Recuerdo
que asistí a la exposición del “plan pastoral”, el expositor argumentaba que
las nuevas generaciones estaban rodeadas de sensaciones auditivas y visuales:
televisión, internet, cine, etc. El ponente afirmaba que para poder sensibilizar
a las nuevas generaciones era necesario que estas tuvieran contacto con las
necesidades humanas, que se encontraran con el prójimo, los más necesitados,
los marginados, incluso, que durmieran en pisos de tierra.
Del libro
“El Papa Francisco, Conversaciones con Jorge Bergoglio” de Sergio Rubín, cito
algunos pensamientos relacionados con la cultura del encuentro.
El papa
Francisco da énfasis a ello, refiriéndose a salir y conocer al otro,
escucharlo, mirarlo, tocarlo. Describe a su país de origen, Argentina, como una
nación donde no existe aun esa cultura del encuentro, desde las relaciones
entre personas hasta grupos políticos, no existen diálogos para llegar a los
acuerdos necesarios, existen los mecanismos que propician el dialogo pero esto
queda inútil si las partes se niegan a escuchar.
Bergoglio
señala que Latinoamérica está viviendo “la privatización de la fe”,
refiriéndose a que por siglos la Iglesia católica tuvo el monopolio de la misma
y esto nos otorgo “fieles cautivos” y comodidad, mas en los tiempos de la
competitividad emergen en la sociedad otros grupos religiosos, activistas y es
necesario que los fieles católicos también entren en ese requisito de los
tiempos. Es necesario romper con nuestras comodidades y salir al encuentro,
Bergoglio pone de ejemplo la enseñanza de Jesús donde un hombre deja las
noventa y nueve ovejas para ir al encuentro de una, sin embargo, el Papa lo
señala al revés, por nuestra comodidad nos hemos quedado con una oveja y es
necesario salir al encuentro de noventa y nueve. Irónicamente, la sociedad
tiene una gran necesidad de Dios, pues abundan las teorías, las supersticiones,
las creencias espirituales de la nueva era y el canto de muchos es “creo en
Dios, pero no en la religión, ni en los curas”. Al menos esa necesidad de Dios
es un punto de encuentro. Bergoglio rompe el “cliché religioso” para lograr ese
dialogo, pues sostiene que mucha gente no cree en la religión ò en la Iglesia
porque tiene motivos suficientes para no creer ò que muchos no creen en los
sacerdotes porque también hay sacerdotes que no merecen que alguien les crea.
Bergoglio no enfatiza los errores de los alejados de la fe, porque está
consciente que el encuentro no puede ser logrado de tal forma.
Cuando el
cardenal Bergoglio fue nombrado Papa rodaron por internet las anécdotas de dos
argentinos: un ministro evangélico y una activista pro aborto, el primero
menciono que deseaba emprender una cruzada por la biblia incluso establecer en
argentina “el día nacional de la biblia”, así que acudió con el cardenal para
convocar a los grupos religiosos, el ministro salió impactado por la actitud
del obispo: “pensé que se negaría, creí que me daría un sermón, pero me ofreció
todo su apoyo, jamás negó su catolicidad, incluso hizo oración por mí, esa
actitud me hizo reflexionar sobre el cristianismo”. La activista pro aborto
comento: “hacíamos protesta en las calles, cuando el obispo nos visito pensé
que nos condenaría al infierno, pero nos menciono que él estaba a favor de los
derechos de las mujeres embarazadas, nos dijo que por su fe se oponía al aborto
pero no a los beneficios que el Estado debe dar a una mujer encinta, cuando vi
que el obispo fue nombrado Papa no lo podía creer, mi percepción de la Iglesia
y el Papa cambio”.
La clave para Bergoglio está en salir al encuentro e
identificar esos puntos en común en vez de centrarnos en aquello que nos
divide.