El
pasado mes de marzo ACI Prensa publicó que en Italia un colectivo LGTB protesto
a favor de la causa gay presentando a Jesucristo y los apóstoles de modo
obsceno. Es una lástima este tipo de manifestaciones que expresa violencia
hacia el credo, son de poca visión, carentes de sensibilidad y de gran
egocentrismo.
Mostrar
estas imágenes que agravian no solo lastima a católicos sino a los gays que por
propia voluntad abrazan la fe cristiana. Que un homosexual sea miembro de la
Iglesia católica por gusto propio no es algo nuevo. En la carta a los
Corintios, San Pablo exhorta a un grupo de fieles para que no se dejen vencer
por la tentación. El apóstol cita varios pecados entre ellos la homosexualidad
y pide no dejarse vencer, afirmando “y esto erais algunos de vosotros; pero
fuisteis lavados, santificados, justificados en el nombre del Señor Jesucristo
y en el Espíritu de nuestro Dios" (1era de Corintios 6:11).
Todo
gay tiene derecho a practicar una religión, tiene derecho a ser católico si lo
desea y recibir los sacramentos como lo establece la Iglesia. Tiene derecho a
que su credo sea respetado y el Estado laico tiene la obligación de hacer valer
este derecho.
Philippe
Ariño es francés, es homosexual que ha abrazado la fe católica. En 2009 dejo a
su pareja para seguir nuestra religión; "Desde entonces he abrazado el
camino de la continencia que la Iglesia pide a las personas homosexuales”, en
un mundo “sexocéntrico” en el que los vocablos “abstinencia” y “castidad”
aparecen retazos de un pasado muerto y sepultado en la mayor parte de las
personas, sea cual sea su orientación sexual. En su blog L'Araignée du desert,
la “araña del desierto” se esmera en precisar que no quiere ser etiquetado como
un “ex gay”, sino simplemente, como una persona que se ha sentido plenamente
acogida por lo que es en la Iglesia Católica.
El
mes de marzo por redes sociales circulo una fotografía donde se muestra una
pareja de lesbianas besándose frente a un Jesús crucificado, al parecer dentro
de un templo. Algunos cibernautas afirmaban que "no existe ofensa, el beso
es una expresión del amor". Sin perdernos en los prejuicios, consideremos
que aunque la pareja fuese heterosexual cualquier sacerdote o ministro no
permitirá que ambos se den besos dentro del templo. La única ocasión en que un
beso puede tolerarse frente a un altar es después del Sacramento del matrimonio,
no antes y esto es un símbolo pues no significa que este permitido para los
casados. La casa de Dios es un lugar para orar y recibir sacramentos, no para
besar, comer o platicar. Solo imaginen, en los evangelios pocas veces se
describe a un Jesús molesto, salvo con los cambistas del templo que
convirtieron la casa de Dios en un mercado, ahí volcó sus mesas y los echo
fuera sin negociar, ni vacilar porque la casa de Dios es casa de oración.
Para
nosotros, los católicos, la cruz es una expresión de amor. El respeto a los
credos es una expresión de fraternidad hacia los demás. Las personas merecen
respeto no por su credo o su preferencia, sino por el hecho de ser personas. No
necesito ofender a los gays, ni a nadie para ser católico, aunque hay quien se
esmere en ofendernos para defender sus causas. Las expresiones violentas
desgastan a quienes las promueven porque son manifestaciones de corazones
agredidos que prefieren agredir a buscar la paz. ¿Porque debemos aguantar que
nos agredan? Por la simple razón de que tenemos fe y nuestra fe nos pide amar a
quien nos odia. "Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán
llamados hijos de Dios" (San Mateo 5:9).