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domingo, 24 de octubre de 2010

¿Por qué vamos a misa entre semana?


Las funciones del equipo de acogida están relacionadas con dar la bienvenida y atender a quienes asisten a la misa, de esto, dijo en una reunión un miembro en mi parroquia; “como no tenemos grupo de acogida, armemos uno para las celebraciones del domingo, pues para las misas de entre semana es menos necesario, pues por lo general siempre asistimos las mismas personas”.

¿Por qué vamos a misa entre semana?, ¿Por qué ir a misa fuera del día domingo, si la Iglesia solo pide el domingo? ¿Para que ó porque ir si no estoy obligado?. Si usted asiste a misa entre semana por primera vez, quizá se sorprenda al ver jóvenes, adultos, ancianos y gente de todo tipo que pudiendo estar haciendo otra actividad como: “nada” ó “dormir”, prefieren asistir a misa y ¡entre semana!. Pero, si usted es de las personas que asiste entre semana a la celebración, se dará cuenta que por lo general entre semana asisten las mismas personas.

En primera creo que yo voy a misa porque me gusta ir, quiero ir, y deseo en un futuro seguir asistiendo pues encuentro en la misa un beneficio. Haciendo un recuento de mi vida desde mi niñez, no recuerdo cuando fue que deje de asistir a misa, quizá debió ser a los pocos años de mi primera comunión. Que curioso es llevar toda una preparación en la niñez solo para poder participar por primera vez en la comunión, y pasando este evento irse alejando poco a poco de la comunión, y en el caso de algunas personas terminar incluso como enemigos ó rivales de Iglesia. Esto me recuerda el porque voy a misa entre semana y también el domingo, aunque ahora como adulto.

Asistir a misa constantemente es también una preparación, ¿preparación de que ó para que?. Es una preparación pues como si fuéramos atletas nos ejercitamos día a día para que nuestra condición no decaía sino que permanezca, para que nuestro rendimiento mejore y poder superar los obstáculos. Todo atleta que descuida su entrenamiento perderá su condición física, y le será mas difícil superar aquellos obstáculos que antes le eran fáciles de superar. Como creyentes en domingo nos preparamos y entre semana también lo hacemos, como si fuéramos niños de catecismo asistimos a una clase que ya no dura varios meses sino que es una preparación para toda la vida, pero ya no esperamos solo recibir una comunión que es gratificante y que podemos romper por nuestra debilidad, sino que nos ejercitamos para no perder una reconciliación prometida que será eterna, a la cual tuvimos acceso el día de nuestro bautismo, que perfeccionamos por la enseñanza guardada, por la frecuencia a los sacramentos, y que indiscutiblemente para poder ser solicitada desde el cielo como herencia es necesario que los herederos veamos la muerte con esperanza, para que resucitemos a semejanza de Cristo.

¿Por qué será que en los funerales, los católicos que participan en la misa entre semana y en domingo lloran menos que quienes no asisten nunca a ella?, ¿Será que lloran menos ó no lloran porque no se compadecen del dolor ajeno?, ó ¿Será que están ejercitados como atletas en la fe, y reciben de Dios la Gracia para poder llevar el dolor con esperanza?.

domingo, 17 de octubre de 2010

El lugar Santísimo del Templo


En la antigüedad, los israelitas peregrinaron por el desierto hacia la tierra prometida y erigieron por mandato de Dios un tabernáculo. Esto era una gran tienda que fungía como templo y era trasladada a lo largo del viaje. Aaron recibió la orden de ser el primer sumo sacerdote en los tiempos de Moisés, la labor del sumo sacerdote consistía en entrar al tabernáculo y traspasar hasta la segunda cortina donde se encontraba el lugar llamado “El Santo de los Santos”, en ese lugar estaba el Arca de la Alianza que contenía en su interior la vara de Aaron y las tablas de los diez mandamientos, estos eran los símbolos de la primer alianza. Solamente Aaron ó su sucesor podía entrar al “Santo de los Santos” para ofrecer en ese lugar sacrificios a Dios, no cualquier hebreo podía entrar a ese lugar, incluso lo tenían prohibido con pena de muerte. Para poder entrar al “Santo de los Santos” se debía ser varón primogénito de la tribu de Levi, recordemos que Israel es un pueblo formado por doce tribus. También, se debía cumplir con la purificación solicitada, esto incluía los preceptos hebreos y la pureza de la vestimenta sacerdotal. Dichas ordenanzas eran muy estrictas, y solamente se podía entrar al Santo de los Santos una vez por año.

