Un rabino judío Dan ben Avraham convertido al
cristianismo exponía a otros judíos no conversos que “Jesucristo es el Mesías
de Israel”. Los no conversos se negaban porque afirmaban que Jesús “no había
restaurado el reino de Israel”. Dan ben explico que si, pues: “la creación de
Israel tuvo como motivo fundamental ser luz para todas las naciones, el
esplendor del reino de Israel se vivió con Salomón, en ese tiempo las naciones
paganas acudían a Jerusalén para solicitar consejo del rey de los judíos, fue
en ese entonces donde Israel pudo influir sobre otros pueblos, pero ese periodo
paso”, el rabino afirmaba a sus hermanos: “Israel fue creado para ser luz de
las naciones, esa era la misión, para eso fue creado Israel, Jesús ya restauro
a Israel pues si el mundo gentil conoce al Dios de Israel es gracias a Él,
Israel ya es luz de otros pueblos gracias al Mesías, pero ustedes judíos desean
una restauración territorial olvidando lo primordial: ser luz de las naciones,
si no fuese por Jesús, Israel seria un pueblo ignorado dentro de la historia”.
Aunque no soy judío y entre católicos no es
común este tipo de debates por las verdades de nuestro catecismo, la exposición
del rabino me pareció sumamente interesante y más cuando los Apóstoles
preguntan a Jesús antes de su ascensión sobre la restauración de Israel y Cristo
les habla de la evangelización, en Hechos de los Apóstoles se expone: “Los que
estaban reunidos le preguntaron: Señor,
¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?. El les respondió: No les corresponde a ustedes conocer el
tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero
recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán
mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la
tierra” (Cap. 1, v. 6-8). Lo que el rabino Dan expone tiene sentido, la
restauración de Israel no es territorial. San Pablo enseño que todo bautizado
es parte de la nueva Jerusalén, el Israel celestial, del reino de arriba.
Este argumento es útil contra ideal sionista,
que es un pensamiento judío gestado en Inglaterra que promueve la restauración
territorial de Israel. El pensamiento sionista tiene tanta influencia que
muchas denominaciones evangélicas reinterpretan el sionismo con una óptica cristiana.
La novela “Dejados atrás” (Left Behind) de Tim LaHaye expone claramente esta creencia
cristiana-sionista cada vez más popular en Latinoamérica. Esta doctrina no
católica es muy seductora porque se asocia al “fin del mundo” y afirma que “los
judíos retornaran a Israel, restauraran su territorio (su mayor justificación
es la creación del Estado de Israel después de la 2da Guerra mundial),
reconstruirán el templo de Salomón y el sacrificio a Dios, entonces, surgirá el
anticristo que habrá engañado a Israel haciéndose pasar por Mesías, desatara la
guerra contra Israel y el mundo, gestando un exterminio semita jamás antes
visto y es ahí cuando Jesucristo retornara desde los cielos”. Si usted ò sus
vecinos creen algo similar no me sorprende.
No todos los judíos son sionistas, ni todos los
evangélicos tienen esa creencia. El evangélico Hank Hanegraff, autor de varios
libros, define el cristianismo sionista como absurdo, anti apostólico y anti
católico: “que un cristiano desee la restauración del templo de Salomón y el
sacrificio no tiene sentido, Jesús hablo de su cuerpo resucitado como del
verdadero templo, San Pablo reprobó el hecho de añorar el retorno a las
liturgias de Moisés, aparte, ¿Qué clase de cristiano añora restablecer el culto
judío creyendo que después vendrá un anticristo a desatar un exterminio semita?,
¿Qué piedad puede haber en esa doctrina?. Esa doctrina nace de una mala lectura
de la biblia y por ello se ha injuriado a la Iglesia Católica culpándola de
eventos ¡que no han ocurrido!”.