En el evangelio de San
Lucas, Jesús expresa las siguientes palabras; El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo
mío. "Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se
sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que,
habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se
pongan a burlarse de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo
terminar." O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se
sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra
él con 20.000?. Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para
pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no
renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. (Lucas 14:27-33)
Como arquitecto entiendo las fases para concretar una edificación.
El proyecto es lo más importante antes de iniciar cualquier paso de la obra. Para
que los arquitectos diseñen debe existir un terreno, para que los ingenieros
calculen debe existir un diseño y para que la obra se edifique debe existir un
proyecto ejecutivo.
En
la parábola de la edificación de la Torre, Cristo se refiere a edificar en
nosotros la gracia divina. San Pablo expreso a los gálatas; “¡hijos míos!, por
quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros”
(Gálatas 4:19). Debe existir una preparación en los creyentes para recibir la
gracia.
Al mirar la historia de la salvación, Dios va “edificando
esa torre” para mostrarnos y llevarnos hasta su reino; escoge a Abraham para formar
un pueblo, Israel, los educa por medio Moisés y los profetas hasta llegar a
Jesucristo. En lo individual, recibimos la gracia por medio del bautismo, se
nos inculcan los mandamientos en el catecismo y se nos prepara para tener la
primera comunión. Sin embargo, algunos nos alejamos de fe y “la construcción de
la torre queda hasta ahí”. El propósito del proyecto divino es reproducir la
vida de Jesús en cada uno de nosotros.
Cuando los bautizados tomamos conciencia de la
importancia de la fe, tras experimentar una conversión, y por voluntad propia caminamos
hacia las cosas santas, ese proyecto divino que quedo inconcluso vuelve a ser
retomado. El fin de la fe no es solo ir a misa por voluntad propia, sino también,
cargar la cruz personal y la cruz universal que tiene la Iglesia, esto es una obligación
que pide el evangelio.
Es necesario que todo convertido
participe en la Iglesia, pero antes, se forme para que conocer el proyecto del
reino de Dios, vale la pena citar a Jesús; "¿Quién
de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los
gastos, y ver si tiene para acabarla?. No dudo que muchos sientan animo o emoción
por emprender algo en sus parroquias, pero ¿han dedicado tiempo para enraizar en
ustedes la fe? o ¿cualquier adversidad derribara sus intenciones?.
Para terminar, cualquier albañil puede pegar ladrillos y
no por eso todas las casas son bellas y funcionales. Cualquier creyente
emocionado puede emprender una labor hoy, derribarla mañana o sumarse a la
secta que lo motive.
En la parábola de la edificación de la torre, Cristo pide
que meditemos antes de emprender, ¿tenemos dinero para terminar la torre?, ¡si
lo tenemos, es la gracia!. Sin duda, el primer paso para ser discípulo de Jesús
es conocerlo a Él, y para estar en contacto con El hay que orar, entrar en gracia,
meditar los textos sagrados.
Una vida espiritual sin el espíritu hace de la Iglesia un
club social.