Si miramos los símbolos de la Antigua Alianza de Dios con Israel, podremos encontrar las realidades presentes, pues nosotros podemos ver en el Santo de los Santos del tabernáculo de Moisés una prefigura de el Santísimo que es el lugar donde se guarda el Cuerpo y la Sangre de Cristo siendo esto la realidad de la Nueva Alianza. A diferencia de los hebreos para nosotros no existe limitaciones para acceder al lugar Santísimo del templo, esto debemos entenderlo de parte de Dios como un mensaje “ya no hay limitaciones para acercase a El”. Debo decir que para ser un solo cuerpo con Cristo ó comer su cuerpo y beber su Sangre si es necesario la confesión y la penitencia previa, y a esto estamos invitados todos sin excepción.

Hablando de lo que sucede en la actualidad en las parroquias, siento gran respeto por todas las personas que se responsabilizan de una labor dentro de la Iglesia. Hace poco asistí a una reunión y veía como la coordinadora de la vela perpetua hablaba a los presentes, invitando a todos los creyentes a que se acercaran a velar por una hora el Santísimo, esto llamo mi atención por los antecedentes mencionados sobre el lugar Santísimo de la Antigua Alianza y los requisitos necesarios para acceder a tal lugar. Aunque hoy no hay requisito alguno, pareciera que nosotros como creyentes ponemos los siguientes requisitos para ser parte de la vela perpetua: “ser mujer, jubilada ó próxima estarlo”. Creo que es una lastima que en esta Nueva Alianza que Cristo estableció nos privemos de tantos privilegios por nuestra ignorancia.

Si viviéramos en tiempos de Moisés ninguno de nosotros aunque lo deseáramos con todo el corazón y ofreciéramos cantidades de dinero a los sacerdotes, aun así no podríamos entrar al Santo de los Santos en el tabernáculo de Moisés, “era pena de muerte”. Hoy por la Nueva Alianza establecida por Cristo podemos entrar cualquier día de la semana sin ningún requisito, desafortunadamente muchos dicen, “no tengo tiempo”, otros entran al Sagrario pensando en irse, y unos dicen “¿Por qué yo?, ¿no lo podrá velar otro?”, pereciera que el privilegio vino a convertirse en una carga.

¿Y que pensarían ustedes si les dijera que el Santísimo es un pedazo del Reino de Dios?, ¡todos quieren entrar al cielo!, pero a la vez dicen; “no tengo tiempo, que lo haga otro, ojala que esto no dure una eternidad”. Maldita la ignorancia, pero divina la Misericordia.

domingo, 10 de octubre de 2010

Las bases puestas por otros

En una ocasión un ateo retaba a un grupo de creyentes. Éste les decía de la siguiente manera;“Convénzanme de que Dios existe”. Uno contestó; “Bueno, el anuncio de Cristo no es un asunto de convencimiento a terceros, pues ya lo dijo Jesús: toca y se te abrirá, busca y encontrarás, quien pide recibe. Esta por demás entrar en una discusión, mejor, el día que tengas deseos de conocer a Dios simplemente búscalo y lo encontraras. Porque si ya haz escuchado hablar de Jesús, ¿Qué acaso no existe el libre albedrío?, ó ¿Cómo podremos convencerte de la existencia de Dios?, si así fuera, ¿Que utilidad tendría la fe?”. Muchos de nosotros estamos acostumbrados a que algunos nos hostiguen con comentarios referentes al tema de Dios ó la religión. Nosotros como creyentes podemos compartir anécdotas que lleven a la fe, pero el abrirse a este don es decisión de quien escucha. La fe es gratuita para quien la busca.

Previo a la resurrección de Cristo, los discípulos anunciaron en Israel la venida del Reino de Dios, que consistía en proclamar a los Israelitas la llegada del Salvador. Los textos sagrados describen: “Y si en algún lugar no los reciben ni escuchan sus palabras, salgan de esa familia o de esa ciudad, sacudiendo el polvo de los pies”(Mateo 10:14). Este anuncio no tenia la finalidad de convencer ó discutir sino simplemente anunciar. Después de la resurrección de Jesús, la Iglesia naciente recibirá la gran comisión que consiste en comunicar la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo, esto es el evangelio.

El Apóstol San Pablo realizó varios viajes con el fin de difundir el evangelio, y debemos decir que el Apóstol no anunciaba el evangelio donde ya hubiese sido anunciado, pues así lo dijo en una de sus cartas: “Pero he tenido cuidado, y de esto me honro, de no predicar en lugares donde ya se conocía a Cristo, y de no aprovecharme de bases puestas por otros” (Romanos 15:20). San Pablo se abstenía de evangelizar en las comunidades ya evangelizadas, al decir “no aprovecharme de la labor de otros” se refiere a la labor iniciada por la Iglesia en ese lugar. Evangelizar no consiste solo en ir a difundir la fe, sino que trae consigo la responsabilidad de adoctrinar en la fe. Sin doctrina firme, solo se multiplicara la confusión y esto llevara a las divisiones y los pleitos. La evangelización desde el siglo primero fue una labor estructurada y no disgregada.

