Hasta
la fecha me sigue sorprendiendo la cantidad de bautizados que hacen de los
primeros capítulos del génesis una lectura literal, como si los hechos narrados
debiesen ser leídos como un libro de historia. Sabemos que las Sagradas
Escrituras contienen la verdad refiriéndonos a la salvación del género humano.
La biblia no fue escrita con el fin de revelar las verdades de la astronomía o
la biología. El fin de la Escritura es la salvación manifestada en Jesucristo.
La
biblia está compuesta por muchos géneros literarios. Por ejemplo, no es de
sorprender que en la pedagogía de Dios, Jesús utilice parábolas donde el
objetivo es dejar una enseñanza. La parábola es en esencia, un relato simbólico
o una comparación basada en una observación verosímil.
La
parábola del hijo prodigo y el sembrador son de las más conocidas, sabemos que
estos personajes no existieron y no por ello demeritamos la enseñanza. Con
estas parábolas conocemos parte de lo que Dios es.
Como
cristianos no debería sorprendernos el hecho de que Adán y Eva fuesen quizá los
personajes de una parábola, si esto fuese así, la enseñanza divina del pasaje
prevalece; Dios otorgo al hombre un paraíso, es el hombre quien duda desde su
inicio de la bondad de Dios.
Por
el dogma del pecado original algunos creyentes defienden la idea de que Adán si
existió físicamente, lo asocian al texto de San Pablo de la carta a los Romanos;
“Porque así como por la desobediencia de un hombre (Adán) todos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno (Jesucristo),
muchos serán constituidos justos…” (Cap. 5, v. 19). Sin embargo, Moisés, autor
del libro del génesis, no enseño nada acerca del pecado original. Bajo la
óptica de los judíos, la trasgresión del huerto del Edén no se asocia a un pecado
original, ni a una redención traída por el Mesías. En el judaísmo existen ritos
para expiar los pecados de Israel. Los autores sagrados fueron hombres de su
tiempo, inculcaron y escribieron cosas constérnenles a la vida y contexto de
Israel sin una visión total de la salvación, son los eventos de la vida de
Jesucristo lo que va revelando las verdades salvíficas ocultas desde el antiguo
testamento.
Como
creyentes, no debemos perder de visa que la biblia se enfoca en las verdades
divinas, su rama es la teología, no la biología o la mecánica, ni las finanzas,
cada rama del conocimiento y de la ciencia tiene distintos fines y lenguajes. Visualizar
el génesis a los ojos de la ciencia es como exigir evidencias científicas de
una poesía. Moisés, autor del libro, jamás pretendió dar un tratado científico a
Israel, más bien, el motivo de los textos es anunciar que el pecado existe y
hay un Dios que está interesado en el destino de la humanidad. Ese es el
objetivo del libro.
Como
conclusión, no puedo afirmar que Adán existió basándome en el estudio de los
fósiles, pero a la inversa, no puedo con el estudio de los fósiles entender el
perdón y los estragos de la mentira, con el relato de Adán en Edén hasta los
niños pueden entender.
Como
bautizados no debemos enfrascarnos en una discusión con toques científicos y
teológicos sobre la existencia física de Adán, porque ciencia y teología son
dos ramas que persiguen distintos objetivos. Debemos mirar más allá del relato
de Adán y prestar atención a que Jesús resucito y por él, la revelación posee
verdad, una verdad que nos salva. Caminemos entorno a esa verdad, expresada en
sus mandamientos.