“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12).
Recuerdo que en una ocasión viví una odisea, salí de mi casa y fui a pagar el servicio de agua por un inmueble que no he podido rentar. La operadora de agua me dijo que había una falla en el sistema y que debía pagar una cantidad superior, esto me incomodo porque los servicios eran para un inmueble que estaba vacío y no pensaba pagar tanto, en fin, pague y me fui. Minutos después llegue a un centro comercial para hacer una compras breves, en el acceso tenia un letrero que decía: “estacionamiento 5 pesos”, pague con un billete de $20 y me dieron como cambio $5 pesos, de esto me percate después pero no reclame porque el tráfico me impidió regresar, la verdad me moleste porque no me sentí apreciado como cliente sino burlado, pensé que los muchachos de la caseta no les importaba dar bien ò mal el cambio, al final hacían el corte y supongo que se quedarían con la parte restante, no lo se. En eso llego a una esquina, y una persona de la calle con un trapo sucio comienza a limpiarme el vidrio sin que yo se lo pida, busco entre mis cosas y le doy parte del cambio, el semáforo cambia de color y le digo: “oye, mi vidrio esta sucio por tu trapo”, y me responde: “si, hay que limpiarlo”, ¡claro!. Con mi vidrio sucio, me detengo en una estación de gasolina para limpiar el cristal y llenar mi tanque, pido lo normal y pago, al transitar por la calle me doy cuenta que la aguja no indica lo que normalmente debería, por esto me pregunto; ¿subió el precio de la gasolina ò simplemente me robaron?, ¡no lo se!. Hice algunos otros trámites en el ayuntamiento, pero dado recientemente hubo cambio en la administración, ahora existen trámites adicionales que antes no se pedían, así que tuve que dar algunas vueltas más, siendo que la administración pasada suponía que aquello que hoy se pide no era necesario, pero mientras se ponen de acuerdo y simplifican ò añaden tramites, es el ciudadano quien debe dar las vueltas, no importa si es a pie, en auto, camión o bicicleta, con aire acondicionado ò sin, si es joven, adulto ò anciano, si esta sano ò enfermo, ¡no importa, el asunto es que ahora piden diez papeles en vez de ocho para obtener un mismo resultado!.
Al llegar a casa y sentado a la mesa comiendo suena el teléfono, ¿Quién será?, al contestar es la misma gente del banco, ya no se presentan por su nombre, ahora hablan una y otra vez en horarios cada vez mas inoportunos, para ofrecer servicios de tarjetas de crédito, “Srita. no estoy interesado, muchas gracias, de momento no, estoy ocupado, no es necesario que hable mas tarde, si me disculpa, estoy comiendo…, por favor entienda”.
Creo que todo ciudadano ha vivido alguna de estas anécdotas, sinceramente en algunas ocasiones muchas de estas ò la suma de todas pueden hacernos perder la paciencia ò arruinar el día. Hay que tomar las cosas con calma, tomar un respiro profundo y no dejarnos vencer por los pequeños corajes (que no es algo sencillo), todos como sociedad convivimos como peces dentro de una pecera y juntos ¡podemos acabar con la pecera, estando enojados!. ¿Qué seria de la vida en comunidad si todos perdemos la ética?, llenaríamos nuestras calles de cobros injustos, mentiras, ventajas, pleitos, revanchas, solo por obtener el beneficio propio, convirtiendo a la ciudad en algo mas hostil.
El pensamiento de Jesús citado al principio lleva un sentimiento ético para vivir en comunidad: “simplemente trata a los demás como quieres que te traten”, ¿No quieres pasar corajes?, no hagas pasar un mal día a otros, ¿Quieres ser tratado con amabilidad, honestidad y respeto?, hagámoslo juntos.