viernes, 30 de julio de 2010

Lot en Sodoma


La semana pasada estuve en La Ciudad de México de vacaciones, hace como 15 años que no la visitaba, podríamos decir que conocía la ciudad sin la fe pero ahora me ha tocado visitarla ya como un creyente.

¿Y que puedo decir?, unas Iglesia antiguas bellísimas y complejas en su arquitectura, donde el paso de los siglos se aprecia a simple vista. En el centro de la ciudad se entre mezcla la historia del país, las evidencias arquitectónicas del dominio Español, la Independencia, el Porfiriato, la Revolución y lo Contemporáneo. En sus calles pueden verse multitudes de gentes, de colores de piel, de acentos distintos. También se siente la diversidad de las ideas, de política, de creencias, de preferencias. Al decir “minorías” en ciudad de México nos referimos a “100,000” habitantes (la población de Navojoa) pues el total excede a los 20 millones.

De estas minorías “tan grandes”, lo que más me impresiono pero de horrorizarme, fue el mercado que existe para el consumo gay, programas de radio, televisión, literatura, y entretenimiento se ofrecen y publicitan deliberadamente, puedo decir que Ciudad de México esta bajo una “estrategia de marketing gay”.

Platicando con una conocida dije: “Creo que es demasiada publicidad, parece que se esta promoviendo la vida gay”, ella dijo; “Quizá tu lo sientes asi porque vienes de fuera, y en tu ciudad son mas conservadores”, “Los gays gastan, y por lo general tienen buen ingreso…”, su novio añadió: “Existe una plaza para los gays, en ese lugar ¡me sentí minoría!, ¡exijo mis derechos!” añadió en tono risorio. En mis adentros pensaba: “¿Cómo es que esta gente se va convertir?, si digo “pecado mortal” se atacaran de la risa. Que difícil es evangelizar en estos tiempos, pero: ¿Cuándo ha sido fácil?”. Regresando a la platica dije: “Bueno, auguro que en un futuro nos vamos a topar con la doble moral gay: dos hombres se casan y promueven en sociedad su idilio como la cúspide de su felicidad, pero es solo una farsa, porque dentro de casa viven un infierno”. “¡No juegues!, si puede pasar” contesta mi amiga, y le pregunte: “¿Y a donde llegaran como sociedad si es que el divorcio gay se multiplica?, ¿acaso preferirán los gays la unión libre antes que el matrimonio?, ¡quedara la discusión como empezó!, en fin, me queda claro que la sociedad hace lo que quiere, parece que no le tienen miedo a nada, quizá su único temor sea quedarse sin dinero…”. Sentí lastima por aquella sociedad (aborto, unión libre, etc.) como quien ve a un familiar unido en un vicio.

En aquella plática seguimos caminado, mientras que en la estación del metro “Isabela Católica” dos jovencitos se besaban. Al otro extremo de la calle contemplaba la torre de una Iglesia antigua, un inmueble histórico para la ciudad, que en su interior alberga el Pan y el Vino consagrado. Viendo un inmueble de tal magnitud creo que es fácil para cualquier ignorante suponer que la Iglesia posee más dinero que el Rey Midas. Mientras tanto, en el zócalo el SME y Obrador mantienen indefinidamente un mitin revolucionario. Y en los cafés y librerías aledañas no falta la novela anti católica que se vende y se lee por indoctos como si fuera verdad, ¡Dan Brown se lee como si fuera infalible!.

Lot se afligía en su interior al ver la perversidad de Sodoma y Gomorra, y si Lot se afligía es porque discernía aun entre el bien y el mal. Quien no se aflige al ver la descomposición social debe hacerse a la idea de que algo dentro de si no anda muy bien.

sábado, 17 de julio de 2010

El esfuerzo de un remache‏


En alguna ocasión escuche que la torre Eiffel cuenta con más de un millón de remaches. La totalidad de los remaches trabajan en conjunto porque las piezas de acero suelen dilatarse por el cambio de temperaturas, y es natural que las piezas a lo largo del día tengan tamaños distintos (no apreciable al ojo humano). Todos los remaches sujetan con fuerza las piezas que forman la torre, obviamente alguien cálculo estructuralmente el número de remaches y sugirió una posición para que todos trabajen de forma correcta.

