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domingo, 28 de noviembre de 2010

Esperando a Jesús desde el judaísmo


Ahora que entramos en tiempo de adviento, deseo compartir una estracto del libro “Historia del Judaísmo” de André Chouraqui. La paráfrasis que daré corresponde al capitulo sobre la espera del Mesías, espero que sea del agrado de todos los lectores el conocer: “como se espera la venida Jesús” desde el judaísmo.

Los grandes principios de la revelación del antiguo testamento, la unidad de Dios, la unidad del cosmos, la preeminencia de la luz sobre las tinieblas, del bien sobre el mal, el hombre concebido a imagen y semejanza de Dios, la existencia de la justicia, la elección de Israel, constituyeron otros tantos ejes permanentes que dieron dirección a la historia del judaísmo. Sin embargo, el motor secreto del dinamismo de la historia hebrea se situaba en la conciencia que tenían los judíos de haber sido objetos de la visitación del verbo de Dios. Todo Israel se ordenaba en relación con la esperanza concreta, carnal de la visita del Mesías.

El Mesías, el consagrado con la unción del Señor para traer salvación, es para los rabinos el alfa y la omega de las escrituras hebreas y de la creación, el punto central al que se dirige la historia de la humanidad entera. La Tora, los Profetas y más aún la historia de Israel se interpretan en función de su reino. Un ceñido conjunto de tradiciones permite precisar el conocimiento que los rabinos tuvieron del “hijo del hombre”: preexistente a la creación, idéntico al espíritu de Dios que se cernía en el origen sobre el abismo de las aguas y que sirvió de prototipo a toda la obra del Señor orientada hacia su fin: el Rey Mesías, el hijo de David, al final de los tiempos rescatará a Israel y reinará en la paz de la universal redención.

La liturgia de la sinagoga no es mas que un largo llamado para que advenga el Reino y florezca el Redentor: todo judío, varias veces al día en sus oraciones, suplica al Señor que haga venir al prometido Redentor, “que acerque al Mesías a nuestra vida y en nuestros días y en la vida de toda la Casa de Israel”: éste era el clamor urgente que salía de las profundidades del exilio: una espera apasionada, patética, que envolvía incluso al ser de Israel: el hecho se observa todavía en los ambientes judíos que han conservado la fe tradicional.

El Mesías sigue estando presente en la oración de Israel. Él es quien permite la unidad de la Casa de Israel, cuya salvación y gloria manifestará algún día, y quien le hará olvidar el calvario del exilio, su libertador.

Bien lo decía Judah Halevi: “La verdadera grandeza de Israel ha sino nunca dudar del advenimiento del Rey de gloria y tener su fiel morada en el dolor, los ojos vueltos hacia la luz que un día traspasará las tinieblas del exilio y restituirá a Jerusalén todo su esplendor”.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Salvación: la torá y los judios

(primera parte)

Acabo de terminar de leer un libro titulado “Historia del Judaísmo” escrito por André Chouraqui http://www.jus.com.mx/webjus/?p=401. Para mi fue sorprendente conocer lo que los judíos esperan del Mesías. Según el autor, el Mesías para el Judaísmo es la encarnación del Verbo de Dios, el único que tiene autoridad para restablecer el sacerdocio para Israel, siendo también el Alfa y la Omega. Prácticamente los Judíos son unos Cristianos sin Cristo, pues todos estos atributos los encontramos en Jesús. El autor también señala que para los Judíos la “torá” es el Verbo de Dios (la torá son los cinco primeros libros de la biblia). Esto también tiene un sentido Cristiano, pues dentro de la torá es a Cristo a quien encontramos, solo hay que saber interpretarlo y para esto es necesario leer, estudiar y orar.

