En estos días estuve escuchando por la radio algunos promocionales sobre la medalla de Juan Pablo II, el promocional pregunta a la audiencia si conocen algún caso donde alguien haya recibido algún milagro por medio de este objeto. Dado que el mundo de hoy es tan escéptico debo decir que la Iglesia cuando de milagros se trata es cautelosa y escéptica no porque desee ponerle trabas a Dios, sino por la existencia de charlatanes y para no promover las fantasias y el fanatismo. Solo pensemos que para poder diagnosticar una grave enfermedad es necesario la opinión de varios especialistas y aun así en ocasiones se equivocan, ahora imaginen ustedes lo que se necesita para poder confirmar un milagro y comprobar que dicho evento escapa a las leyes de la naturaleza. Sobre la investigación y la fé es interesante saber que el evangelio de san Lucas inicia su relato haciendo una aclaración: “he investigado con diligencia los acontecimientos desde su origen, y deseo escribirlos en orden”, el destinatario fue un hombre llamado Téofilo. Es muy grato leer que un santo como Lucas antes de escribir su evangelio prefirió tomarse su tiempo e indagar.
Siendo san Lucas medico y también autor del libro de los hechos de los Apóstoles, en él describe cómo los enfermos eran sanados por medio de objetos (lo escribió un medico): “Dios obraba por medio de Pablo milagros no comunes, de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las enfermedades y salían los espíritus malos” (Hechos 19:11-12). Otro caso de curación por medio de objetos es la mujer con flujo de sangre que toca el manto de Cristo tras atravesar la multitud (san Marcos 5,27-29), ella no tocó el manto por el valor intrínseco del manto sino por tocar a Jesús.
Lo que es importante entender es que el “objeto” adquiere un atributo: se convierte en instrumento de Dios y tiene como propósito fundamental la conversión. El ejemplo mas claro de esto es la convocatoria que recibía la serpiente que sanaba a los hebreos construida en el éxodo con Moisés por mandato de Dios. El creador mas haya de obrar milagros muestra que no desampara al pueblo de su Alianza, y para permanecer en esta es necesario la conversión.
El “objeto que cura” tiene una gran enseñanza dentro de la pedagogía de Dios, porque este recibe una función por deseo de Dios, parecido a lo que sucede con nosotros que recibimos la fe y la compartimos siendo así instrumentos del Dios que sana y exhorta por medio de nosotros. Es importante decir que San Pablo se describe así mismo en una de sus cartas como un “objeto” diciendo que la esperanza de la evangelización esta dentro de un “vaso de barro” refiriéndose al “vaso” como su cuerpo mortal. Nuestro cuerpo puesto al servicio de Dios es instrumento de este.
No debemos extrañarnos ni sorprendernos por los casos de los “objetos que curan", pues yendo en una dirección concisa y literal el “pan” y el “vino” son objetos que se convierten por la palabra del sacerdote en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Aquí el objeto se convierte en Cristo, y El nos salva. Haciendo un análisis, el Verbo se encarna y recibe de Dios un cuerpo, se hace instrumento de Dios como un “vaso de barro”, en su resurrección abandona este mundo dejando la Eucaristía que nos sana.
De todo lo que conozco estoy plenamente convencido de que Dios puede usar cualquier objeto, persona ó convertirse en Pan y Vino con tal de que usted crea, se convierta y sane. Dios lo puede todo, no tiene limite y lo que no tiene limite es un misterio para los limites de nuestro entendimiento.