Elíseo estaba enfermo de muerte. Joás, rey de Israel, fue a visitarlo; al verlo, se echó a llorar y decía: "¡Padre mío, padre mío, carro y caballería de Israel!". Y Eliseo le dijo: "Toma un arco y flechas". Joás tomó un arco y flechas. Y Elíseo ordenó al rey de Israel: "Pon tu mano en el arco". Él puso su mano, y Elíseo puso la suya sobre las manos del rey. Y añadió: "Abre la ventana de oriente". El rey la abrió. Y Elíseo dijo: "Dispara". Y él disparó. Elíseo exclamó: "¡Flecha de victoria de parte del Señor! ¡Flecha de victoria sobre Siria! Derrotarás a Siria, en Afec, hasta el exterminio". Y añadió: "Toma las flechas". Y las tomó. Elíseo entonces ordenó al rey de Israel: "Golpea el suelo". Lo golpeó tres veces, y se paró. Entonces el hombre de Dios se irritó contra él y dijo: "Si hubieras golpeado cinco o seis veces, habrías derrotado a Siria hasta exterminarlo; pero ahora lo derrotarás sólo tres veces". Elíseo murió y fue sepultado. (2da de Reyes, 13:14-20)
Es importante considerar que en la historia de Israel la revelación fue dada de modo paulatino y a lo largo de los siglos su conocimiento de Dios incremento hasta llegar a lo revelado por Jesucristo. En los tiempos antiguos de la religión de los Hebreos una victoria militar se interpretaba como una bendición dada por Dios, hoy por la enseñanza de Jesús sabemos que debemos amar a nuestros enemigos aunque desgraciadamente en las naciones bautizadas la guerra la justifiquen los gobernantes usando otros argumentos (libertad, soberanía, independencia, democracia).
Elíseo fue uno de los profetas mas importantes del Antiguo Testamento, Elíseo fue sucesor del profeta Elias tras su partida por recibir una doble parte de su espíritu y su manto. Elíseo realizó grandes Milagros, multiplicó el aceite de una viuda, durante una hambre alimentó a cien hombres con veinte panes, ordenó a Naamán que se bañara en el Jordán para sanarse de la lepra, y después de su muerte un difunto recobro la vida solo por haber tenido contacto con los restos del profeta. Me parece muy interesante encontrar en las sagradas escrituras que Elíseo falleció por una enfermedad, parece irónico que un profeta sane a otros pero así mismo no pueda curarse, esto me hace recordar aquellas burlas de los fariseos al pie de la cruz: “Jesús, salvate a ti mismo”, “Porque no desciendes de la cruz para que creamos en ti”, “a otros salvo y así mismo no se puede salvar”. En esta enfermedad acontecida en la vida del profeta hay una gran enseñanza de humildad al reconocer que nuestro cuerpo es imperfecto, débil y que no estamos exentos del sufrimiento solo por ser siervos de Dios. El profeta manifiesta estar en paz con Dios y no reclamarle por lo que le acontece, Dios se hace compañero de Elíseo en su enfermedad pues aun con este mal el profeta anuncia a Joas lo que esta por acontecer en Israel (el Espíritu permanece en Elíseo sin perder su labor).
En la actualidad existen muchos charlatanes que nos hacen creer que de Dios podemos recibir todo aquello que deseemos solo por cumplir mandas, darles ofrendas o hacer lo que ellos nos digan. Sintamos alegría cuando Dios nos sana de milagro, pero no perdamos la esperanza cuando tengamos que lidiar con algún mal, reconozcamos que Dios es un ser autónomo, soberano, impredecible, fiel a sus promesas y que El da y otorga según lo que El disponga. No caigamos en la trampa de los charlatanes que solo desean nuestro dinero y se aprovechan de nosotros en nuestras necesidades, haciendo un mal uso de la fe. Miremos el caso de Elíseo, gran profeta, gran hacedor de milagros que irónicamente falleció enfermo, consideremos que en el antiguo testamento la enfermedad se asociaba con el pecado así que pensemos la cantidad de rumores que esto pudo despertar en el pueblo entorno a la fiabilidad de la labor de Elíseo. Aun así, bajo el entendimiento humano de su época, el profeta tiene una actitud cordial ante Dios, sin reclamos, ni quejas, tomando a Dios como lo que el Es, creador que no desampara a los fieles de su alianza. Siglos después a los hebreos les sera revelado que Dios es fiel con su pueblo como un marido que ama a su esposa en lo prospero y en lo adverso. Dios es compañía nuestra en la alegría y en la enfermedad.