Estos datos anteriores me hicieron reflexionar sobre el tema de la salvación pero en un sentido mas amplio desde el Antiguo Testamento. En los inicios de la historia de Israel solo se tenia una noción vaga de la salvación y el salvador. Actualmente por la literatura que nos fue heredada por Israel y los dos mil años de vida de la Iglesia cuando hablamos de salvación fácilmente lo asociamos a “salvar el alma del infierno”. Estos dos conceptos “alma” e “infierno” no los recibió ni entendió la humanidad en unos cuantos días, sino que fue necesario que transcurrieran cientos de años para entender las revelaciones dadas por el Espíritu a sus siervos. Aun así, la Iglesia por la guía del Espíritu Santo los ha profundizado y afinado para que cada generación los comprenda. Si no hubiésemos sido evangelizados no asociaríamos la infierno con castigo eterno, ni asociáramos la palabra salvación con el cielo.

Hablando sobre el tema de la salvación, decíamos que para los judíos la torá era el Verbo de Dios. Aunque los judíos entendían la salvación de un modo distinto que nosotros, debemos exponer que bajo la interpretación judía la salvación no consistía solo en una confesión de fe, para el judío no solo basta creer en la tora como Verbo de Dios para salvarse. Muchos profetas del Antiguo Testamento solicitaron a Israel obras de arrepentimiento y no simplemente la fe, el mismo Rey David escribe el Salmo 51 dando muestras de arrepentimiento tras caer en adulterio.

La vida religiosa del judío se presentaba de la siguiente manera, la costumbre religiosa era circuncidar a los hijos al octavo día de nacidos, introduciéndolos así a la alianza del antiguo testamento, no bastaba solo la circuncisión y la fe para ser salvados, sino que los judíos debían guardar las enseñanzas de la torá. Por este motivo los fariseos acusaban a Jesús de no guardar lo escrito en la torá, pero Cristo siempre tuvo un argumento a favor, porque quienes lo acusaban hacían una mala interpretación de la torá, siendo el Verbo la inspiración misma de la torá, el Verbo encarnado es Jesús.

Cristo instruye a los judíos en la caridad, el reino de los cielos, y la correcta interpretación de la ley de Dios, etc. Jesús en muchas de sus enseñanzas solicita a los creyentes la caridad y no solo la fe. La labor de Jesús se desarrolla teniendo como contexto la Jerusalén en los tiempos de la alianza del viejo testamento. Cristo establece la Nueva Alianza en la cena pascual: “Esto es mi Cuerpo, esto es mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna” (San Marcos 14:12-25), confirmándola Dios en su Resurrección. La próxima semana hare una reflexión sobre la salvación desde la perspectiva del Nuevo Testamento.

Salvación: ¿Por fe ó por obras?


(segunda parte)


La semana pasada dijimos que para el judío no bastaba solamente la fe y la circuncisión para ser salvado (aunque ellos interpreten la salvación de modo distinto). Todo judío que deseara expresar su fidelidad a Dios debía guardar las enseñanzas orales y escritas de la torá. La torá son los cinco primeros libros de nuestra Biblia, estos libros aunque están dentro del antiguo testamento no contradicen el nuevo testamento sino que lo confirman, de tal modo que para poder ser entendidos deben ser estudiados bajo la interpretación de la Iglesia.

Cristo establece la Nueva Alianza en la cena pascual: “Esto es mi Cuerpo, esto es mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna” (San Marcos 14:12-25), confirmándola Dios Padre en la Resurrección. La Iglesia nace en pentecostés y recibe la tarea de evangelizar y hacer discípulos a las naciones, la evangelización consiste en transmitir el kerigma: “pasión, muerte y resurrección de Cristo”.

Hablando sobre el tema de la salvación, no es de extrañar que dentro del nuevo testamento encontremos pasajes donde se hable de esta forma: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo”, si pensamos equivocadamente que la salvación solamente consiste en creer, entonces el arrepentimiento no tendría sentido porque no seria necesario. Si analizamos la obra de Cristo, puedo decir que su encarnación es una obra de caridad para los hombres, pues tras su encarnación la simple fe hacia un Dios invisible se ve cubierta de una realidad tangible en Jerusalén. La obediencia de Jesús para con el Padre es un ejemplo de una obra concreta y no un simple acto de fe que se desliga de las obras. Para que Cristo nos alcanzara la redención fue necesario su obra y no solamente su fe, Cristo acompaño su fe con sus obras para ejemplo de todos: “pasión, muerte y resurrección”.

