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lunes, 7 de septiembre de 2009

Confianza en el perdón de Dios.


Habían dos personas en una parroquia que confesaban el mismo pecado por años, la primera un día se canso de confesar lo mismo y dijo: “no tiene sentido porque siempre es lo mismo” y así se alejo de la confesión porque no le vio sentido, la segunda pensó: “si tiene sentido porque siempre que confieso sea lo mismo ó algo distinto obtengo el perdón”, y por esto continuo insistiendo en no pecar pero cuando caía se arrepentía y lo confesaba.


Cuando uno participa constantemente de la eucaristía tiene una vida descansada en su espíritu porque siempre se vivirá mejor estando reconciliado con Dios que vivir sin reconciliarse, sin embargo cuando alguno de nosotros cae en algún pecado digno de confesión y rompe con la comunión cotidiana siempre existe un sentimiento de vergüenza que nos impide acercarnos con libertad al sacerdote, lo curioso es que cuando uno confiesa “lo de siempre” cae en lo que pareciera un juego sin sentido en donde ya no sabemos si “pedir perdón o disculpas”, sobre este ciclo de pecado y gracia un sacerdote comento: “Si tú estás enfermo de por vida ¿no habrán de recetarte las mismas medicinas por siempre?” visto así suena bastante lógico pero, llevado a la confesión pareciera que el entendimiento se niega a creer que confesar “lo de siempre” es válido y más bien nuestro intelecto cree que estamos cayendo en un juego absurdo, aunque nuestro corazón desee el estar reconciliado con Dios.


Todos sin excepción en alguna ocasión pasada ó futura hemos participado del pecado, lo más importante para no perder la confianza en los instrumentos de Dios es que aun en esta condición Dios sigue invitándonos a participar de su gracia mediante los sacramentos. No dudo que muchos por caer en este ciclo de confesar “lo de siempre” se sientan frustrados ó crean que no van a ningún lado, sin embargo es importante que sepan lo dicho por el apóstol Juan: “Que si confesamos nuestros pecados, Él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad” (1º Carta de Juan, 1:9).


Dios cuando perdona olvida con tal de darnos otra oportunidad y una vez perdonados El no es quien nos hace sentir culpables de nada, sino mas bien existe alguien que desea hacernos sentir culpables con el fin de que no valoremos el perdón de Dios para que no volvamos a Él, y como antes dije: Dios cuando perdona olvida y donde hay perdón ya no existe la culpa ni el castigo, no dudemos pues del amor de Dios en su perdón.


Habiendo pues confesado nuestras faltas debemos tener confianza en su amor: “El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay castigo. Quien teme, no conoce el amor perfecto. Amemos, pues, ya que Dios nos amó primero” (1º Carta de Juan, 4:18,19).