Aunque el nombre de Jesucristo es conocido en nuestra comunidad, no por esto dejaremos de hablar de Cristo. Pero debemos comunicar a Jesús de forma estructurada, como creyentes en un solo cuerpo, no desarticulados unos de otros, pues antes de nosotros hubieron hombres que emprendieron arduas travesías para traer el evangelio a estas tierras, y hablaron de Cristo a los nativos que jamás habían escuchado un mensaje igual. Esta es la evangelización de la que habla San Pablo, a esto se refiere en no competir con la labor emprendida por otros.

Si San Pablo viviera hoy entre nosotros, quizá se abstendría de evangelizar a los ya evangelizados, pero lo haría para convertirse en maestro ó para ser recibido como forastero que busca tierras donde nadie conozca a Jesús. Si San Pablo viviera, sin duda se sumaria a la labor emprendida por otros, para dar ejemplo a los creyentes y los no creyentes de que la fe Cristiana debe conservar un mismo hablar, un mismo sentir y ser un solo cuerpo.

Vivamos pues tal unidad, construyendo sobre la obra que otros creyentes iniciaron.

domingo, 3 de octubre de 2010

No te harás imagen, ni semejanza


Los hebreos vivieron mucho tiempo en la tierra de Egipto, pero llegado el momento se multiplicaron tanto que representaron un peligro para los intereses del Faraón. Por esta causa, Egipto exploto al pueblo de Israel cometiendo con ellos grandes injusticias. Fue entonces que Dios envío a Moisés para liberar a Israel de la esclavitud del Faraón. Los Egipcios eran politeístas e Israel tenia una revelación limitada en el conocimiento de Dios, y es en el Sinaí donde Moisés recibe de Dios los diez mandamientos. Literalmente el primer mandamiento dice así: “Yo soy Yahvé, tu Dios, el que te sacó de Egipto, país de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí. No te harás estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso” (Éxodo 20, 2-5). Debemos entender que la conciencia Israelita de la época estaba impregnada de la influencia politeísta.

Tiempo después, cuando Dios ordena a Moisés la construcción del tabernáculo ó el lugar de adoración. Dios pedirá la construcción de querubines, arcángeles (Éxodo 25,18), y figuras talladas que serán una representación del santuario celestial y serán consagradas como objetos del Templo. Siendo estas piezas una pedagogía para que los hebreos descubran por ellas la similitud con el templo celestial ó el cielo, sin existir en estas piezas ningún motivo de pecado. La carta a los Hebreos se refiere a este evento; “Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte” (Hebreos 8,5). El Tabernáculo de Moisés es una representación del mundo celestial.

Volviendo a citar el primer mandamiento para llevarlo a un contexto mas actual; “No tendrás otros dioses fuera de mí. No te harás estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra”. Sin duda el mandamiento esta ligado con evitar la idolatría, que significa poner algo por encima de Dios, sean el dinero, las posesiones, ó logros personales, etc. Jesús lo traducirá como; “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y sobre todas tus cosas”. Pero referido a “no te harás semejanza alguna de Dios”, yo tengo mi opinión. Previo al ministerio de Jesús, existieron dos hombres conocidos como “Judas el Galileo” y “Teudas”, quienes se mostraron ante los hebreos como Mesías, esto es una copia del Cristo verdadero, y quienes siguieron la copia también cargaron con el error de estos dos hombres.

Actualmente hay quienes hacen ó interpretan a Cristo a su modo ó antojo, abriéndole la puerta al sectarismo, distorsionando la enseñanza heredada por los Apóstoles y los Padres. Muchos grupos promueven con libertad su propia interpretación de las Sagradas Escrituras haciendo de sus doctrinas una “imagen ó copia” de la Palabra de Dios, mostrándola a otros como autentica ó genuina. Una interpretación equivocada que se enseña a otros como verdadera simplemente confunde y divide. Quien se aferra a su interpretación solo por sentirse iluminado y rompe su comunión con la Iglesia, ha hecho de su interpretación “un ídolo”, pues San Pablo llama a la Iglesia como la columna y el baluarte de la Verdad de Cristo (1era de Timoteo 3,15).

No fabriquemos por la ignorancia una semejanza de Dios ó de la Iglesia.