Algunos creen y enseñan que solamente la fe salva, por lo general citan deliberadamente la carta de San Pablo a los Efesios: “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9). Si leemos con atención nos daremos cuenta que San Pablo dice: “han sido salvados por la gracia siendo la fe un medio” y no afirma “han sido salvados por la fe sin merito de la gracia de Dios”. Es por medio de la gracia como el hombre se purifica, siendo la gracia lo que produce en el ser humano el “deseo” de obrar la caridad pues ya lo dijo el Apóstol Santiago: La fe sin obras esta muerta (Santiago 2:26). La gracia es un don de Dios y el hombre accede a ella por medio de la fe. En los sacramentos, la oración y la lectura divina recibimos gracia y somos fortalecidos por ella. La salvación Cristiana no viene solo por la fe ó solo por la obras, sino que es por gracia y en esto se conjugan la fe y las obras, siendo la gracia como una sabia que nos mueve a ser semejantes a Cristo en fe y en obras.

“Dirá después Cristo a los que estén a su izquierda: ¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; era forastero y no me recibieron en su casa; estaba sin ropa y no me vistieron; estuve enfermo y encarcelado y no me visitaron. Estos preguntarán también: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?, El Rey les responderá: En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí” (San Mateo 25:41-46). Hay que creerle a Cristo y obrar.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Ángeles y Santos


Después Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron también sus discípulos. Llegados al lugar, les dijo: “Oren para que no caigan en tentación”. Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba con estas palabras: “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Entonces se le apareció un ángel del cielo para consolarlo. Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo (Lucas 22:39-44).

En este pasaje leemos parte de la agonía de Jesucristo en el huerto de los Olivos previo a su arresto, como sabemos Cristo será arrestado, juzgado y crucificado. Muchos débiles en la fe preguntan: ¿Por qué El Padre permitió este sufrimiento? Ó ¿Por qué El Padre no escucho las oraciones de Cristo?. Pero, la realidad es otra, pues como leemos, al terminar Cristo de decir: “no se haga mi voluntad sino la tuya” es cuando El Padre envía un Ángel para animarlo y consolarlo en su pena, esto es señal de que Dios si está atento a las oraciones, aunque no las atienda en el modo, en la forma y en el tiempo que nosotros queremos, pues si Dios atendiera nuestras peticiones a nuestro modo, entonces ¿quién seria el siervo?.

La agonía de Cristo es la agonía de un hombre, un hombre que a la vez es Dios mismo. Siendo pues Dios y hombre a la vez, podemos encontrar una debilidad humana ante la inminente crucifixión: “Cristo es fuerte por ser Dios y es débil porque es humano”. Y en su sufrimiento fue consolado por el Ángel cuando Judas lo traicionó, y si Cristo siendo mayor a cualquier hombre aun así fue consolado, porque habremos de negar la necesidad de ser consolados por un Ángel ó de recurrir a la protección de uno de ellos, pues desde niños rezamos: “Ángel de la guarda…, no me desampares”. ¿Por qué habremos de olvidar esta creencia?, siendo que Cristo aun mas poderoso que nosotros no despreció el consuelo y recibió de aquel Ángel el animó para poder superar aquello, ¿Por qué nosotros siendo menos, habremos de despreciar este regalo?.

Miremos también la transfiguración de Cristo donde Moisés y Elías son presentados en el monte ante los ojos de los Apóstoles: Pedro, Santiago y Juan. Muchos podrían pensar que la presencia de Moisés y Elías significan una aprobación a la labor de Cristo en Jerusalén, pero no será también que en este acontecimiento Dios quiso mostrar a Pedro, Santiago y Juan, la obra que Dios realizó en estos dos hombres del antigua alianza, a tal grado que Dios manifestó la familia celeste siendo esto del agrado de Pedro pues quiso quedarse entre ellos y exclamo: “Señor, es bueno quedarnos aquí, hagamos tiendas para nosotros y para ellos” (San Mateo 17:1-8). Mostrando el Padre a Moisés y Elías nos manifiesta aquello a lo que la especie humana puede aspirar por la acción de Dios, ¿Por qué habremos de desecharlo? Ó ¿Por qué no habremos de compartirlo al transmitir la fe?. Pues aun otros dos evangelistas manifiestan a la Iglesia este evento.

