En la reciente visita
de Benedicto XVI a tierras mexicanas no pueden faltar las voces de protesta que
se oponen al despilfarro de parte del Estado para eventos públicos. Es evidente
que existe un descontento social por la administración de los recursos públicos
y su uso en tiempos de la crisis internacional. Muchos españoles se opusieron a
la visita de Benedicto XVI en las Jornada Mundial de la Juventud celebrada en
Madrid, España en 2011, pancartas de los manifestantes decían; “no de mis
impuestos a eventos religiosos” ó “el impuesto de los ateos no es para eventos
católicos”, es de entenderse este malestar, y en aquella ocasión Alejandro
Bermúdez director de ACI prensa realizo un análisis financiero del evento que
resultó bastante interesante del cual pocos ciudadanos Españoles conocen. Hoy,
me he dado a la tarea de investigar y recopilar información financiera entorno
a la gira de Benedicto XVI a México. Según Notimex, “El secretario de Obra
Pública del estado de Guanajuato, Martín Malagón Ríos, indicó que se invirtió 75
millones de pesos en una serie de plataformas, en donde se concentraron los
asistentes. También indicó que el gobierno del estado aportó dos millones de
pesos para la iluminación de la Catedral Basílica de León, donde el Papa
Benedicto XVI oficio un rezo de vísperas para los obispos de América Latina”.
Según un comunicado de Excélsior al 21 de marzo se informó que: “el gobierno
estatal aportó 110 millones de pesos, el municipio de León, 13 millones, la
alcaldía de Silao, 5.5 millones, y el ayuntamiento de Guanajuato 7.7 millones. La
inversión suma 136.2 millones de pesos, quedando aún por definir cuánto fue
erogado para arreglar la Catedral leonesa. El gobernador de Guanajuato, Juan
Manuel Oliva Ramírez, y los alcaldes Ricardo Sheffield, de León, Édgar Castro,
de Guanajuato, y Juan Tovar, de Silao, coincidieron en que todos los trabajos
de acondicionamiento, embellecimiento y restauración no han sido ex profeso
para la venida del Pontífice, sino porque se requerían; la adecuación del
Parque Expo Bicentenario, la restauración de la Catedral Metropolitana, de
León, o los trabajos en la Casa del Conde Rul o en la de Cristo Rey, en el
cerro del Cubilete”. La derrama económica provocada por el consumo de los
turistas que esperan ver al Papa no se puede calcular aun con exactitud, Según
el Universal lo estima “en 775 millones de pesos”, Notimex lo estima en “1,000
millones de pesos” porque considera “una derrama de 290 millones de pesos
relacionada al transporte”, Según el Gobernador de Guanajuato el ingreso tan
sólo en el sector hotelero ascenderá a 880 millones de pesos. Si tomamos el
monto mayor de la inversión pública (136 millones) que incluye las obras necesarias
ya citadas y consideramos tan solo el I.V.A. (impuesto al valor agregado)
generado por hospedaje de turistas, la Federación recibirá 140 millones de
pesos por I.V.A. sin considerar otros
impuestos. El gasto público regresa por medio de los impuestos generados por
los turistas y los inmuebles mencionados quedan remodelados. Si consideramos la
derrama económica menor (775 millones) sobre el gasto del Gobierno (136 millones)
la comunidad Guanajuatense recibirá $5.50 pesos por cada $1 peso aportado por
el Gobierno para el evento. No existe otro mecanismo en el cual el pueblo
reciba tantos ingresos por cada peso invertido por el Estado, desde hoteleros
hasta ambulantes están fascinados por recibir tal número de clientes, bien vale
la pena decir; ¡Te esperamos, vuelve pronto Benedicto…!.
sábado, 24 de marzo de 2012
domingo, 18 de marzo de 2012
La integridad
Reflexionaba sobre el
sacrificio de Jesús, sobre todo cuando se dice de él; “como un cordero fue
llevado al matadero…”. Los corderos para sacrificio de la pascua en Jerusalén
no debían rebasar el año de edad, porque, hasta esa edad los corderitos no oponen
resistencia a sus verdugos. Jesús no opuso resistencia en su captura, incluso,
se negó a que otros respondieran con violencia, resistió una gran cantidad de
azotes y no se rebeló en contra de su crucifixión.
