“Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos
visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se
lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis;
porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de
mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. Y cualquiera que os
diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo
que no perderá su recompensa” (San Marcos 9:38-41).
Este pasaje comúnmente es usado en nuestras
parroquias para promover la tolerancia religiosa. Es correcto afirmar que no
podemos, ni debemos prohibir a otros el anunciar a Jesús, esto es quizá un
derecho de todo creyente, pero tal regalo no significa tampoco que Cristo
entregue la autoridad a otros para así establezcan sus doctrinas sobre aquellos
que El escogió.
Hoy en día en la pluralidad religiosa, parece
que cualquiera que toma una biblia se siente con facultad de algo, forma su
grupo y añade interpretaciones nuevas a las tantas ya existentes. En este
buffet de creencias religiosas, la fraternidad y la piedad están quedando en el
olvido, esto es, el respeto a las creencias ajenas y el amor por las almas
perdidas. Cuando se olvidan tales cosas que son esenciales, se anidan los egos
y las discordias. Al menos en nuestras parroquias se anuncia la tolerancia,
pero fuera de nuestra Iglesia existen grupos religiosos fundamentalistas e
intolerantes que no solo se oponen al catolicismo sino que tampoco pueden tener
comunión entre sí por su fanatismo.
Debo afirmar que el texto bíblico citado es
tanto para nosotros los católicos pero también para los creyentes de otras confesiones
Cristo céntricas: “No se lo prohíbas, ninguno hay que haga milagro en mi
nombre, que luego pueda decir mal de mí”. Lo interesante del texto y que pocas
veces es meditado, es que en el siguiente versículo Jesús cambia su afirmación del
“singular” a “plural”: “el que no es contra nosotros, por nosotros es”. Cristo
pone en claro que los apóstoles son quienes están con él. Al hacer uso del
“nosotros” deja en claro que se refiere a “ellos”, Jesús y los apóstoles. En
este cambio de “singular” a “plural” esta el sentido grupal de la labor de Jesús,
ósea, la Iglesia. Es en “El y nosotros (apóstoles)” donde se encuentran los
sacramentos, es en “El y nosotros (apóstoles)” donde se encuentra el
pensamiento del Apóstol: “muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se
escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que
se habrían de escribir” (San Juan 21:25).
Pilar de la Iglesia es la herencia de los Apóstoles.
No en baldé, el Nuevo Testamento tiene infinidad de ejemplos donde los Apóstoles
exportaron en contra de las enseñanzas erróneas ò caducas, sin prohibirle a
nadie hablar de Jesucristo. La exhortación es para corregir el error.
Para terminar, vale la pena mencionar la
libertad que algunos grupos han encontrado dentro de la Iglesia Católica, por
mencionar algunos: los “anglicanos católicos” aceptados por Benedicto XVI
cuando estos se opusieron a las reformas anglicanas referente a la ordenación y
matrimonio homosexual, también, los “judíos católicos” que son creyentes de
Jesucristo con tradición hebrea, ò la Iglesia Maronita fundada por San Marón
que está en comunión con la Iglesia Católica. Me atrevo a decir que cualquier
grupo religioso que acepte a Jesucristo, el papel de los apóstoles sobre todo
la figura de San Pedro como obispo de obispos y el catecismo de la Iglesia
Católica tiene las puertas abiertas para estar en comunión con nosotros si así
lo solicita al sucesor de San Pedro. Si sus tradiciones, costumbres ò creencias
no se oponen a las nuestras: “por nosotros es”.