No nos avergoncemos de tener una familia viva en los cielos, de hombres y mujeres que estando en el mundo aspiraron a servir a Dios, pues Dios desde las Sagradas Escrituras nos ha mostrado a que podemos aspirar. No tengamos miedo de pedirle a Dios la compañía de un Ángel que este a nuestro cuidado, pues cuando Cristo sufría recibió de Dios el consuelo por medio de aquel Ángel.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Dios se hizo semejante a los hombres para siempre


En una ocasión estaba reflexionado sobre el matrimonio. Desde mi niñez mis padres velaron y apoyaron por mi educación: pre primaria, primaria, secundaria, preparatoria, universidad, la mayor parte de mi vida me la he pasado estudiando. Al terminar la universidad pensé: ¡Por fin se acabaron para siempre las clases!. Como profesionista recién egresado, me esforcé por trabajar, estructurar un plan de ahorro, e incrementar los conocimientos en mi profesión para poder acceder a mejores oportunidades, todo este esfuerzo debía ser para algo, para alguien, pues desde mi niñez fui enrolado en esta larga travesía de preparación y previsión para “tener algo que ofrecer”. Siendo ya un adulto y viendo mis logros, errores y planes futuros, pensaba: “Todos mis logros y todo lo que tengo sea en el presente o futuro será ofrecido a la mujer que quiera compartir su vida conmigo en Matrimonio. Debo ser sabio, pues seria una lástima que la mujer con quien decida hacer mi vida venga a terminar destruyéndola, ojala me sepan valorar y yo sepa valorarla correctamente. Si en mi matrimonio viene la carencia que mi mujer no me abandone, si viene la prosperidad que no se confíe, si viene la tentación que huya y que no la alimente. En pocas palabras que seamos la compañía mutua y fiel”. ¡Cuantas cosas me pasan por la cabeza!, pero la verdad es que me siento tan bien y tan agradecido, que espero que el Matrimonio sea para vivir mejor y no para vivir peor, pues si es para vivir peor mejor me quedo como estoy.

¿Y todo esto que tiene que ver con Dios?. Creo que Dios es mas inteligente que todos los inteligentes de este mundo, creo que Dios conoce mas sobre la historia que cualquier historiador y aun así creo que Dios conoce mas sobre el futuro que cualquiera que pretenda descifrarlo por cualquier método. Y si para un hombre mortal como yo le es tan complicado encontrar una mujer con la cual comparta su vida y ser una sola carne por aquello que fue dicho: “Por esta causa dejara el hombre a su Padre y Madre para unirse a una Mujer y los dos serán una sola Carne”. También en el sentido religioso debemos entender que el Verbo de Dios se encarnó de María y se unió al genero humano para siempre, dado que el Verbo que no tenía cuerpo físico al nacer de María la Virgen fue visto en el mundo como un hombre, murió y resucitó no como Verbo sino como un hombre, y una vez muerto y resucitado no puede morir jamás y de esta forma Dios se ha unido al genero humano para siempre. Sobre Cristo resucitado podemos leer: “Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que yo tengo” (Lucas 24:39).

En el matrimonio dos se unen por amor pues desean hacer una vida juntos hasta que la muerte los separe. Apreciemos como Dios ha deseado unirse para siempre con el genero humano, compartiendo todas sus riquezas y sus triunfos, invitándonos a una unidad que no terminara nunca dado que Cristo es Dios y hombre que vive para siempre, y que no escatimo repartir su Gracia a pesar de nuestros errores e ignorancia, pues El no es un ser que se haya unido al genero humano por conveniencia buscando la felicidad como lo hacen los novios en la tierra, sino que Dios en su Caridad ha mirado la pobreza espiritual de nuestra especie y se ha compadecido haciéndose semejante a los hombres, para que todos los hombres se hagan a semejanza de Cristo y así obtengan las riquezas de su Espíritu.