El valor humano de la
integridad es dirigirse en esta vida con rectitud total, con plenitud, con una
coherencia entre nuestras palabras y nuestras obras. Los evangelistas describen
a un Jesús integro en su discurso y en sus actos, pues, en su tortura estaba
también mostrando su integridad personal y la grandeza de su cátedra; “Si
alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra…”, “ama a tus
enemigos y reza por tus perseguidores…”, esto es, integridad, no retractarse de
la creencia, sino, poner la otra mejilla hasta el final, resistir las
agresiones sin que dobleguemos nuestra fe por la presión violenta de los demás,
la tentación es responder con violencia, pero, si caemos en el circulo de la
violencia: “verbal ó física” quedaremos vencidos ante los antivalores que nos alejan
del Reino de Dios. Muchos de nosotros con tal de no incomodar a nadie
modificamos el cristianismo y lo adaptamos a la circunstancia, dejamos la
integridad de lado, desproporcionamos el mensaje, preferimos un discurso de
amor y fraternidad porque ahí no hay discusión, pero, cuando se trata de acoger
el pensamiento de la Iglesia en asuntos de ética y moral, muchos ni siquiera
prestan atención ó deseos de aprender.
Distingamos la prudencia
de la integridad porque Jesús también fue acusado por los fariseos por convivir
entre adúlteros, borrachos y prostitutas, pero, aun entre pecadores Jesús
permanecía integro a su cátedra, su modo de vivir no cambiaba por el entorno,
Jesús seguía siendo el mismo hombre amante de las cosas de Dios, de la oración,
de la piedad, un hombre que no se enaltecía por su santidad en medio de
pecadores, sino al contrario, Jesús amaba a los pecadores como se atiende a un
familiar enfermo. Es importante la integridad y la prudencia, la integridad para
no retractarse del acto fraterno y la prudencia para saber corregir de modo
fraterno, ser corregidos y contarnos también como pecadores.
Cuando Jesús enseña:
“que tu hablar sea si, si es si y no si es no…” es una referencia a la
integridad, a la coherencia entre el pensar, el decir y el actuar. Es oportuno
referirnos al famoso verso; “de la abundancia del corazón, habla la boca…”, un
corazón que oculta sus verdaderas intenciones por lo general lo hace para
aprovecharse de la buena voluntad de los demás, es necesario referirnos al
Salmo; “¿Quién subirá al monte de Dios?, ¿quién podrá estar en su recinto
santo?, el de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su
alma, ni con engaño jura, el logrará la bendición de Dios, la justicia del Dios
de su salvación” (Salmo 24:3-5).
Es necesario hablar íntegramente
y poner la otra mejilla si es necesario para que nuestro hablar sea: “si cuando
es si, y no cuando es no…”.
domingo, 11 de marzo de 2012
Edificando el templo de Dios
La historia religiosa
de Israel está marcada por ese deseo de edificar el templo del “Dios de los Judíos”.
Desde el peregrinar del pueblo en el desierto en tiempos de Moisés se habla de
las colectas para preparar un sitio para adorar Dios. También las diligencias
emprendidas por el Rey David para construir un templo que concreto su hijo el
Rey Salomón, que después de su muerte, sufrió profanaciones no sólo con las
invasiones militares sino con la introducción de deidades siro fenicias en
ciertos períodos, mas sin embargo, fue restaurado en los reinados de Ezequías y
Josías. El templo de los judíos fue destruido por el rey babilónico Nabucodonosor
II en 586 a. C., que además llevó cautiva a una gran parte de los habitantes
del Reino de Judá hacia tierras caldeas. Tras el retorno del cautiverio, bajo
el liderazgo de Zorobabel, los arreglos para reorganizar el desolado Reino de
Judá fueron hechos casi inmediatamente. Con la invitación de Zorobabel, el
gobernador, quien les mostró un notable ejemplo de liberalidad contribuyendo
personalmente con 1.000 dáricos de oro, la gente entregó sus regalos al tesoro
sagrado con gran entusiasmo. Primero levantaron y dedicaron el altar de Dios en
el punto exacto donde se encontraba el antiguo. Finalmente, en el segundo mes
del segundo año (535 a. C.), se pusieron los cimientos del segundo templo. Siete
años después de este episodio, Ciro el Grande, ordenara y declarara la
construcción del templo, murió y fue sucedido por su hijo Cambises. Tras su
muerte le siguió Esmerdis, que ocupó el trono por cerca de siete u ocho meses,
cuando ascendió Darío I (521 a. C.). En el segundo año de su reinado se
retomaron los trabajos de reconstrucción del templo hasta su finalización, bajo
el estímulo de los consejos y premoniciones de los profetas Hageo y Zacarías.
