Recientemente, el cantante de música regional, Julion Álvarez,
desato una polémica tras ofrecer una entrevista a la publicación TvNotas; “Me he enamorado muchas veces, pero lo que me gusta es que sean muy
‘damitas’. Estoy educado a la antigüita, me agrada que les guste agarrar un
trapeador, porque puede estar hermosa y ser buena para lo que sea, pero si no
tiene ese detalle, pues para mí no sirve”.
Estas declaraciones desataron una fuerte crítica al
cantante en las redes sociales, lo acusaron de misógino, hasta se inicio una
campaña titulada “TesirvoJulion?”, donde varias mujeres por medio de fotografías
y textos presumían sus logros laborales ó académicos finalizando con la frase
“no se trapear, ¿te sirvo Julión?”. En lo personal me gusta que la mujer
estudie, se prepare y emprenda proyectos para su realización, sin embargo, debemos
reconocer que saber utilizar el trapeador no hará menos a nadie, ni a la mujer,
ni al varón. La mujer no debiese sentirse menos por dedicarse al hogar, ¿ó si?,
la familia es el pilar de la sociedad, no es poca cosa.
Esto me trae a la memoria a mi difunta abuela, dedicada
siempre al hogar, sin estudios, parecía que ella se reafirmaba como mujer en
las labores domesticas, pues al momento de prepararnos comida y servir la mesa
nos preguntaba con cara de alegría; “¿esta buena?”. En su casa había una mujer
llamada Natalia de origen indígena, sin estudios, empleada domestica, mujer
intachable y ejemplar. Natalia vio a varios de mis tíos nacer, crecer y hasta
casarse., jamás dio motivos ni escándalos ó se involucro en chismes, ni dio su
opinión sobre los problemas familiares. Ambas mujeres tuvieron una moral clara
y firme, fueron figuras ejemplares, jamás se sintieron menos por no
alcanzar un título universitario ó un reconocimiento público, pero eso sí,
aunque mi abuela tuviese un hijo con doctorado, su voz valía solo por el hecho
de ser madre.
Tras la polémica con el cantante Julion Álvarez, también recordé
un comentario de Frank Morera, el apologista menciona que San Martin de Porres
se santifico “usando la escoba”, siendo la misma un símbolo de su humildad. San
Martin de Porres es recordado y nadie recuerda el nombre del Obispo al cual
estuvo sujeto San Martin. La escoba no hará menos a ningún hombre, ni mujer. El
ser humano se da valor por los valores humanos que practica, no por sus
herramientas como la escoba, su nivel escolar ó su salario, aunque si un hombre
ó una mujer ostentan un cargo de suma importancia y sin pena, ni vergüenza, son
capaces de hacer la labor más insignificante eso hablara muy bien de su alma.
Para el pensamiento de la Iglesia Católica todos nosotros
aspiramos a la grandeza, a poder alcanzar algo superior a lo que tenemos, este
fin puede vivirse de dos formas: en soberbia ó en humildad. La Iglesia propone
el segundo camino.
La humildad es la virtud atribuida a quien ha
desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades, y obra en
consecuencia. Quien actúa con humildad no posee complejos de superioridad, ni
tiene necesidad de reafirmarse constantemente como persona en sus éxitos y
logros.
La grandeza de un alma no debe asociarse ó limitarse solo
a los logros terrenos. La grandeza de una mujer tampoco debe ser medida por sus
títulos ó su ignorancia. Muchas mujeres en México sacan adelante a sus familias
usando el trapeador, como empleadas domesticas ó intendentes, ellas no tienen un
título universitario ó una posición social como herramienta para salir adelante.
Quizá estas lean el pensamiento del cantante como un reconocimiento a su
humilde trabajo. No cabe duda, quien sabe usar la escoba como San Martin de
Porres, sirve y sirve de ejemplo.