Recuerdo que en la universidad lleve clases sobre resistencia de materiales, en aquel entonces hicimos un ejercicio para calcular una soldadura y preguntaba: ¿Qué importancia tiene una soldadura dentro de un gran edificio? ¿No es esto irrelevante?, mi maestro afirmo: “No, pues en ocasiones las trabes están apoyadas sobre placas de acero, y las placas de acero están unidas por soldadura, si la soldadura es débil la placa de acero se caerá y la trabe también, y por efecto todo el edificio”.

En alguna ocasión asistí a una parroquia de la cual no pertenezco, converse con varias personas, en aquella visita me invitaron a ser parte del coro, a colaborar para escribir un libro y ser parte de los lectores, muy apenado dije: “muchas gracias, pero ya tengo otras actividades…”, al salir de aquel templo me di cuenta de la necesidad que tenían de servidores, y aunque aquella parroquia ya tiene su edad, necesitan que alguien por caridad los ayude (no solo ellos, sucede casi en todas las parroquias). Pero ¿Qué acaso entre los asistentes a misa no habrá alguno ó algunos que puedan ocuparse de estas actividades aunque sean muy pequeñas?, en aquella misa yo vi a más de cien personas esperando recibir la comunión ó esperando no recibirla, pero antes de iniciar solo vi a cinco personas y al terminar solo vi a dos de ellos.

¿Qué importancia tendrá dentro de la obra de Cristo, limpiar una silla, entregar las hojas de las lecturas a los fieles, participar en el coro ó hacer cualquier otra cosa por pequeña que parezca?, la suma de todos los esfuerzos mínimos nos da un esfuerzo enorme, el esfuerzo de un remache no puede soportar una torre, pero la suma del esfuerzo de un millón de remaches si. Cada parroquia tiene su necesidad, y así cada decanato, y así cada diócesis hasta llegar a la totalidad de la Iglesia.

¿Qué relevancia podrán tener estas cosas mínimas dentro de la agenda de cada creyente?, quizá son prioridades, quizá son actividades que se realizan esporádicamente ó periódicamente, quizá no estén incluidas porque no son importantes (solo ven un remache y no la totalidad).

Observe la torre Eiffel y pregúntese: ¿Qué importancia puede tener un simple remache en una construcción tan grande?, ¿Podrá un solo remache resistir la presión que resisten cinco al sujetar una pieza de acero?, “obviamente, no”, ¿Podrá un solo servidor atender las labores de cinco servidores?, “quizá si, pero no seria justo”.

Creo que la Iglesia empezando desde los Apóstoles y extendiéndola por muchísimos pueblos y lenguas es la edificación más grande de todas, pero ¿podemos contemplarla como una obra terminada?, “No, ya tenemos los cimientos, pero aun la estamos construyendo…”.

viernes, 16 de julio de 2010

La diversidad en la Iglesia


La diversidad es la diferencia, la abundancia de cosas distintas, la diversidad no debe ser sinónimo de división. Hoy quiero hablar de la diversidad pero en el sentido religioso y no en el sentido social. En el sentido religioso no porque dude de la Iglesia ó porque este a favor de otra religión (tolero y respeto todo tipo de creencia ó pensamiento). Deseo hablar de la diversidad dentro de nuestra Iglesia, pues debemos reconocer que aunque todos creamos lo mismo ó seamos alimentados de una misma enseñanza, cada uno en lo particular es distinto.

En el primer siglo, la Iglesia tuvo que aprender a convivir en diversidad sin sacrificar la fe, siendo el pueblo de Dios un grupo de creyentes provenientes de: Jerusalén, Grecia, Roma, Egipto, África, etc. En esto, debemos entender que cada región tenía costumbres y percepciones distintas sobre la vida y el mundo (aunque todos tenían una misma fe). Los Apóstoles trabajaron para mantener la unidad sin sacrificar la base del evangelio: pasión, muerte y resurrección, y la meta de la obra de Cristo: la salvación de todos los hombres.

San Pablo describe como anuncio a Cristo en medio de una sociedad tan plural como la pagana: “Efectivamente, siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda. Con los judíos me he hecho como judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley de Moisés, como quien está bajo esa Ley - aun sin estarlo - para ganar a los que están bajo ella. Con los paganos que están sin mandamientos, me he hecho como quien está sin mandamientos para ganarlos, no estando yo sin ley de Dios sino que estoy bajo la ley de Cristo en sus mandamientos. Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio para ser partícipe del mismo” (1era de Corintios 9:19-23). El pensamiento de San Pablo me gusta, pues busca comprender la perspectiva de cada grupo e integrarse, encontrando un punto de unión para compartir el mensaje Cristiano.

