Una
vez que el fariseo Saulo de Tarso se convierte al evangelio de Jesucristo y
cambia su nombre a Pablo será en uno de los personajes más importantes de la
Iglesia en el siglo primero, conocido por nosotros como San Pablo. Este apóstol
describe en la carta a los gálatas la sorpresa de los cristianos al verlo anunciar
a Jesucristo; “El que antes nos perseguía ahora anuncia la buena nueva de la fe
que entonces quería destruir…”. San Pablo antes de su conversión fue un fariseo
defensor del Judaísmo, un fanático enemigo de los cristianos, que encarcelaba, que
enjuiciaba, que consentía y promovía la muerte de todo aquel que anunciara a
Cristo. Entre los primeros cristianos la conversión del fariseo era un signo
del poder de Dios, incluso, algunos creyentes dudaban de San Pablo pues no
concebían la conversión del fariseo asesino de creyentes. He querido poner el
caso de esta conversión porque es sin duda un milagro de Dios, de algo que para
los hombres era inimaginable, imposible, un caso perdido, pero recordemos que para
Dios todo es posible. “Un camello si
puede entrar por el ojo de una aguja” siempre y cuando Dios transforme al
camello.
Recordemos
la plática entre el joven rico y Jesús; En
esto se le acercó uno y le dijo: “Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para
conseguir vida eterna?” Él le dijo: “¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno?
Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”.
“¿Cuáles?” le dice él. Y Jesús dijo: “No matarás, no cometerás adulterio, no
robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y
amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Dijo el joven: “Todo eso lo he guardado;
¿qué más me falta?” Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que
tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y
sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía
muchos bienes. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Yo os aseguro que un rico
difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que
un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino
de los Cielos”. Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: “Entonces,
¿quién se podrá salvar?” Jesús, mirándolos fijamente, dijo: “Para los hombres
eso es imposible, mas para Dios todo es posible” (San Mateo 19:16-26).
Muchos
interpretan este verso como si fuese algo exclusivo para las personas que
tienen muchas posesiones, pero, también afirmo que hay quienes tienen pocas
posesiones y estas también les son de impedimento para seguir a Jesús. Si
revisamos el texto nos daremos cuenta que el joven rico en realidad era un
justo porque confiesa haber guardado los mandamientos, aunque para llevar una
vida consagrada que es algo extraordinario si es necesario renunciar a todo sin
importar el estrato social, solo imaginemos lo difícil que es para nosotros
renunciar a los planes futuros que ni siquiera son tangibles. El impedimento
puede ser material ó intangible. Los discípulos preguntan: Entonces, ¿Quién se podrá salvar? porque la frase del camello y la
aguja es perturbadora, aunque más bien parece una analogía que retrata el
esfuerzo del hombre por entrar al reino de los cielos por sus meritos sin la
asistencia de Dios, es imposible, es un esfuerzo inútil.
Para
concluir, creo que Dios no va cambiar las dimensiones de la puerta del reino,
mas bien va transformar aquellos que deseen entrar para que entren. No te
frustres queriendo hacer entrar a un camello por el ojo de una aguja, sigue
anunciando y pídele a Dios que haga el milagro.