Dios se hizo semejante a los hombres para siempre.

En las bancas de nuestros templos hay jóvenes llenos de dudas

Estando en la primaria (1984) mi papá nos llevo a una cabina de radio, en aquel entonces no todos tenían acceso a la información como hoy. La persona que operaba la cabina nos puso un tape sobre “futurología”. Futurólogo es la persona que por medio de las estadísticas y análisis del comportamiento social crea hipótesis que suponen la vida ordinaria de las futuras generaciones. Lo que no he podido olvidar de aquel estudio de 1984 fue que el especialista decía: la generación futura próxima aun antes de terminar su desayuno podrán intercambiar información con gente de otros países, no habrá necesidad de salir de casa, y para la primer década del año dos mil, dos hombres contraerán matrimonio. Esto para mi era inimaginable, simplemente mi entendimiento de niño no podía asimilar aquello, es como si alguien hoy sostuviera la creencia de que en treinta años mas el “círculo” se convertirá en “cuadrado” sin dejar de ser círculo.

Tiempo después y aun en mi niñez, en unas vacaciones escuche una conversación entre mi tía que nos visitó desde el Distrito Federal y mi madre; “Hermana, es que en ciudad de México las jovencitas se meten con los novios antes de casarse”, yo como niño me preguntaba: ¿Por qué una mujer desea dejar de ser virgen antes de contraer matrimonio? ¿Qué no para casarse hay que ser virgen?. Recuerdo que en la secundaria (1989) nos dieron la clase de “educación sexual” y como jóvenes nos daba mucha pena hablar sobre el tema delante de los maestros. También recuerdo que estando en la preparatoria (1992) se aprobó una ley para vender preservativos en las farmacias, en aquel entonces como adolescentes ver los condones enseguida de los cigarros y los chicles era algo que no lo percibíamos muy normal. Después estando en la universidad (1995), recuerdo que un amigo fue papá antes de terminar la carrera y su esposa dio a luz antes de casarse, curiosamente un francés con quien teníamos trato en aquel tiempo comento; “En Europa si la gente tiene hijos no se casa, cada quien hace su vida por su lado”, en aquel entonces no podía imaginar que una pareja tuviera un hijo y optara por separarse sin ni siquiera intentar el matrimonio.

Hoy sabemos que la hipótesis propuesta por el futurólogo en 1984 fue acertada, sus estudios sobre el comportamiento social realmente plasmaron el comportamiento social de las próximas generaciones. Hoy el tema de la virginidad ya ni siquiera se comenta incluso suena hasta ridículo, pues se da por sentado el derecho a la relación sexual prematrimonial. Hoy si dos personas tienen un hijo si lo desean se casan ó hacen su vida por distintos rumbos.

Hacia memoria de cómo es que se fue defendiendo todos estos “derechos” en pos de la felicidad: “no necesito estar casado para hacer el amor”, “si no somos felices es mejor separarnos”, “es mi cuerpo y yo tengo derecho a decidir sobre mis deseos”. Y así fue como mi generación creció con frases y argumentos en defensa de la libre sexualidad, creándonos a todos estas ideas ó ideales sexuales que nos traerían una felicidad. Pero hoy en pleno 2010, volteo alrededor y lo que observo es una juventud deprimida, sin ideales, madres solteras, matrimonios que duran menos de un año, abortos, pareciera que el matrimonio para toda la vida es algo inimaginable. Ahora pienso que cuando la sociedad estaba mas acotada en su pensamiento sexual se veía mas feliz.

En las bancas de nuestros templos hay jóvenes llenos de dudas, dudan de la Iglesia, de Cristo, de la moral y de todo, pues hoy todo esta puesto a discusión. Si el padre de familia no vive su fe ni se prepara para conocerla, los hijos menos lo harán. ¿A dónde vamos a parar, si es que como laicos no hacemos nada para educar a otros en la enseñanza de Jesús?.