En la primavera del 516 a. C. estaba listo para la consagración, más de veinte
años después del retorno desde el cautiverio. El templo fue terminado el tercer
día del mes de Adar, en el sexto año del reinado de Darío (Esdras 6:15). Alrededor
del 19 a.C., Herodes el Grande comenzó una masiva renovación y expansión del
templo. Éste fue demolido y se construyó uno nuevo en su lugar. La nueva
estructura es referida algunas veces como el Templo de Herodes, pero también se
le sigue llamando Segundo Templo ya que los rituales de sacrificios continuaban
sin disminución durante todo el proceso de construcción. En el 66 d.C., la
población judía se rebeló en contra del Imperio romano. Cuatro años después, el
70 d.C., las legiones romanas bajo las órdenes de Tito reconquistaron y luego
destruyeron la mayor parte de Jerusalén y el Segundo Templo.
El templo judío tuvo la
función pedagógica que mostraba al pueblo un hito sagrado de gran valor. El cristianismo
que es de raíz judía, trae una perspectiva nueva sobre el culto; “el cuerpo es
el templo del Espíritu Santo…”, “destruyan el templo y lo reconstruiré en tres días…”
(Jesús hablando de su cuerpo), de aquí que nuestra religión haga tanto énfasis en
la evangelización, la caridad, y la santidad, rendimos culto en nuestro cuerpo.
Hay una analogía entre la vida religiosa judía y la cristiana, pues, la judía hasta
el día de hoy tiene deseos de reedificar ese templo en Jerusalén, mientras que,
la vida cristiana desde sus inicios persiste en su lucha para edificar al género
humano, pues, para nosotros, Dios ha elevado la dignidad humana invitando a la
especie a pasar de ser un cuerpo a ser sagrario.
domingo, 4 de marzo de 2012
El dolor de Jesús
“Salió
y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le
siguieron. Llegado al lugar les dijo: “Pedid que no caigáis en tentación”. Y se
apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo: “Padre,
si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Entonces, se le apareció un ángel venido
del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su
sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra”. (San Lucas
22:39-44)
En este
relato Jesús está por ser aprendido por las autoridades Judías para ser juzgado
usando testigos falsos, culparlo de blasfemo, entregarlo a las autoridades
romanas, acusarlo de atentar contra el reinado del Cesar y pedir su crucifixión.
Jesús esta consciente de todas estas cosas que vienen sobre él, “para esto ha
venido…” afirma insistentemente en los relatos de los evangelistas. Jesús
espera recibir un dolor físico, pero, su agonía ya es interior, en el sentido
humano es normal que Jesús se sienta decepcionado de la injusticia de las
autoridades, de su corrupción, de la facilidad con la que éstas se libran de la
presión del pueblo y lo toman como hoy decimos: “chivo expiatorio”. Pero, aun
así, Jesús se somete al juicio injusto de las autoridades de la época, Jesús no
se revela con violencia ante la corrupción de las instituciones, pero, si las
denuncia verbalmente con sus predicas, de ahí el deseo de los fariseos de
matarlo, pues, Jesús es un reto al intelecto de su época, verbalmente y con
argumentos no hay modo de vencerlo, por eso, es necesario recurrir a la mentira
en un juicio para matarlo, y así venderle la idea al pueblo de que la justicia,
el apego a la verdad y la impartición de la ley por parte del Estado se cumple.
Aun con todas estas corruptelas, Jesús no da un paso atrás, sigue firme en su
postura; afirma ser el hijo de Dios y ejercer un reinado que no es de este
mundo. Jesús espera resucitar el tercer día, está empeñada la Palabra del Padre en la
profecía mesiánica entregada en los Salmos; “no desamparare al justo y lo
librare de la muerte”.
Jesús
muere y es librado de la muerte en su resurrección. En su labor dentro de
Jerusalén el Mesías sufrió, lloro, aguanto, se desgasto como humano, fue
consolado por los ángeles sin librarse del dolor, todos estos sufrimientos
tienen como meta una sola cosa; entregar la Gracia de Dios al género humano. Jesús paga un
precio en su sufrimiento como hombre para entregar esta Gracia a los hombres,
mientras que, por nuestra parte muchos de nosotros a excepción de los mártires
ni siquiera hemos derramado una sola lagrima para recibir esta Gracia, aunque
reconozco que algunos por su condición de pecado se entristecen en sus adentros
por no poder recibirla, mas no se deciden firmemente por prepararse y recibirla.
Es meritorio parafrasear aquello dicho por el Apóstol San Pablo; “he
crucificado mis deseos con tal de vivir en el Espíritu”, es prudente entender
que la entrega de esta Gracia a nosotros tiene un antecedente de dolor que incluye
la historia de los Santos Mártires, alegrémonos y estimémosla porque la hemos
recibido sin merecerla y sin entregar ni una sola lagrima. Preferible es, prepararse
para disfrutarla hoy y alegrarse, que llorarla eternamente por haberla perdido.
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