La semana siguiente Carlitos asistió al catecismo y dentro de la Iglesia le toco escuchar una parte del sermón del monte: “Felices los que lloran, porque recibirán consuelo” (San Mateo 5:4), este verso lleno la cabeza de Carlitos con interrogantes, “¿Cómo es que una persona que llora puede ser feliz?”, para Carlitos las lagrimas siempre habían sido señal de tristeza y la risa signo de alegría.
Al llegar a su casa Carlitos dice a su papa: “¿Qué es el consuelo?”, el papa contesta: “Consuelo es el alivio que se siente de una pena, ó un dolor por haber vivido un mal, ¿Por qué lo preguntas?”, “es que he escuchado que ¡todo aquel que llora será feliz porque recibirá consuelo!, pero quiero saber si ese alivio que da el consuelo es solamente por algunas de mis lagrimas ó por todas mis lagrimas”, el papa pensativo en su respuesta le dice: “Pero tu casi ni lloras, ó cuando lo haces son por cosas que realmente no merecen las lagrimas, ¿Crees que Dios deba darte consuelo por que lloras por cosas que no valen la pena?”, Carlitos dice a su papa: “¿Jesús lloro?”, y su papa contesta: “literalmente no lo se, pero si recibió consuelo de parte de Dios, hay quienes llevan lagrimas por dentro y no las externan, no se si Jesús lloro, tal vez si, pero no lo se”.
A la vuelta de los días Carlitos y su papa vuelven a mirar la segunda parte de aquel reportaje sobre la pobreza, Carlitos mira las cajas de cartón, los niños jugando entre la basura y en medio de los perros, y dice a su papa: “¿ellos llevan lagrimas por dentro?” su papa contesta: “tal vez”, y Carlitos le dice: “Si yo viviera ahí, pienso que si lloraría por dentro y por fuera, ¿valdría la pena llorar por eso?”, el papa le dice: “Si, si vale la pena llorar por eso”. Los minutos pasan y Carlitos le pregunta de nuevo a su papa: “¿te acuerdas cuando te pregunte si Dios quería a los pobres?”, “si lo recuerdo” dijo el papa, y Carlitos comenta: “Creo que Jesús a nosotros no nos quiere”, su papa voltea a mirarlo y le pregunta: “¿Por qué dices eso?, Jesús te ama”, Carlitos le contesta: “Porque dijo, Felices los que lloran porque recibirán consuelo. Nosotros no tenemos motivos para llorar pero; ¿no valdrá la pena llorar un poco para llegar a ser felices?”.