Cuando
Moisés liberó al pueblo hebreo de su esclavitud en Egipto y los hizo deambular
por el desierto, el pueblo era tan numeroso que pidió permiso al rey de los
amorreos para cruzar sus territorios, este se negó y salió a su combate. Al
derrotar Israel al rey de los amorreos, ocuparon sus ciudades, acamparon en las
estepas de Moab, en frente de Jericó. El rey de moab, Balac, al saber que Israel
ocupo los pueblos de quien lo venció, sintió temor del poder de Israel y mando
llamar al profeta Balaán pidiéndole maldecir a Israel, pero el profeta no lo
hizo porque era un profeta de Dios, y en cambio, bendijo a Israel tres veces y
esto molesto al rey Balac. “¿Cómo maldeciré, si no maldice Dios?” (Números
23:8).
Estos
relatos se describen en varios capítulos del libro de números (cap. 21-24). Lo más
interesante de estos pasajes es la introducción del personaje Balaán en este
compendio de libros –Pentateuco ó la Torá de Moisés-. Balaán es un profeta de
Dios ajeno al pueblo de Israel, no se suma a Israel pero desde su realidad
tiene una relación con ambos. Este personaje nos hace ver la universalidad de Dios
en relación al resto de los pueblos. Dios no es ajeno a los hombres de buena
voluntad.
En
un contra sentido, la figura de Balaán se vuelve enigmática, algunas
tradiciones enmarcan a Balaán como enemigo de Israel, obligado por la
omnipotencia de Dios a bendecir a Israel en contra de la propia voluntad del
profeta; “Pero Yahvé tu Dios no quiso escuchar a Balaán, y Yahvé tu Dios cambio
la maldición en bendición, porque Yahvé tu Dios te ama” (Deuteronomio 23:6).
Como si Balaán fuese un símbolo para representar al ángel caído, rebelde, sujeto al creador, que reconoce en contra de su voluntad la santidad de Dios porque
es Dios quien tiene el control de todas las cosas; “¿Qué tenemos nosotros
contigo, Jesús de Nazaret?, has venido a destruirnos?, se quién eres tú: el
Santo de Dios” (S. Lucas 4:34).
En
el pasaje de Balaán y el rey Balac podemos aprender muchísimas cosas
descubriendo los símbolos; el primero es, Dios puede relacionarse con otros
individuos ajenos a nuestra religión. El creador está por encima de todos, y a
su vez, está al tanto también de la vida de todos.
El
segundo, Dios al establecer su alianza con Israel los hace prevalecer, el Espíritu
jamás actuara de modo contrario a este sentir, es una alianza dispuesta por
Dios. En esto podemos entender la nueva alianza y confiar; la intención de Dios
jamás ira en contra de la Iglesia, aunque existan hombres –auto proclamado
profetas- ajenos a nuestra religión –ó dentro de ella- empecinados en maldecir
o ir en contra de la Iglesia, el sentir de Dios hará que la Iglesia permanezca
de pie.
El
tercero, el hombre que se empecina en hacer su voluntad como el rey Balac, que
busca cómplices como Balaán para que reafirmen sus obscuras intenciones. En
ocasiones nosotros también actuamos así, buscamos coro para dispersar el rumor y triunfar sobre los demás. Me pregunto; si el rey Balac no pudo doblar a Balaán
cuando pidió la maldición de Israel, ¿Qué hubiese obtenido Balac si hubiese decidido
bendecir a Israel en vez de maldecirlo?. Debemos de pensar, el mayor provecho
siempre estará en bendecir al otro.