Así
como los hombres de ciencia investigan, estudian y dedican su tiempo para leer,
comprender y contemplar la ciencia para acceder al conocimiento, de la misma
forma, los hombres en la religión dedican su tiempo para leer textos sagrados,
comprenderlos, asimilarlos y contemplar la creación para acceder a la sabiduría.
Ciencia y religión no son lo mismo porque conocimiento y sabiduría no son lo
mismo. La ciencia es un conocimiento que nos ayuda para la comprensión del
mundo y la religión es un método que ayuda para el discernimiento entre el bien
y el mal.
Según
Mario Bunge dentro de las ciencias existen aquellas que son informales,
conocimientos que no son exactos, que se modifican dependiendo de la sociedad.,
por ejemplo; la filosofía y la sociología son ciencias pero no son exactas como
las matemáticas y la física. Esta idea me hace pensar en la distinción que debiésemos
hacer en asuntos de fe: religiones formales e informales.
¿Qué
sería entonces una religión formal e informal?. La palabra “formal” bajo una de
las definiciones de la Real Academia de
Española es el uso de símbolos definidos y estipulados en algún sistema. En la
construcción de este concepto; religiones formales son el judaísmo, el islam,
el hinduismo, incluso, el protestantismo y el pensamiento evangélico cuando
poseen una estructura de símbolos ─estos pueden ser símbolos y estructuras para
la interpretación de textos bíblicos: la interpretación adventista no es igual a
la metodista o mormona─ todas ellas reconocen al lugar de reunión: sinagoga,
mezquita, templo, bajo un liderazgo: rabino, imam o iman, sacerdote, pastor,
etc. Pero ¿Qué es entonces una religión informal?.
La
palabra religión viene del latín “religio” y su significado se asocia con
amarrar, dar unión. En este caso es una unidad entre los seres y Dios. Algo que
se une sin fuerza su resultando es informal y no puede perdurar. Por lo tanto,
toda religión es formal cuando posee elementos litúrgicos, teológicos, de
tradición y de pensamiento para perdurar a lo largo de los siglos; la vida de
Dios y la humanidad es eso, algo de siglos que no puede reducirse al criterio
individual del “yo” pues Dios nos habla a todos.
En
la actualidad estamos plagados de la informalidad; alguien habla de las energías,
de las vibras, del universo y la gente lo cree tras realizar ciertos ejercicios
y recibir algún beneficio de paz en su interior. Las creencias informales no
pasan de ser eso, creencias fincadas en mi beneficio inmediato; la paz y/o la
tranquilidad, son como terapias des estresantes ─analgésicos para la conciencia─
que no profundizan en otras realidades del espíritu humano como la humildad, la
castidad, el cumplimiento a la palabra empeñada, etc., virtudes que se logran
mediante procesos de estudio y contemplación ejercitándose a lo largo de la
vida dentro de doctrinas con cátedras formales. Las creencias informales se
caracterizan por exigir poco porque su bagaje es poco y por eso mismo los
resultados son pobres, superfluos.
Este
paradigma de la informalidad se incrusta en muchos católicos ─nosotros también estamos
inmersos en esa actualidad. De tal suerte que el creyente deseará resultados a
los cinco minutos y de no obtenerlos afirmará que la religión no sirve. Por
ejemplo; si usted acude al gimnasio o la
ciencia deberá ser constante para ver resultados. Lo mismo sucede en la
religión formal y en todos los procesos de la vida; la constancia es clave de
nuestra transformación.