Hace poco me toco discutir con un adventista sobre el tema del sábado. Primero debo decir que el surgimiento de los adventistas del séptimo día se da cuando William Miller un ex metodista de E.U., militar y agricultor postula una serie de hipótesis bíblicas referentes al segundo advenimiento de Cristo, estos postulados serian conocidos como: “El movimiento Miller” entre 1830 y 1940, dando las bases teológicas para los adventistas del séptimo día, influyendo también en Charles Taze Russell fundador de los Testigos de Jehová.
Los adventistas modernos justifican la observancia del sábado en el decálogo de Moisés y otros libros del Pentateuco, los adventistas hacen una apología del sábado acusando a los cristianos de no guardar los mandatos de Dios por sustituir el sábado por el domingo. Defienden que Dios en el antiguo testamento instauro el sábado como día de reposo, y que no existen versículos bíblicos en el nuevo testamento que confirmen el cambio del sábado por el domingo. Alegan también que San Pablo asistía a las sinagogas en sábado y que por esto nosotros debemos reunirnos tal día.
En aquella ocasión, afirmé al adventista que el sábado judío y el domingo cristiano tienen significados distintos, el sábado para los judíos es un día de reposo y reunión sagrada y no es un día de sacrificio de corderos, sino que según la ley judía el día siguiente al sábado debía sacrificarse un cordero como ofrenda a Dios (Levítico 23:11,12). En esta tradición judía podemos encontrar una prefigura de Jesucristo como “cordero de Dios”, y aunque Jesús fue sacrificado el viernes, Dios confirma al mundo que Jesús es el cordero sin mancha resucitándolo el día siguiente al sábado. En resumidas cuentas, para el judío el sábado es reposo y reunión, y para nosotros el domingo es día de resurrección, los motivos son distintos. Por otra parte, San Pablo si asistía a las sinagogas los sábados como afirman los adventistas, pero asistía no por apego al sábado de Moisés, sino que su fin era anunciar a los judíos el papel mesiánico de Jesucristo (Hechos 13,44), pues los judíos se congregaban los sábados en las sinagogas para escuchar la ley de Moisés (Hechos 15,21).
Para finalizar debo decir que en el primer siglo de la Iglesia sucedió una discusión similar con un grupo denominado “judaizantes” (religiosos judíos que creían en Jesús como Mesías), los judaizantes procuraban que los Apóstoles evangelizaran e inculcaran las tradiciones hebreas a los nuevos creyentes incluyendo el sábado, de modo que un griego, etiope, romano ó extranjero que abrazaba la fe cristiana, también debía abrazar los mas de seiscientos mandamientos de Moisés para poder salvarse. De este acoso de los judaizantes hacia los nuevos creyentes ajenos a Moisés, San Pablo escribirá en la carta a los colosenses una retórica para poner fin aquellos judaizantes que insisten en exigir preceptos de la antigua ley: “Por tanto, que nadie los venga a criticar por lo que comen o beben, por no respetar fiestas, lunas nuevas o el día sábado” (Colosenses 2,16). En este verso podemos entender que para San Pablo guardar ó no guardar el sábado ó dar atención a prácticas antiguas era irrelevante e innecesario dentro de la cátedra de los Apóstoles.
Los Apóstoles se reunían el primer día de la semana para la fracción del Pan (Hechos 20,7), esta fracción es el cuerpo de Cristo, cordero de Dios dado en sacrificio, resucitado de entre los muertos el día siguiente al sábado.
Los adventistas modernos justifican la observancia del sábado en el decálogo de Moisés y otros libros del Pentateuco, los adventistas hacen una apología del sábado acusando a los cristianos de no guardar los mandatos de Dios por sustituir el sábado por el domingo. Defienden que Dios en el antiguo testamento instauro el sábado como día de reposo, y que no existen versículos bíblicos en el nuevo testamento que confirmen el cambio del sábado por el domingo. Alegan también que San Pablo asistía a las sinagogas en sábado y que por esto nosotros debemos reunirnos tal día.
En aquella ocasión, afirmé al adventista que el sábado judío y el domingo cristiano tienen significados distintos, el sábado para los judíos es un día de reposo y reunión sagrada y no es un día de sacrificio de corderos, sino que según la ley judía el día siguiente al sábado debía sacrificarse un cordero como ofrenda a Dios (Levítico 23:11,12). En esta tradición judía podemos encontrar una prefigura de Jesucristo como “cordero de Dios”, y aunque Jesús fue sacrificado el viernes, Dios confirma al mundo que Jesús es el cordero sin mancha resucitándolo el día siguiente al sábado. En resumidas cuentas, para el judío el sábado es reposo y reunión, y para nosotros el domingo es día de resurrección, los motivos son distintos. Por otra parte, San Pablo si asistía a las sinagogas los sábados como afirman los adventistas, pero asistía no por apego al sábado de Moisés, sino que su fin era anunciar a los judíos el papel mesiánico de Jesucristo (Hechos 13,44), pues los judíos se congregaban los sábados en las sinagogas para escuchar la ley de Moisés (Hechos 15,21).
Para finalizar debo decir que en el primer siglo de la Iglesia sucedió una discusión similar con un grupo denominado “judaizantes” (religiosos judíos que creían en Jesús como Mesías), los judaizantes procuraban que los Apóstoles evangelizaran e inculcaran las tradiciones hebreas a los nuevos creyentes incluyendo el sábado, de modo que un griego, etiope, romano ó extranjero que abrazaba la fe cristiana, también debía abrazar los mas de seiscientos mandamientos de Moisés para poder salvarse. De este acoso de los judaizantes hacia los nuevos creyentes ajenos a Moisés, San Pablo escribirá en la carta a los colosenses una retórica para poner fin aquellos judaizantes que insisten en exigir preceptos de la antigua ley: “Por tanto, que nadie los venga a criticar por lo que comen o beben, por no respetar fiestas, lunas nuevas o el día sábado” (Colosenses 2,16). En este verso podemos entender que para San Pablo guardar ó no guardar el sábado ó dar atención a prácticas antiguas era irrelevante e innecesario dentro de la cátedra de los Apóstoles.
Los Apóstoles se reunían el primer día de la semana para la fracción del Pan (Hechos 20,7), esta fracción es el cuerpo de Cristo, cordero de Dios dado en sacrificio, resucitado de entre los muertos el día siguiente al sábado.