Hoy nos ha tocado vivir un tiempo donde cada persona tiene mas libertad en lo individual: “yo pienso, yo digo, yo opino, yo quiero…”, y aunque Cristo no cambie, es necesario que la Iglesia sepa presentar a Cristo en comunidad entendiendo la diversidad. Como ejemplos: “La misa de niños no es solo para niños, sino que es para todos, pero esta presentada para llevar a los niños a la fe”, “La renovación carismática no es solo para los carismáticos, sino que es para todos, pero hay quienes se identifiquen mas con esta forma incluso si se han alejado de la Iglesia”, “La contemplación no es solo para los pacientes y callados, sino que es para todos, pero hay quienes se identifican con esta adoración”, “La misa en Español es para alcanzar a nuestras comunidades, y no para diferenciarnos de los católicos Norteamericanos”, “La misa tridentina es para todos, pero en especial para acercar aquellos que dejaron la Iglesia después del concilio Vaticano II”.

Ojala comprendamos aquello dicho por San Pablo: “Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos”. En la Iglesia de hoy existe diversidad y espacio.

lunes, 5 de julio de 2010

Hipatia de Alejandría, por Alejandro Amenábar

Por: Jesús Trillo Figueroa. Publicado en La Razón
El cine es un maravilloso medio para contar la Historia, pero tiene sus limitaciones: a veces, las ambiciones excesivas pasan factura. Los realizadores de «El Código da Vinci» pretendieron convertir a Magdalena en diosa y se pasaron. Amenábar pretende, nada más y nada menos, contar una historia a partir de la cual «el mundo cambió para siempre». Y se ha vuelto a pasar cuatro pueblos más. La película tiene tantos mensajes ideológicos que es imposible meterlos en dos horas y, al mismo tiempo, mantener un ritmo entretenido, interesante y espectacular. El cine requiere medir las secuencias, los silencios, los tránsitos y, sobre todo, un guión que mantenga la atención del espectador. Es una pena, porque la película contaba con todos los mimbres: un gran director, una generosa producción, una preciosa actriz, un maravilloso decorado y una perfecta ambientación. Pero lo que pretenden es inyectar en una pastilla los siguientes mensajes: primero, que las religiones generan odio y violencia. Segundo, que el cristianismo es la más talibán de todas y la que empezó. Tercero, que existen dos mundos, por una parte, el de la filosofía y la ciencia, contrapuesto e incompatible con el de la religión. Cuarto, que el cristianismo al principio fue misericordioso, pero la jerarquía eclesiástica y la Iglesia son por definición intolerantes y fundamentalistas. Y, sobre todo, hay dos mensajes más que son especialmente queridos por la película y por toda la explosión de libros y propaganda que estos días se vienen haciendo: el cristianismo es la causa de la caída del Imperio Romano y de la desaparición de la sabiduría grecolatina. Además, es el culpable de la subordinación y dominación de la mujer por parte del hombre.

En fin, Alejandría e Hipatia son el símbolo de una civilización grecorromana basada en la filosofía, la ciencia y la libertad, hasta que llegó el cristianismo y comenzó la oscura Edad Media. Demasiado para una sola película. Y la cosa continúa porque, según declara el director, «es increíble cómo se parece a la situación actual».¿Es casualidad que desde julio hasta el estreno de la película se hayan publicado más de cuatro biografías sobre Hipatia, paradigma de las cuales es la de Clelia Martínez Maza, financiada por la Dirección General de Ciencia y Tecnología? Más de 10 novelas, ejemplo de las cuales es la escrita por el hermano de Carmen Calvo, ex ministra de Cultura, además de multitud de estudios de historia sobre la época. Y todo ello con el mismo mensaje.

Que todo salga al mismo tiempo no puede ser casualidad. Una vez más, nos encontramos con un ataque ideológico perfectamente orquestado, del cual, por cierto, Amenábar suele ser pistoletazo de salida, como lo fue en el caso de «Mar adentro» con la eutanasia.

Ahora la cosa va directamente contra la religión y particularmente contra el cristianismo. Lo malo de la trama que cuenta la película es que es mentira desde el principio hasta el final. Forma parte de la estrategia de reescribir la Historia a la que es tan aficionada nuestra izquierda.

Hipatia no fue asesinada siendo una joven tan hermosa como Rachel Weisz, de 38 años, sino que murió en el año 415 y tenía 61. No fue famosa por sus dotes de astronomía por más que en la película se empeñen terca y cansadamente, atribuyéndole haberse adelantado a Kepler más de mil años; sino porque era una «divina filósofa» platónica, en palabras del obispo cristiano Sinesio de Cirene –única fuente coetánea que se conserva sobre ella–, a la que llama en sus cartas «madre, hermana, maestra, benefactora mía».

