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lunes, 16 de marzo de 2015

El cuerpo de Cristo

Scott Hahn, teólogo y apologista católico, tiene una reflexión muy interesante sobre San Pablo. El apóstol desarrolla la teología de la Iglesia como el cuerpo de Cristo, en 1era de Corintios 12:27, se afirma; “Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él”. San Pablo era judío de nacimiento, educado por Gamaliel (rabino prominente de Jerusalén), de judaísmo farisaico. Su conversión al cristianismo ocurrió camino a Damasco, buscando apresar a los discípulos de Jesucristo le fue revelado que al perseguirlos persigue al Señor (Hechos 9). Scott Hahn asocia ambos pasajes; San Pablo desarrolla la idea de que la “Iglesia es el cuerpo de Cristo” porque al perseguir a los discípulos persigue al Señor.
La Eucaristía es el cuerpo del Señor. San Pablo nacido de una familia judía, es capaz de comprender el significado de las fiestas judías asociadas a Jesucristo. Los judíos en la pascua hebrea preparan la cena con varios alimentos, el alimento principal es el pan sin levadura llamado “Matza”, para comer este pan se requiere de una purificación previa y la observancia de las leyes de Moisés. Este pan fue el que Jesús utilizo para establecer la nueva alianza, el convirtió la Matza hebrea en la primer Eucaristía y la proclamo como su cuerpo (San Lucas 22:7-23). Para San Pablo esto debió ser sumamente trascendente, para los judíos, Dios establece un lazo especial con Israel, pero compartir su cuerpo y permitir que todos se alimenten de El va mucho más allá. Si Israel es el pueblo de Dios, con la Iglesia, Dios compartió su cuerpo.  
Jesús comparte su cuerpo y sus dones, los fariseos cuestionaban sus enseñanzas, esto puede leerse en San Lucas; “Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?, Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?, pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (cap. 5:20-24). El mismo argumento de los fariseos lo encontramos hoy, la gente no cree que un sacerdote puede perdonar pecados. Desde los evangelios podemos leer que Jesús se referirse a sus discípulos como el mismo; “El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (San Mateo 10:40), y comparte con ellos los dones que el obraba en Jerusalén; “predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (San Mateo 10:7,8). Pareciera que Jesús pretende hacer de sus discípulos una réplica de El mismo y San Pablo comprende que los discípulos son el cuerpo del Señor.
Tras la resurrección, Jesús les compartió; “A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos” (San Juan 20:23). Pareciera que el pasaje fue escrito por si algún fariseo se quedaba con la duda, está claro, en el cristianismo los discípulos perdonan ò retienen pecados, se alimentan del cuerpo de Cristo y quien los persiga atenta contra Cristo.

Aunque suene increíble ò inverosímil, la Iglesia en su totalidad es Cristo mismo, encarna la obra de Jesús para perpetuarla en cada generación, por lo tanto, no debería extrañarnos que dentro de su estructura existan hombres que perdonen los pecados, sanen enfermos, ò incluso, considerar la opinión de la Iglesia actual como palabras del mismo Jesús.