La semana pasada estuvimos reflexionando sobre
la salvación y la ley natural, esta última es la vocación ò instinto natural
que los hombres tienen hacia la justicia y la caridad sin importar su credo.
Gracias a internet tengo contacto con personas
de distintas ideologías, entre ellos los ateos. A veces noto en ellos esas
“discusiones del siglo pasado” donde “el creyente debe convencerlos de que Dios
existe” y estos en su comodidad “solo piden pruebas tangibles”. Para mí una
discusión de estas no tiene sentido porque entiendo que la fe es algo divino,
el padre Humberto Ponce constantemente nos repetía “aprendamos a vivir el
misterio de Jesucristo”, ¿si la Trinidad es un misterio no es de necios querer
entender ò explicar el misterio?, el misterio esta para vivirse no para
explicarse. Lo que si podemos explicar es la Iglesia: su historia, su postura,
la biblia, etc. Es inútil discutir como “un fundamentalista religioso” con
personas que tienen un credo distinto ò carecen de él, puedo compartir mis
conocimientos en torno a la religión pero me reconozco débil porque yo mismo no
puedo entender a Dios, puedo vivirlo y estar en El como decía San Pablo aunque
Dios permanezca oculto en nosotros como un misterio.
Sobre el ateísmo, encuentro una postura
fundamentalista que es una “pseudo religión” pues no solo niega la existencia
de Dios sino que añade prejuicios casi a
manera de dogmas: “la religión es enemiga de la ciencia” (error), “la religión
impide el pleno raciocinio” (error), “la religión es intolerante” (error, el
ateísmo también lo ha sido, para ejemplo la persecución de Stalin en Rusia).
Esta clase de “ateos” acompañan su postura promoviendo una fobia hacia los
credos, casi consideran al credo como el enemigo. Por otra parte, existe un
ateísmo moderno que no niega las virtudes de los credos, por ejemplo, el
pensador ateo Paolo Flores d’Arcais en un debate junto a Ratzinger afirma que
“el mundo debería seguir la enseñanza de Jesucristo cuando se refiere a que tu
hablar sea ‘si’ cuando es ‘si’ y ‘no’ cuando es ‘no’ para derribar así el
imperio de la hipocresía que gobierna este mundo”. Puedo decir que este ateísmo
es un tanto “contemplativo” pues aunque no cree en Dios no niega la virtud de
la enseñanza, en cambio el ateísmo “carnal” niega toda virtud emanada del credo
(quizá por complejos, inseguridades, soberbias). La postura de d`Arcias me
satisface porque aun siendo ateo se desprende del prejuicio y cliché para dar
razón a Jesucristo en una verdad fundamental: ¡la integridad!. Flores incluso
se atreve a decir “el hombre no puede vivir sin fe”, aclarando que: “si bien no
se cree en Dios ni en el dogma, todo hombre necesita la fe para vivir, fe en
sus ideales, fe en el futuro, fe en sus hijos”.
Como bautizados el tema del ateísmo puede
resultarnos perturbador, por esto vale la pena citar un fragmento del Salmo 53;
“El necio se dice a sí mismo: "No
hay Dios". Todos están pervertidos, hacen cosas abominables, nadie
practica el bien. El Señor observa desde el cielo a los seres humanos, para ver
si hay alguien que sea sensato, alguien que busque a Dios…”. Cabe mencionar
que el Salmista reprueba la incredulidad pero no por ella misma sino por la
corrupción: “nadie practica el bien”. Como personas podemos entender la postura
atea porque ‘nadie puede comprender el misterio de Dios’ (se justifica en la
limitación humana), pero, toda persona con credo ò sin él, si da rienda suelta
a su egoísmo irremediablemente traerá injusticia para todos.
Para terminar, es una lástima que hagamos de la
evangelización una discusión ideológica: ‘si piensas que Dios existe te
salvas’, ‘si piensas que Dios no existe te condenas’, ¡no, es un absurdo!, recordemos
que para nosotros la fe por sí sola no sirve de gran cosa, “la fe sin obras
está muerta” (Santiago 2:14-25). Lo importante es la conversión, el cambio de
la injusticia hacia la justicia, la fe es útil para no claudicar y no dejarse
vencer por la corrupción. Flores d’Arcais le da la razón a Jesucristo en lo
referente a la integridad porque el pone la ética por encima de su postura. El
bautizado y el ateo cuando buscan la piedad y lo que es justo tienen un ideal
en común. ¡Amén!