El citado obispo, a quien en la película se le hace traidor y cómplice en el asesinato de la filósofa, murió dos años antes que ella, así que es imposible que tuviera nada que ver con su muerte.

Ella fue virgen hasta el final, pero no vivió la castidad como ha dicho la protagonista, que se ha declarado feminista radical, «para ser igual que un hombre y poder ejercer una profesión con plena dedicación». Lo hizo porque, coherente con su filosofía, ejercía la Sofrosine, es decir el dominio de uno mismo a través de las virtudes entendidas como el control de los instintos y las pasiones.

Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de Alejandría, ni ésta fue destruida por los talibanes cristianos. La biblioteca fue incendiada por Julio César, saqueada junto con el resto de la ciudad por Aureliano en el año 273, y rematada por Diocleciano en 297.

Es verdad que en el año 391 fue destruido lo que quedaba del templo del Serapeo después de la destrucción por los judíos en tiempos de Trajano, y también el repaso que le pegó Diocleciano, quien, para conmemorar la hazaña, puso allí su gran columna, razón por la cual los cristianos lo destruyeron, ya que él era el símbolo de las persecuciones que sufrieron durante trescientos años.
Pero lo que allí quedaba de la biblioteca era tanto como lo que restaba en otros sitios. El paganismo siguió existiendo en Alejandría hasta que llegaron los árabes.

Y el neoplatonismo siguió floreciendo, hasta que lo recuperó el renacimiento cristiano. Por cierto, que yo sepa, su más brillante exponente se llamaba San Agustín, coetáneo de Hipatia.

Cirilo

La historia de Hipatia ha sido objeto de manipulación por todas las tendencias ideológicas, desde la Ilustración hasta el feminismo radical más reciente. Para algunos, como Voltaire, «desde la muerte de Hipatia hasta la Ilustración, Europa está sumida en la oscuridad; la Ilustración, al rebelarse contra la autoridad de la Iglesia, la revelación y los dogmas, vuelve a abrir la iluminación de la razón».

En la última versión feminista de Úrsula Molinaro, Hipatia es la campeona del amor libre, a pesar de que en realidad era virgen. La conclusión es que de la verdadera historia de Hipatia se pasa a la leyenda de Hipatia, que se convierte en la leyenda del Crimen de Alejandría, cuyo protagonista principal es el obispo Cirilo.La película de Amenábar recoge casi todos los ingredientes de esta leyenda: Hipatia es símbolo de mujer libre que representa el fin de la cultura grecolatina y el comienzo del oscurantismo cristiano, asesinada por unos fanáticos talibanes cristianos al mando del obispo Cirilo.

¿De dónde surge esta leyenda? El primero que narró el crimen fue Sócrates Escolástico en el siglo V, un letrado al servicio del patriarca de Constantinopla Néstorio, enemigo del patriarca de Alejandría Cirilo. Pero la atribución directa a este último de la autoría del asesinato fue cosa del escritor pagano Damascio, que escribió la «Vida de Isidoro», que es una apología del paganismo durante el final del siglo V y principios del VI. No obstante, la auténtica leyenda surge con la obra de John Toland en 1720. Éste era un irlandés, hijo ilegítimo de un sacerdote católico, que se hizo protestante y posteriormente activo militante del ateísmo en la Gran Logia de Londres.

Después vino Voltaire; después, el historiador Edward Gibbon, quien, para argumentar su tesis acerca de que el cristianismo es la causa interna de la decadencia del Imperio Romano, utiliza la leyenda de Hipatia y declara a Cirilo responsable de todos los conflictos que estallaron en Alejandría en el siglo V.

Más tarde llegarán las versiones románticas de Leconte de Lisle y otros, y finalmente el feminismo radical, para el que Hipatia fue la primera mártir de la misoginia propia del cristianismo. Todos los autores citados, y alguno más, tienen una cosa en común: son masones reconocidos.Una de las grandes mentiras de la historia que se quiere propagar es que la mujer fue libre en Grecia y en Roma hasta que llegó el cristianismo y la sometió la sujeción del hombre; a esta idea también contribuye la película.

Lo cierto es que en Grecia la mujer era considerada una cosa más de la casa, y en Roma, no era una «sui iuris», es decir, titular de derechos, sino que era considerada «capiti diminutio», como un niño o un incapacitado y, por tanto, estaba sometida a la tutela o la «manus» del padre o del marido.

