El
actor Eduardo Verastegui acaba de estrenar la película “little boy”, una producción
con mensaje cristiano. En los medios de comunicación, Verastegui es cuestionado
por llevar 13 anos de castidad. El actor argumenta que “el sexo es un regalo de
Dios, que debe compartirse en el matrimonio”, “la castidad es posible por la
oración y la gracia de Dios”, y que “ambas son herramientas para tener dominio
propio sobre el cuerpo y no convertirse en un esclavo de nuestras pasiones”.
Eduardo argumenta que con la castidad, siendo aun soltero, le es fiel a su
futura esposa que aun no conoce; “desde antes de conocerte, te fui fiel”
argumenta.
Es de
esperarse que en medio de una sociedad sexualizada, los comunicadores
cuestionen la abstinencia de Verastegui, dado que, es galán, fornido y famoso,
podría tener a la mujer que le plazca, pero su actitud y su fe, son antítesis
del estereotipo de galán.
El
relata que su proceso de conversión inicio tras una plática con su maestra de
ingles. Necesitado de aprender el idioma para incursionar en Hollywood, su
maestra al ver el modo de vida que llevaba, lo cuestiono; “¿tienes hermanas?”,
“si”, “¿deseas casarte algún día, formar una familia y tener hijos?”, “si”,
“¿tienes hermanas?”, “si”, la maestra le dio una hoja y le pidió que escribirá
la clase de hombre que desearía para sus hijas, Eduardo lo describió: “honesto,
fiel, que la ame, la cuide y la respete, …” (pedía un santo), tras la
descripción su profesora pregunta; “¿eres tu esa clase de hombre?”, Eduardo se
dio cuenta que no lo era, que su modo de vida estaba en la dirección
equivocada, se decepciono de el mismo y su maestra pregunto; “¿porque quieres
un hombre así para tu futura hija cuando tú no eres ese hombre para la hija de
alguien más?”. A partir de ese momento, el actor hizo una promesa a Dios, se
comprometió a tratar a toda mujer con el respeto que pide para sus hermanas,
madre y futuras hijas. Comprendió que si un hombre seduce a una de sus hermanas
para tener relaciones y usarlas, eso no le gustaría.
El sexo
sin compromisos lastima y crea círculos de sufrimiento; hace que los hombres
mientan y pierdan su integridad, que las mujeres se sientan utilizadas y decepcionadas,
que se produzcan abortos y que por depresión se multiplique el suicidio, que
hijos nazcan de relaciones desechas, que experimenten el vacio afectivo para
después llenarlo con vicios, droga o sexo.
La
santidad del cuerpo consiste en darle honor al cuerpo, honrarlo, respetarlo.
Termino citando la carta de San Pablo a los Efesios; “Traten de imitar a Dios,
como hijos suyos muy queridos. Vivan en el amor, a ejemplo de Cristo, que nos
amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios. En
cuanto al pecado carnal y cualquier clase de impureza o avaricia, ni siquiera
se los mencione entre ustedes, como conviene a los santos. Lo mismo digo acerca
de las obscenidades, de las malas conversaciones y de las bromas groseras: todo
esto está fuera de lugar. Lo que deben hacer es dar gracias a Dios. Y sépanlo
bien: ni el hombre lujurioso, ni el impuro, ni el avaro —que es un idólatra—
tendrán parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios” (cap. 5, v. 1-5). Pidamos
a Dios el don de la pureza.