Hace poco descarge gratis por internet el ebook titulado: “La Salvación viene de los Judios” escrito por Roy H. Schoeman, catolico de origen judio. Aunque el libro habla del papel del judaismo en la historia de la salvación y en la segunda venida de Jesucristo, en el capitulo dos el autor hace referencia al resto fiel de Israel. Schoeman afirma algo muy bello: “Dios no aplica el juicio al mundo por la injusticia de la mayoria, sino que envia su redención por la fidelidad de una minoria”. Un ejemplo de esto es la intercesión de Moises en el Sinai cuando los israelitas fabricaron un becerro de oro para adorarlo pecando de idolatría.
A simple vista parecieda que el judaismo fallo en su misión mesianica, pero no fue asi pues hubo en israel un resto fiel a Dios: Virgen María y José, Isabel, Zacarías, Juan el Bautista, y los apóstoles (con una desafortunada excepción), el primer mártir, Esteban, y los otros discípulos. Este resto fiel ó remanete son grandes figuras dentro de la fe.
En ambos, judaísmo y cristianismo, las enseñanzas y revelaciones del papel de los “remanentes fieles” han continuado. El judaísmo talmúdico enseña que la existencia continuada del mundo entero se mantiene por las oraciones de treinta y seis hombres justos. Este mismo principio, de que gracias a tan solo unas cuantas almas fieles, naciones completas, o aún el mundo entero, son perdonados de la justicia divina, se refleja frecuentemente en revelaciones privadas hechas a santos cristianos.
Las más dramáticas revelaciones privadas del siglo pasado fueron las de Fátima, en las que primero el Ángel de Portugal y luego la Santísima Virgen María, se aparecieron a tres pastorcitos en una remota villa de Portugal durante 1916 y 1917. En su primera aparición el Ángel exhortó a los niños a orar. Cuando se les apareció de nuevo meses después, los halló jugando y los reprochó diciendo: “¿Qué están haciendo? ¡Oren! ¡Oren mucho! Los Corazones de Jesús y María tienen designios de misericordia para con ustedes. Ofrezcan oraciones y sacrificios constantemente al Altísimo... Ustedes habrán de traer la paz a su país.”
El testimonio de cómo Dios trabaja con la humanidad está claro, tanto desde el judaísmo como desde el cristianismo. La relación entre Dios y la humanidad no se establece ni se mantiene en base a “promedios”, ni por la conducta de la mayoría. La mayor parte de la humanidad a través de historia, siempre se ha alejado de Dios, le ha fallado, y continuará haciéndolo. La relación de Dios con toda la raza humana se establece y se mantiene en base a su relación con “unos pocos escogidos”, con aquellas pocas almas que le entregan sus corazones, y en quienes Él se complace. Es por estos pocos que Él derrama su misericordia sobre el resto.
Un simbolo visible de esto lo podemos ver en el sacerdocio, pues este es un resto que debe estar consagrado para Dios para que de esta forma la gran mayoria se beneficien recibiendo la Gracia por medio de los sacramentos. Como ya se menciono: Dios no obra su justicia por el pecado de la mayoria sino que obra su misericordia por la fidelidad de una minoría.
Si recordamos la crucifixión de Jesucristo encontraremos que aun sus propios discipulos lo avandonaron y lo negaron. Pero tambien existio un resto fiel que no abandono a Jesus en su crucifixión, ¡solo dos! Maria y Juan. Dios obro su misericordia en atención a las oraciones de ellos.