Por el contrario, fue el cristianismo el que consideró al hombre y a la mujer iguales en naturaleza, pues ambos son hijos de Dios y hermanos en Cristo; y prueba de ello es que las primeras manifestaciones de mujeres libres autodeterminándose, pese a la voluntad de sus padres o del estado, fueron las primeras mártires cristianas víctimas de las persecuciones romanas, tales como Inés Ágata o Cecilia.

Y precisamente la explicación fundamental en torno al odio a Cirilo está en esta cuestión. Independientemente de que la carta de San Pablo a Timoteo no refleja precisamente una visión emancipada de la mujer, no es creíble que Cirilo la impusiera como literalidad a cumplir, porque es precisamente Cirilo quien más ha exaltado en la historia de la humanidad la condición femenina, pues a él se debe la expresión «Theotokos», palabra griega que significa madre de Dios.El personaje del que hablamos, al que la película presenta con caracteres parecidos a Bin Laden para luego dejar en letras la explicación de que a ese «energúmeno» que ustedes han visto la Iglesia católica lo hizo Santo y León XIII lo declaró doctor de la Iglesia, efectivamente es San Cirilo de Alejandría. Él fue el que derrotó a la herejía Nestoriana en el Concilio de Éfeso del 431.

En esencia, la disputa consistía en si María era madre de Cristo o madre de Dios. De la respuesta a esta cuestión surge algo muy importante: la doble naturaleza divina y humana en una persona llamada Cristo. Cirilo consiguió que se convocase un concilio en Éfeso, puesto que era el lugar donde vivió sus últimos años la Virgen María, y logró que la Iglesia declarase el primer dogma mariano de la historia: María, Madre de Dios.

Hasta aquel momento nadie en la historia había conseguido colocar a un ser humano mujer por encima de cualquier hombre.

Éste es el personaje que en el fondo persigue la leyenda de Hipatia; curiosamente, Beltrand Rusell comienza su «Historia del pensamiento occidental» con una irónica semblanza de San Cirilo diciendo: «El motivo principal de su fama es el linchamiento de Hipatia».

Todo esto huele excesivamente a podrido.

sábado, 3 de julio de 2010

¿Quién te ha dado mas?


Hace algunas semanas escribía sobre Moisés y su llamamiento para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto por medio de señales y milagros. Éxodo relata la primera entrevista de Moisés y Aarón con el Faraón:

“Dios advirtió a Moisés y a Aarón: Si Faraón les pide algún signo o milagro. Tú dirás a Aarón que tome su bastón y lo lance delante de Faraón, y se cambiará en serpiente.". Se presentaron Moisés y Aarón a Faraón, hicieron lo que Dios les había ordenado, y, al echar el bastón delante de Faraón y de sus ministros, éste se convirtió en serpiente. Faraón entonces llamó a sus sabios y brujos, los cuales hicieron algo semejante con sus fórmulas secretas; Arrojando todos ellos sus bastones, también se convirtieron en serpientes; pero el bastón de Aarón devoró a los de ellos” (Éxodo 7: 8-12).

Que interesante es leer que los brujos del Faraón también pudieron convertir sus varas en serpientes, supongo que la duda invadió a Moisés y Aarón en esos precisos instantes pues fueron a mostrar una señal y la misma señal les dieron, pero aun así, la vara de Aarón venció. Que incertidumbre debió ser para muchos hebreos antiguos el verse en la disyuntiva de elegir entre los acontecimientos inexplicables, llámese brujería, ilusión ó fenómenos naturales, es lógico preguntarse: ¿a quien se debe obedecer? ¿al mas poderoso?, de ahí el politeísmo. Un pleito semejante al de Moisés y el Faraón, podrá ser encontrado en el relato del profeta Elías contra los cuatrocientos profetas del dios Baal. En aquella época el pueblo creía en el poder de Baal, tanto que Elías cuestiona al pueblo y les decía: ¿Decídanse a quien quieren seguir? ¿Si a Baal ó a Dios?. El profeta manifiesta en medio de la multitud que el Dios de los Hebreos esta por encima de todos los dioses paganos. A partir de este relato las sagradas escrituras denotan a los dioses paganos como ídolos sin vida y sin capacidad, mostrándole al mundo la existencia de un solo Dios verdadero.

