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lunes, 17 de junio de 2013

Por "nosotros es"

“Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa” (San Marcos 9:38-41).
Este pasaje comúnmente es usado en nuestras parroquias para promover la tolerancia religiosa. Es correcto afirmar que no podemos, ni debemos prohibir a otros el anunciar a Jesús, esto es quizá un derecho de todo creyente, pero tal regalo no significa tampoco que Cristo entregue la autoridad a otros para así establezcan sus doctrinas sobre aquellos que El escogió.  
Hoy en día en la pluralidad religiosa, parece que cualquiera que toma una biblia se siente con facultad de algo, forma su grupo y añade interpretaciones nuevas a las tantas ya existentes. En este buffet de creencias religiosas, la fraternidad y la piedad están quedando en el olvido, esto es, el respeto a las creencias ajenas y el amor por las almas perdidas. Cuando se olvidan tales cosas que son esenciales, se anidan los egos y las discordias. Al menos en nuestras parroquias se anuncia la tolerancia, pero fuera de nuestra Iglesia existen grupos religiosos fundamentalistas e intolerantes que no solo se oponen al catolicismo sino que tampoco pueden tener comunión entre sí por su fanatismo.
Debo afirmar que el texto bíblico citado es tanto para nosotros los católicos pero también para los creyentes de otras confesiones Cristo céntricas: “No se lo prohíbas, ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí”. Lo interesante del texto y que pocas veces es meditado, es que en el siguiente versículo Jesús cambia su afirmación del “singular” a “plural”: “el que no es contra nosotros, por nosotros es”. Cristo pone en claro que los apóstoles son quienes están con él. Al hacer uso del “nosotros” deja en claro que se refiere a “ellos”, Jesús y los apóstoles. En este cambio de “singular” a “plural” esta el sentido grupal de la labor de Jesús, ósea, la Iglesia. Es en “El y nosotros (apóstoles)” donde se encuentran los sacramentos, es en “El y nosotros (apóstoles)” donde se encuentra el pensamiento del Apóstol: “muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (San Juan 21:25).
Pilar de la Iglesia es la herencia de los Apóstoles. No en baldé, el Nuevo Testamento tiene infinidad de ejemplos donde los Apóstoles exportaron en contra de las enseñanzas erróneas ò caducas, sin prohibirle a nadie hablar de Jesucristo. La exhortación es para corregir el error.
Para terminar, vale la pena mencionar la libertad que algunos grupos han encontrado dentro de la Iglesia Católica, por mencionar algunos: los “anglicanos católicos” aceptados por Benedicto XVI cuando estos se opusieron a las reformas anglicanas referente a la ordenación y matrimonio homosexual, también, los “judíos católicos” que son creyentes de Jesucristo con tradición hebrea, ò la Iglesia Maronita fundada por San Marón que está en comunión con la Iglesia Católica. Me atrevo a decir que cualquier grupo religioso que acepte a Jesucristo, el papel de los apóstoles sobre todo la figura de San Pedro como obispo de obispos y el catecismo de la Iglesia Católica tiene las puertas abiertas para estar en comunión con nosotros si así lo solicita al sucesor de San Pedro. Si sus tradiciones, costumbres ò creencias no se oponen a las nuestras: “por nosotros es”.



   

lunes, 10 de junio de 2013

Los ateos y los bautizados

La semana pasada estuvimos reflexionando sobre la salvación y la ley natural, esta última es la vocación ò instinto natural que los hombres tienen hacia la justicia y la caridad sin importar su credo.
Gracias a internet tengo contacto con personas de distintas ideologías, entre ellos los ateos. A veces noto en ellos esas “discusiones del siglo pasado” donde “el creyente debe convencerlos de que Dios existe” y estos en su comodidad “solo piden pruebas tangibles”. Para mí una discusión de estas no tiene sentido porque entiendo que la fe es algo divino, el padre Humberto Ponce constantemente nos repetía “aprendamos a vivir el misterio de Jesucristo”, ¿si la Trinidad es un misterio no es de necios querer entender ò explicar el misterio?, el misterio esta para vivirse no para explicarse. Lo que si podemos explicar es la Iglesia: su historia, su postura, la biblia, etc. Es inútil discutir como “un fundamentalista religioso” con personas que tienen un credo distinto ò carecen de él, puedo compartir mis conocimientos en torno a la religión pero me reconozco débil porque yo mismo no puedo entender a Dios, puedo vivirlo y estar en El como decía San Pablo aunque Dios permanezca oculto en nosotros como un misterio.
Sobre el ateísmo, encuentro una postura fundamentalista que es una “pseudo religión” pues no solo niega la existencia de Dios sino que añade  prejuicios casi a manera de dogmas: “la religión es enemiga de la ciencia” (error), “la religión impide el pleno raciocinio” (error), “la religión es intolerante” (error, el ateísmo también lo ha sido, para ejemplo la persecución de Stalin en Rusia). Esta clase de “ateos” acompañan su postura promoviendo una fobia hacia los credos, casi consideran al credo como el enemigo. Por otra parte, existe un ateísmo moderno que no niega las virtudes de los credos, por ejemplo, el pensador ateo Paolo Flores d’Arcais en un debate junto a Ratzinger afirma que “el mundo debería seguir la enseñanza de Jesucristo cuando se refiere a que tu hablar sea ‘si’ cuando es ‘si’ y ‘no’ cuando es ‘no’ para derribar así el imperio de la hipocresía que gobierna este mundo”. Puedo decir que este ateísmo es un tanto “contemplativo” pues aunque no cree en Dios no niega la virtud de la enseñanza, en cambio el ateísmo “carnal” niega toda virtud emanada del credo (quizá por complejos, inseguridades, soberbias). La postura de d`Arcias me satisface porque aun siendo ateo se desprende del prejuicio y cliché para dar razón a Jesucristo en una verdad fundamental: ¡la integridad!. Flores incluso se atreve a decir “el hombre no puede vivir sin fe”, aclarando que: “si bien no se cree en Dios ni en el dogma, todo hombre necesita la fe para vivir, fe en sus ideales, fe en el futuro, fe en sus hijos”.
Como bautizados el tema del ateísmo puede resultarnos perturbador, por esto vale la pena citar un fragmento del Salmo 53; “El necio se dice a sí mismo: "No hay Dios". Todos están pervertidos, hacen cosas abominables, nadie practica el bien. El Señor observa desde el cielo a los seres humanos, para ver si hay alguien que sea sensato, alguien que busque a Dios…”. Cabe mencionar que el Salmista reprueba la incredulidad pero no por ella misma sino por la corrupción: “nadie practica el bien”. Como personas podemos entender la postura atea porque ‘nadie puede comprender el misterio de Dios’ (se justifica en la limitación humana), pero, toda persona con credo ò sin él, si da rienda suelta a su egoísmo irremediablemente traerá injusticia para todos.

Para terminar, es una lástima que hagamos de la evangelización una discusión ideológica: ‘si piensas que Dios existe te salvas’, ‘si piensas que Dios no existe te condenas’, ¡no, es un absurdo!, recordemos que para nosotros la fe por sí sola no sirve de gran cosa, “la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:14-25). Lo importante es la conversión, el cambio de la injusticia hacia la justicia, la fe es útil para no claudicar y no dejarse vencer por la corrupción. Flores d’Arcais le da la razón a Jesucristo en lo referente a la integridad porque el pone la ética por encima de su postura. El bautizado y el ateo cuando buscan la piedad y lo que es justo tienen un ideal en común. ¡Amén!