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miércoles, 13 de febrero de 2013

El duro oficio de ser Papa


Cito una parte del evangelio; “Cuando Jesús terminó de hablar, dijo a Simón: ‘Navega mar adentro, y echen las redes’. Simón le respondió: ‘Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes’. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: ‘Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador’...”. Este fragmento corresponde a la lectura del evangelio de la misa del domingo 10 de febrero (San Lucas 5:1-11). En esa misa, meditaba sobre el duro oficio de Simón a quien Jesús llamo Cefas que significa “piedra” que conocemos por San Pedro ó el primer Papa. Del pasaje, llamaba mi atención la incredulidad de Simón ante la petición del Señor de echar las redes, también, su cansancio y su decepción: ‘hemos trabajo la noche entera y no hemos sacado nada’. El texto afirma que, tras una pesca prominente fue necesario la ayuda de otros, esa cooperación me hizo meditar sobre la cantidad de creyentes al interior de la Iglesia, en realidad somos muchos y los obreros pocos. Somos alrededor de 1, 118, 992,000 católicos en el mundo.
Tras aquella inspiración del texto dominical, me sentía motivado para escribir sobre el Papa y su dura labor religiosa, pero, precisamente al día siguiente, Benedicto XVI haría pública su renuncia. Sin duda, Dios nos haría meditar sobre el papel del Papa en el mundo. La noticia de la renuncia puede ser escandalosa para miles de católicos, a firmo que lo será para aquellos que no están firmes en la fe, para aquellos que son “como rocas donde la semilla cae y no produce raíces”, sin embargo, para los que son tierra fértil la noticia de Benedicto puede perturbarlos pero no serán movidos fácilmente de la Iglesia. Es de esperarse la postura de los hermanos protestantes y anti católicos que verán la renuncia de Benedicto como un halago hacia sus posturas religiosas e ideológicas, mirando la paja en el ojo ajeno sin distinguir la viga que cargan en sus ojos. De mis hermanos ortodoxos tal vez no escuchare pronunciamiento, y no dudo que miraran con piedad a Benedicto. Esta es una noticia sumamente importante. Pero, afirmamos que Benedicto ó el hermano Ratzinger no ha renunciado a Jesucristo, ni a la Iglesia, mas bien, ha decidido renunciar al oficio de ser Papa para dedicar su vejez a la oración. Para los que nunca lo supieron, Ratzinger quiso retirarse antes de ser Papa, pero, en su anécdota confeso que ver a Juan Pablo II siendo Papa con mal de Parkinson superándolo en edad lo inspiro a seguir adelante. Es muy duro para un hombre mayor de 80 años convivir con un mundo como el nuestro que cambia tan vertiginosamente. Esto me hace recordar las palabras del padre Humberto Ponce cuando se refirió a las transformaciones dentro de la Iglesia; "nuestra generación no está acostumbrada a tantos cambios, uno no termina de adaptarse cuando ya vienen cosas nuevas, la generación de ustedes vive en un cambio constante…".

La renuncia de Ratzinger es un ejemplo claro para afirmar que el Reino de Dios no es una dictadura, Dios es amor que libera para que las personas decidan.  
Elevemos una oración para dar gracias por el servicio del hermano Ratzigner, reconozcamos en él la valentía de su honestidad y aprendámosle la enseñanza tacita de su acto; dentro de la Iglesia también hay labores menos apreciadas que pueden lucir ante los ojos de cualquiera como menos trascendentes, pero, estas pueden llegar a satisfacer el corazón de los hombres más humildes.