Si analizamos el mundo actual, ¿Qué acaso no vemos en nuestra sociedad moderna los mismos rudimentos?, gente buscando milagros por medio de la brujería, el tarot, los hechizos, las pócimas. Cuantos se preguntaran: ¿a quien debemos seguir? ¿a quien le debemos fidelidad?, ¿debemos seguir aquella magia de donde brote cualquier tipo de milagro?, la respuesta es no.

Pienso que la mayoría de nosotros solo nos enfocamos en aquello que esperamos recibir, y no ponemos atención en aquello que nos ha sido entregado. La viuda pobre entrego solamente “dos” monedas como ofrenda a Dios, y Jesús dijo que aquella mujer había entregado todo lo que tenia (Lucas 21:4). Cuando las personas buscan recibir en la magia ó en la brujería un beneficio, se olvidan que Dios pudiendo obrar cualquier prodigio decidió hacer una obra aun mayor, y a diferencia de la viuda, Dios no entrego todo lo que tenia, sino ¡aquello que mas amaba!. “Este es mi hijo amado, a este oíd” (Mateo 3:17) ó “De tal manera amo Dios al mundo que dio a su único hijo…” (San Juan 3:16).

Si recordamos a Cristo y su agonía en la cruz muchos esperaban verlo obrar algún milagro como en los tiempos de Moisés ó Elías. Quien se vuelve a la magia y a la brujería, ya no distingue entre la magia de Egipto y el amor de Jesucristo.

El mundo necesita un árbitro


Viendo los partidos de futbol, me llamo la atención la investidura del arbitro, este personaje no juega en ningún equipo, ni su origen esta ligado con la nacionalidad de los dos equipos en disputa, es conocedor de las reglas de juego y es el único que tiene la investidura para aplicarlas. Cuando un arbitro dice que existe: “fuera de lugar” ó “falta”, todos los jugadores, técnicos, incluso la audiencia aunque estén enardecidos respetan aquello señalado por el arbitro. Existirá quienes se opongan a las decisiones del arbitro conociendo también las reglas y las normas del juego, pero dentro del juego nadie podrá omitir al arbitro. Para poder ganar el partido de forma legítima indiscutiblemente el árbitro es la figura de orden, el árbitro jamás tiene el balón, no le interesa anotar algún gol, y las ovaciones jamás serán para el pero los reclamos si. El árbitro no gobierna el partido, sino que lo ordena.

Esta es una parábola sencilla, en el mundo todos nos esforzamos por alcanzar algo, sea pequeño ó grande, y en la vida tenemos pequeños “jueces de línea” que nos dictan las normas y el camino correcto. Existen también las autoridades del Estado que norman nuestra conducta por medio de las leyes, pero también debemos reconocer que dentro del mundo existe la necesidad de un arbitro que señale el camino recto a todas las naciones, pues aunque las leyes civiles sean distintas en cada nación, pienso que si deseamos convivir con otros pueblos necesitamos un común denominador (arbitro) que nos señale como pueblo nuestro error ó nuestra falta para poder construir la paz con todos.

El mundo necesita un arbitro, una figura que exhorte al cumplimiento de las virtudes sin inclinarse a favor de alguna nación mientras el partido esta andando, pues cada pueblo por su imperfección podrá errar en el camino del bien pensando hacer lo correcto, y como en un partido de futbol ninguno reconocerá su error si esto le perjudica en su marcador.

¿Quién llamara al mundo a convivir de modo pacifico, a grandes y pequeños?, siendo que las naciones se unen buscando construir diálogos, pero aun así, la nación poderosa se niega a ser amonestada por las naciones pequeñas, ¿Quién le dirá al poderoso, estas en un error?. ¿Quién proclamara que todos los individuos sin importar su raza ó condición, son imagen y semejanza de Dios? reprobando con así el racismo y la discriminación. ¿Quién podrá defender el derecho a la fe en un mundo que ha perdido la fe? Ó ¿Quien podrá hacer entender aquellos Gobiernos teocráticos fundamentalistas que la fe distinta es un derecho y no un delito?, ¿Quién podrá hacer entender el bien a los que obran el mal sin darse cuenta?.

En la antigua alianza, la vara de Aaron era signo de autoridad para todo Israel mientras que el pueblo se desenvolvía como comunidad bajo la tutela de Aaron. Hoy, el sucesor de San Pedro pastorea el rebaño del Señor (San Juan 21:15-19), cuando los minutos en el campo corren mientras llega el fin. El balón esta en el terreno de juego siendo nosotros los jugadores, hay que jugar bien en equipo y en lo individual, quien obra bien gana.