Ángela
Conesa es una mujer católica, tras una controversia en su parroquia publicó su
indignación por redes sociales. Conesa, mujer divorciada vuelta a casar,
cuestionaba a la Iglesia por no dejarla comulgar en la primera comunión de su
hijo, mientras que, la Iglesia le pidió un donativo. Su crítica se volvió viral
en redes sociales. Esto significa que fue leída y compartida por millones de
personas alrededor del mundo. En dos días, 100 mil personas habían compartido
su crítica.
Ella
se negó a dar el donativo contestando de la siguiente forma; "Como buena
católica (desde hoy simple cristiana), "acato" las normas y no
contribuiré con donativo alguno, siendo consciente de que mi dinero como mi
persona no entramos dentro de lo que la Iglesia considera "normal".
Es
una tristeza que Ángela se sienta lastimada, pero consideró que la parroquia
intenta hacerle un bien en todos los sentidos. Le hace un bien en permitir que
su hijo comulgué por primera vez, le hace un bien en negarle a ella la comunión
por tener un segundo matrimonio y le hace un bien al pedirle su apoyo monetario.
Quizá muchos de nosotros no podemos entender porque la Iglesia le hace un bien
al negarle la comunión y pedirle un donativo a la vez, es obvio que Ángela no
lo comprende y que su formación en la fe es limitada.
En
primer lugar, el apoyo monetario es una contribución para sufragar los gastos
que se generan en la formación religiosa de su hijo, no es un donativo para
garantizar Eucarísticas. La catequesis
es sin fines de lucro, pero el uso de las instalaciones tiene un costo para la
parroquia (luz, agua, mantenimiento del inmueble, etc). Incluso, los sacerdotes
necesitan recursos para sostenerse. San Pablo desde sus cartas ya lo anunciaba
a los primeros bautizados; "Así también ordenó el Señor que los que
proclaman el evangelio, vivan del evangelio" (1era de Corintios 9:14).
En
segundo lugar, negarle la comunión por su condición le hace un bien. Su situación
es conyugal es difícil, ella debe tener paciencia, solicitar la anulación y
resolver este punto en su vida de fe. La enseñanza sobre el matrimonio y el
divorcio fue dada por el mismo Jesucristo desde los evangelios, es clara e
inamovible; "Todo el que se divorcia de su mujer y se casa con otra,
comete adulterio; y el que se casa con la que está divorciada del marido,
comete adulterio" (San Lucas 6:18, San Mateo 5:32). San Pablo lo reitera
en una de sus cartas; "A los casados instruyo, no yo, sino el Señor: que
la mujer no debe dejar al marido (pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo
contrario que se reconcilie con su marido), y que el marido no abandone a su
mujer.…" (1era de Corintios 7:10,11).
Aunque
la situación es incierta para muchos divorciados, casados por segunda vez, es
natural que experimenten el hambre por la Eucaristía, es un llamado de Dios a
la plenitud de su Reino, sin embargo, nadie debe comer de la Eucaristía si está
en una situación como esta (1era de Corintios 11:26-29). Esto no significa que
Dios retire su bondad, al contrario, Dios muestra su bondad y su paciencia al
llamarnos a la corrección. Dios amonesta a quien ama y lo educa con firmeza
como un Padre que educa a sus hijos. En esto debemos ser menos egoístas, en vez
de pedir que la Iglesia cambie para nosotros, cambiemos nosotros para la
Iglesia.
Tanto
para Ángela y para quienes se encuentren en esta situación, no queda otro
camino que confiar en la piedad de Dios, reconocer la instrucción que nos dejo
en la Iglesia. Si por nuestros errores de vida no podemos comer del pan,
mostremos esa conversión de corazón respetando su designio y que el bautismo,
sacramento que recibimos, sea portado con honor y gratitud al Dios que nos
llamo de las tinieblas a su luz. Amén.