores pasados ó presentes somos dignos de exigir un mundo mejor, de anhelar una sociedad que busque el bien, y sobre todo de aspirar a un entorno donde la justicia y los valores nos den descanso.