Esta
semana un familiar compartió en sus redes sociales un video sobre “el dios
Spinoza”, una reflexión sobre un evento sucedido en una conferencia del científico
Albert Einstein. El monólogo supone que Einstein creía en la versión de un dios
propuesto por Baruch de Spinoza, filosofo racionalista del siglo XV que propone
un panteísmo para encontrar a Dios dentro de la creación. Aunque las opiniones
sobre Dios se respetan ─Einstein era judío y Spinoza un panteísta─ el argumento
del video me parece falso por proponer a un dios sin reglas: Cómo puede ser creíble
que Einstein y Spinoza propongan un Dios sin reglas si dentro de la creación
abundan las reglas: las leyes de la física.
El
video parte del prejuicio de siempre: ¿para qué rezar?, ¿para qué ir al
templo?, dios está en la montaña, en el bosque, en el rio, ¿crees que Dios
quemará en el infierno a sus hijos que tanto amó?. Este video y tantos que
circulan por redes sociales me parece simplemente el complejo de quienes en vez
de vivir su panteísmo y disfrutarlo, prefieren dedicar su tiempo y esfuerzo demeritando
la fe de los demás. Una persona espiritual que profesa otra religión no vive en
conflicto con las liturgias de sus semejantes, ni increpando a las demás religiones,
las respeta, incluso, es capaz de reconocer algo bueno de otras religiones sin
sacrificar la propia. A la paz estamos invitados todos.
El
problema social se aprecia en la crisis de institucionalidad y no es un asunto
simplemente de la Iglesia. Existe una crisis de credibilidad generalizada en
las instituciones y esta es sustituida por el carisma de distintos actores
sociales. Desde actores políticos: Donald Trump, López Obrador, Hugo Chávez,
Evo Morales, hasta líderes religiosos y espirituales. Lo de hoy pareciera ser “el
jalón”, la convocatoria y el carisma que conecta con la masa. Parece que ya nadie es
fiel a la filosofía de un partido político ni a la cátedra de religión alguna.
Esta crisis institucional se vive como una filosofía social y por esta razón es
común ver este tipo de videos en redes sociales con mensajes que nos invitan a “liberarnos
de las instituciones religiosas” para disfrutar la poca vida que nos queda.
Como si no fuese posible disfrutar la vida ─y de mejor forma─ dentro de la
institución.
Aunque
los mensajes son atrayentes también son superficiales como “el populismo”. El
motivo de institucionalizar la fe es precisamente para que ésta pueda ser
vivida en comunidad, todo aquello que se institucionaliza es comunitario. La
institucionalidad nos organiza y nos enfoca para un mismo fin, en cambio, la fe
individualizada nos disgrega. Esto se puede exponer de una forma muy sencilla:
si cada uno de nosotros sabe que los domingos es el día de reunión para la
celebración, ese día nos reunimos porque todos lo sabemos. Pero si cada quien “se
siente libre” para decidir el día y la hora solo queda el desorden, unos irán
al norte otros al sur, otros a la montaña y otros en su casa: da lo mismo, cada
quien hace lo que le venga en gana.
Es
posible encontrar a Dios dentro de la creación y esa es una de las enseñanzas
de San Pablo: los paganos incrédulos pueden encontrar al creador contemplando
las maravillas de su creación. Sin embargo, también la creación requerirá ser
interpretada y para eso la cátedra será útil y la institución necesaria. La creación
no ofrece el cuerpo de Cristo, la misa si y en ella disfrutamos la esperanza común
con los hermanos.