"Así
pues, David los ancianos de Israel y los jefes de millares, fueron a traer el
arca de la alianza de Yahveh, desde la casa de Obededom, con alborozo. Y
habiendo Dios ayudado a los levitas portadores del arca de la alianza de
Yahveh, sacrificaron siete becerros y siete carneros. David iba revestido de un
manto de lino fino, lo mismo que todos los levitas, que portaban el arca, los
cantores y Kenanías, el jefe que dirigía el traslado. Llevaba también David
sobre sí un efod de lino. Todo Israel subía el arca de la alianza de Yahveh
entre clamores y resonar de cuernos, trompetas y címbalos, y haciendo sonar los
salterios y las cítaras. Cuando el arca de la alianza de Yahveh entró en la
Ciudad de David, Mikal, hija de Saúl, estaba mirando por una ventana, y vio al
rey David que saltaba y bailaba, y le despreció en su corazón. Introdujeron el
arca de Dios y la colocaron en medio de la Tienda que David había hecho
levantar para ella; y ofrecieron ante Dios holocaustos y sacrificios de
comunión. Cuando David hubo acabado de ofrecer los holocaustos y los
sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre de Yahveh, y repartió a
todo el pueblo de Israel, hombres y mujeres, a cada uno una torta de pan, un
pastel de dátiles y un pastel de pasas." I Crónicas, 15,26-29., 16, 1-3
Este
evento es narrado también dentro del libro de Samuel (2 Samuel 6,12-19). Es
interesante apreciar que dos libros del antiguo testamento mencionan el mismo
evento, ¿Qué sentido tendrá citar el mismo evento en dos ocasiones?.
El
libro de crónicas hace un repaso de las genealogías que dieron origen al pueblo
de Israel y cita de nueva cuenta los orígenes del rey David, el conflicto con
su antecesor y el modo en que se afianzo su corona, pero el traslado del arca
de la alianza es narrado con mayor detalle. Esto me hace creer que los
Israelitas veían este evento como un triunfo trascendente que no debe omitirse
entre judíos, debe contarse hasta presumirse.
Dentro
del arca de la alianza residían los instrumentos emblemáticos del pacto del Sinaí.
Ahí se resguardaban las tablas de las leyes de Moisés y la vara del primer
sacerdote hebreo, Aarón. Israel vivía toda una mística en torno al arca de la
alianza; signo del triunfo, su lugar era el centro del sacrificio como elemento
santo de Dios, lo más sagrado de Israel. No cualquiera podía estar en contacto
con el arca, solo aquellos que descendían de la tribu hebrea de levi y recibían
el oficio de “levitas”. Por este motivo, en 2 Samuel 6,12-19 y en I Crónicas,
15,26-29, podemos leer toda una estructura bien cuidada entorno al traslado del
arca de la alianza.
Pero,
¿Qué tiene que ver todo esto con el pueblo católico?. Lo más importante de esto
es el paralelismo que nos ofrece la historia de la salvación, Israel es como “la
maqueta” del proyecto que Dios establecerá en la Iglesia para el nuevo testamento.
El antecedente del Sagrario Eucarístico es el arca de la alianza del pueblo de
Israel. En el Sagrario resguardamos el pan y el vino consagrado, elementos
primordiales de la alianza que Jesús estableció, siendo el sagrario un elemento
que debe ser ubicado en el sitio más sagrado del templo, el Santísimo.
Para
concluir, si Israel narro dos veces el traslado de su arca, nosotros, debemos
poner atención para no omitir lo que es sagrado dentro de la nueva alianza, mas
en un tiempo como este donde se pretende hacer del cristianismo un movimiento
espiritual sin elementos externos, eso es un error. Jesús dijo en el pan y el
vino “esto es mi cuerpo, esto es mi sangre”, y eso, es sagrado, tan sagrado que
puede ser encontrado más de una vez en el nuevo testamento.