Gedeón
es un personaje del antiguo testamento que pertenece al libro de Jueces. Fue un
líder militar de origen agrícola proveniente del clan más pobre de la tribu de
Manases, llamado por Dios para combatir y vencer al opresor de Israel, Medián, para
restablecer la justicia dentro de su pueblo. El pasaje al que me referiré en
esta reflexión pertenece al capítulo sexto del libro de Jueces: La vocación de
Gedeón.
Según
el periodo, el autor del libro de Jueces afirma que Israel pecó de idolatría adorando
a otros dioses y que por esta causa Medián se fortaleció, los supero y los oprimió,
robando sus cosechas, substrayendo sus ganancias al grado de empobrecerlos y tener
que emigrar a los cerros.
Lo
interesante de Gedeón es su llamado y su primer acto como juez de los hebreos. En
primera instancia él duda de su vocación por ser un campesino de escasos
recursos sintiéndose incapaz para vencer al poderío militar de Medián. Gedeón actúa
de un modo humilde ante Dios, su primera intención es confirmar si en verdad
aquel llamado era divino ó era un pensamiento personal. Por esto, Gedeón entrega
una ofrenda y sobre esta Dios actúa, confirma y esclarece el rumbo. ¿Cuántas de nosotros sentimos un llamado divino y en la soberbia actuamos con impaciencia sin
confirmar si aquello es divino ó es de inspiración ajena?.
Gedeón no solo actúo con cautela sobre su inspiración, propuso a Dios presentar
la ofrenda para que aquello fuese confirmado.
Una
vez confirmado el llamado de Gedeón, el inicio de su obra de justicia fue
derribar el altar que su padre, Joás, y su clan tenían dedicado para la deidad
pagana de Baal. Por esta causa el clan deseó la muerte de Gedeón pero Joás ofreció
una defensa de extrema sabiduría; “¿Ustedes hebreos van a salir en defensa de
Baal?, ¿ustedes lo van a salvar?. Si Baal es un dios, que se defienda, ya que
le han destruido un altar” (cap. 6 v. 31). La primer obra de justicia
de Gedeón fue derribar la idolatría dentro de su propia familia y su pueblo., cualquiera
hubiese propuesto combatir de modo franco al opresor.
Para
construir la justicia es necesario que cada hombre se reconcilie con Dios,
derribando sus propios ídolos para poner su interés personal en sintonía con
los intereses de Dios. Este acto de Gedeón me hace recordar el actuar mesiánico
de Jesús en Jerusalén, pues, el mesías, antes de ofrecer la liberación de un régimen
opresor hace un llamado a la conversión; “el reino de los cielos se ha acercado,
crean en el evangelio” (S. Marcos 1:15), convocando a la audiencia para que
derriben sus propios ídolos mirando cada uno la paja en su ojo (S. Mateo 7:1-5). ¿Cuántos de nosotros, “amigos de Jesús”,
deseamos que la Iglesia haga esto ó aquello para que establezca la justicia social,
cuando nosotros mismos no son capaces de hacer justicia en nuestras propias
casas pues estamos llenos de egoísmo, soberbia y somos nuestros propios ídolos?.
El
buen juez por su casa empieza y Gedeón, juez de Israel, empezó por la suya. Si
cada hogar construye desde su propia casa la justicia para reconciliarnos con
Dios, ¿no estaremos más cerca de convertirnos en un pueblo más justo?.