Antonio
Gramsci fue un pensador socialista italiano encarcelado por el dictador Benito Mussolini,
sus ideas fueron revolucionarias y denunciaron la distorsión del marxismo. La
importancia de Gramsci es su definición del concepto hegemonía. Para el pensador, la hegemonía es un sistema de
dominación de masas, este sistema es integrado por gobierno, política,
economía, cultura, medios de comunicación e iglesia. Aunque Gramsci nació en
1891 y falleció en 1937, sus ideas fueron retomadas con fuerza en la era de la globalización
y en esta remembranza la iglesia católica vuelve a ser motivo de vituperio. El
objetivo de esta reflexión es dar herramientas de juicio a los católicos ante
esta idea social heredada de Gramsci; la iglesia como instrumento de una hegemonía.
Antonio
Gramsci escribió desde su realidad, la Italia en tiempos del fascismo, muere en
Roma, el epicentro del catolicismo, la sede del sumo Pontífice. Desde otra
realidad, en el México de aquellos
tiempos, el movimiento de la contra revolución construía una hegemonía de una
manera muy distinta sin utilizar a la iglesia católica, mas bien, oponiéndose
totalmente a ella; me estoy refiriendo a la guerra cristera –de 1926 al 1929- un
episodio obscuro dentro de la historia de México que la hegemonía excluyó de su
instrumento; la educación pública y el libro de texto gratuito.
En
un razonamiento muy simplista, la hegemonía mexicana se construyó de espaldas a
la iglesia católica, substituyendo a la iglesia por el partido. Un antecedente
importante para entender la guerra cristera es la historia previa; la lucha de Benito
Juárez por lograr la separación entre la iglesia y el Estado (1855 – 1863). El
Presidente Juárez lo logró pero solamente en el papel, en la ley. La visión del
Presidente Plutarco Elías Calles (1924 – 1928) era deslindar a la iglesia
católica de cualquier influencia y poder que pudiese tener en el país. Calles
apoyo el sectarismo católico, promovió leyes que perjudicaban a la iglesia, estas
acciones detonaron la guerra cristera en 1926. La guerra duro tres años y se
estima que el conflicto armado cobro la vida de entre 50 mil hasta 250 mil
personas. No existe una cifra oficial.
Plutarco
Elías Calles fue exiliado por el Presidente Lázaro Cárdenas. El Cardenismo construiría
y consolidaría su proyecto hegemónico gracias a la expropiación petrolera reconstruyendo
las interacciones entre el Estado y las organizaciones; campesinas, obreras,
civiles y políticas. La relación Iglesia – Estado de los tiempos de Benito
Juárez quedó substituida por la relación Partido – Estado tras el proyecto de Cárdenas,
de 1940 en adelante. El ciudadano ya no conseguiría privilegios del Gobierno por
medio de un clero sino gracias a la devoción a un partido político; el partido
de Estado, el partido de Lázaro Cárdenas.
Es
curioso que nuestra Constitución esclarezca de modo claro y firme la división
entre Iglesia y Estado pero en la relación Partido y Estado no resulta ser
tajante. Esta última interacción define en mucho la percepción que tienen los
ciudadanos al mirar los partidos y los gobiernos, su forma de operar, influir y
tratar a sus opositores partidistas.
Para
concluir, reflexionando en las ideas de Antonio Gramsci entendamos que él
propuso sus conceptos desde su realidad: la sociedad construida por el fascismo
de Mussolini. Hacer una interpretación arbitraria de Gramsci servirá para
aquellos que tienen aversión al catolicismo y desean construir hegemonías anticatólicas.
La experiencia vivida por Gramsci ante la represión ejercida por Mussolini no
debe reducirse en la modernidad a un antagonismo religioso.
Nosotros
somos sociedades del siglo XXI, nos comunicamos de otra forma y por otros
medios. En la modernidad dentro de México existen muchos Méxicos y en la cristiandad existen muchas cristiandades. Hoy –casi
100 años después de Gramsci- no se distingue una visión única sino una
multiplicidad de visiones. Por respeto a la pluralidad y en honor a los
difuntos sintámonos libres para ser católicos.