Cada vez que un sumo pontífice visita nuestro país los
medios de comunicación se aglutinan para informarnos los hechos y la agenda del
clérigo. No faltan periodistas cuestionando el papel de la Iglesia en los casos
de pedofilia, reviviendo encabezados de crímenes y escándalos añejos, justificándose
en atender a las víctimas aunque pareciera que la preocupación es que la herida
nunca sane para vender la nota cuantas veces sea posible. Ningún periodista,
ninguno, ha increpado algún sumo pontífice por el desmedido asesinato de
sacerdotes en el país, siendo México, uno de los países más peligrosos para
ejercer este cargo. Pareciera que a ningún periodista ó medio de talla nacional
ó internacional le interesa este tema, y creo que es por simple marketing.
Cuando un sacerdote es acusado por un delito la noticia se publica por todos
los medios, y cuando es absuelto de una acusación judicial por ser declarado
inocente no hay medio que publique el hecho, salvo uno o dos, y ACI Prensa. Parece
que no es rentable para ningún medio de noticias mostrar a la Iglesia cuando es
víctima.
Hace algunos meses un hombre entro a misa en la Catedral
Metropolitana en Ciudad de México, fue testigo de toda la liturgia, se formo en
la fila para la comunión y cuando tuvo al párroco enfrente saco una navaja e
intento degollarlo. Aunque la noticia fue mostrada a nivel nacional, la
investigación concluyó en que el culpable es un enfermo mental. Pero, ¿un
enfermo mental puede guardar un arma entre sus ropas, seguir toda una liturgia
sin escándalo, focalizar a su víctima, usar su arma con destreza y pretender
emular el asesinato del sacerdote francés, Jacques Hamel?, ¿en verdad el rufián
es un demente?. Me parece lógico alegar demencia cuando deseas que tu sentencia
sea menor. ¿Y si el criminal no fuese un demente?, su sentencia seria mayor y
el acto sería un crimen de odio contra la Iglesia Católica. Hay algo que debo
hacer notar, ningún grupo social, religioso ó político en México reprobó este
crimen ó dio palabras de aliento a la víctima, ni la CNDH, ni la CONAPRED, ni
LGTB, ni grupos evangélicos, ni judíos, ni musulmanes, etc. ¿Cómo debemos
interpretar este gesto de apatía?, ¿La vida de un sacerdote no vale ni una
palabra de aliento?.
Hace algunos días, un grupo de católicos me envío una invitación
para firmar una petición ciudadana que tiene como fin hacer comparecer al
Cardenal, Norberto Rivera, por supuesto encubrimiento de quince sacerdotes
acusados de pedofilia. Aunque la demanda fue puesta por un tercero a inicios de
junio, se sustenta en una declaración pública hecha por Rivera en diciembre de
2016. La acusación se basa en el hecho de que Norberto confieso “turnar los
casos a Roma” –si lo turno a una instancia superior, ¿por qué la acusación afirma
que los encubrió? (no entiendo)- Lo curioso es que parece que a nadie le
importa que paso con los quince sacerdotes, si fueron culpables ó inocentes, el
ímpetu ciudadano esta en juntar firmas para presionar al juez y al Presidente
de la República y hacer declarar a Norberto, como si la comparecencia se
lograra por votos y por firmas, y no, por el dictamen de un juez en su
conocimiento de las leyes y el derecho, y la evidencia presentada que sustenta
la demanda. El caso es alimento para los medios, y no faltará aquel católico
que sin fundamento vea a Norberto como el mismo Caifás solo por ocupar un lugar
dentro de la jerarquía católica.
Para concluir esta reflexión, en México la vida de un
sacerdote parece valer menos que nada, y es tan fácil hablar pestes de un
párroco y que la gente lo crea sin meditarlo y lo replique como si fuese
verdad. Como bautizados tenemos la obligación de hablar lo que es justo. La
recomendación de San Pablo a Timoteo fue; “No admitas ninguna acusación contra
un presbítero si no viene con el testimonio de dos ó tres” (I Timoteo 5:19),
aunque parece que cambiamos la palabra “testimonio” por dos o tres “rumores”. Hay
que apoyar a nuestros pastores, dar ánimo y aliento, el mundo no lo hará.