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martes, 4 de enero de 2011

Un pacto llamado matrimonio


Deseo hacer una analogía entre el sacramento del matrimonio y el nacimiento de Jesucristo. La analogía es la relación de semejanzas entre cosas distintas. Como introducción puedo decir que los dos eventos parten de las promesas y las alianzas, de la fidelidad y el amor del uno por el otro.

Cuando estudiamos historia de la salvación, conocemos que Dios llamo a Abraham estableciendo un pacto con el, Dios le prometió una gran descendencia, y la señal de aquel pacto fue la circuncisión. De Abraham nació Isaac y de este Jacob, y a Jacob Dios le llamo Israel, este tuvo doce hijos que serian la totalidad del pueblo de Dios, y del pueblo de Dios nació Jesucristo, Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad. El Verbo al encarnarse es la plenitud de aquella alianza con Abraham. Siendo Dios fiel a sus promesa, envío a su hijo nacido de María, según las profecías de la primer alianza. Dios no envío a su hijo fuera de la alianza sino dentro de ella, dando plenitud aquello que había prometido. Cristo es “el hijo prometido” que traerá vida.

En este breve boceto de la historia de la salvación, podemos encontrar una analogía con el matrimonio sacramental, pues los enamorados hacen votos el uno al otro y son fieles aun sin estar casados, y aguardan por recibir el sacramento del matrimonio, y una vez establecido dicho pacto, dan plenitud al pacto del matrimonio trayendo un “hijo”, y de esta forma el pacto es indivisible, pues en el “hijo” la pareja es una sola carne hasta la muerte, he incluso si los cónyuges desearan romper su matrimonio no podrán pues en su hijo han quedado unidos como una sola carne hasta la muerte pues serán “padre y madre”.

Así como Dios al querer encarnarse solicito de María su vientre, el autor de la vida a dotado al ser humano de miembros para producir la vida, con el fin de que estos establezcan la vida por medio del pacto del matrimonio que es una alianza de amor, para ser una sola carne en un amor trinitario: “padre, madre e hijos”, unido en el amor y no en la discordia.

Miremos como es que Dios trajo a su hijo al mundo dentro de un pacto sin profanarlo, ni corromperlo. La humanidad cuando hace uso de sus miembros fuera de una alianza de amor profana sus miembros, porque la profanación usa lo sagrado sin respeto, y toda vida debe ser respetada, sin invalidar su derecho a nacer dentro de un pacto de amor. Pero es el egoísmo de los que profanan sus miembros y otorgan a otros la desdicha de venir al mundo fuera del pacto de amor que es el matrimonio, estos hijos claman: ¿Por qué mis padres no están unidos?, ¿Por qué me aman pero no se aman entre si?, ¿Quién los ha dividido?.

Cristo nació dentro de un pacto, y por El y por María es como Dios engendra a la Iglesia. Dios no obra sin establecer un pacto, pues Dios no envío a su hijo al mundo fuera de una alianza. Dios nos ha provisto de una vida en el Espíritu engendrándonos en un pacto de amor. Traigamos hijos al mundo usando nuestros miembros dentro de una alianza llamada matrimonio. Otorguemos a los no nacidos la alegría de nacer en una alianza establecida en el amor.