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domingo, 28 de junio de 2015

Ayúdame a salir del lodo.

            Esta semana visite la casa hogar Guadalupe Libre porque deseaba entrevistarme con el director, tras las recientes lluvias se formo un gran lodazal en el camino de terracería que conecta con la casa hogar, quede atascado, fue frustrante y cómico.
            Ese día sábado, salí del trabajo y con hambre me apresure para alcanzar al director, había un calor intenso de casi cuarenta grados. En medio del camino vi ese lodazal, me pareció fácil cruzarlo, no lo fue, quede varado y con una simpleza quede en medio de la nada. Me dio risa porque minutos antes llame al teléfono del director y me envío al buzón, hubiese sido fácil conformarse con eso, no buscarlo y disfrutar el fin de semana, pero no, había quedado de ir ese sábado porque me interesa colaborar. Con el auto atascado, pensando en la llamada que se fue al buzón, deseaba saber si el inconveniente tenía un propósito “divino”, quizá lo tuvo porque derivó en esta reflexión.    
            Camine hacia la casa hogar para saber si el director estaba ahí y pedir ayuda, no lo encontré, un colaborador llamo a uno de los muchachos para que me ayudara con el auto. Ahí conocí a Manuel, uno de los jóvenes de la casa, cursa la preparatoria y quiere ser médico cirujano. El director me había hablado de él, es de los jóvenes que desean impulsar, dentro de poco le llegara la edad para dejar la casa hogar. Manuel fue amable y respetuoso, en sus palabras escuchaba a un joven centrado con deseos de salir adelante. Al verlo recordé mis días de preparatoria, fui totalmente distinto, mi familia estuvo unida y éramos de clase media alta, acostumbrados a las comodidades, mi vida había sido menos trágica que la de Manuel y creo que en mi adolescencia no estuve consciente de ello. Manuel me hizo entender lo inmaduro y caprichoso que fui y lo inmaduro que suelen ser muchos adultos que conozco. En la actitud de Manuel reflexione sobre los adolescentes de hoy, los medios de comunicación los llenan de irreverencia, caprichos, vanidades, son guiados por la cultura de los anti valores, en vez de llenarse de virtudes prefieren llenarse de tatuajes, cerveza y “alocarse” hasta que amanezca, incluyendo a las jovencitas. Basta mirar el número de embarazos en adolescentes para confirmar mi afirmación.  
            Manuel estaba dispuesto para ayudarme, tanto que termino con sus ropas  enlodadas para sacar mi auto, me sorprendió su don, cualquier adolescente me hubiera dejado ahí, a final de cuentas el problema era mío, pero no, Manuel tampoco había comido y estaba soportando el calor de las dos de la tarde, ayudando a un desconocido. También entendí que existen un montón de desconocidos ayudando para que esos niños u otras personas en distintas partes no queden varadas, atascadas en el lodo, sino que puedan salir adelante y avanzar, que bueno que escuchar la necesidad de otros.
            Manuel me demostró que la formación en la casa es buena aunque solo reciben clases de buenos modales, catecismo y misa, el resto de la educación la reciben en escuelas públicas.

            No cabe duda que inculcar valores a los jóvenes y a la gente, les da valor, se aprecia la diferencia cuando en casa está la Santísima Madre Guadalupe. Si alguien está atascado, por favor súmate, la indiferencia nos perjudica a todos.   

domingo, 21 de junio de 2015

La nueva droga

         En el principio de los ochenta Randy llego a California deseando ser actor, le iba bien, tenía un manager y un agente, en la primera semana realizo una sesión de fotografías. El pensaba que no tendría problemas porque el trabajo fluía hasta que llego una crisis en el cine, todos los proyectos en Hollywood se vinieron abajo, nadie trabajaba desde actores, productores, guionistas, asistentes, etc., todos empezaron a tener necesidad incluyéndolo a él. En ese entonces Randy realizo trabajo de modelaje, en uno de esos empleos alguien lo invito a participar en películas para adultos y hacer dinero rápido y fácil, aunque no le intereso, necesitaba dinero. Después de unos meses y sin trabajo, acepto la propuesta, llamo para la audición y se presento a primera hora, así fue como Randy filmo su primer película pornográfica. Al final de la escena cobro $100 dólares y mientras regresaba a su casa pensaba lo fácil que fue pero al mismo tiempo se avergonzaba porque esa cinta lo expondría. Randy no tenía mucho tiempo para pensar, necesitaba trabajo y se enrolo, ese tipo de ofertas no dejaron de llegar, empezó a ganar muchísimo dinero, convirtiéndose en uno de los actores de películas para adultos más populares de todos los tiempos. Su madre no tenía idea de lo que su hijo vivía pero la tormenta vertiginosa de aquella industria para adultos lo estaba destrozando poco a poco. Randy dejo de saber lo que era el amor, dejo de sentir lo que era el aprecio, perdió sus sentimientos, veía a las mujeres como objetos, no había emociones cuando filmaba a lo que llamaba “escenas de amor”, ahora confiesa “en eso no hay amor, es vil prostitución, sexo por dinero”.
            Randy tenía mucho dolor interno y empezó a usar drogas por el daño emocional que le causaba la industria, acudía al trabajo a filmar escenas para después comprar droga y superar los vacios que le dejaba trabajar ahi, era un círculo. La pornografía daño a Randy y a muchos adictos a consumirla, se distorsiona a la mujer, se pierde la habilidad para tener relaciones basadas en el respeto, el afecto y la confianza. Un día de trabajo, Randy dejo el estudio de filmación, tomo su auto, manejo dos cuadras y se estaciono para llorar a solas, ese día no regreso a su trabajo y esa fue la última película que filmo. Randy Spears participo en más de mil películas para adultos como actor o director, hoy afirma que si el pudo romper con la pornografía cualquiera puede hacerlo.
            El testimonio es narrado por el mismo R. Spears en el sitio web  “Fight the New Drug”, asociación que pretende clasificar a la pornografía como una droga. Nuestro cerebro produce grandes cantidades de dopamina, serotonina, oxitocina cuando miramos pornografía o consumimos drogas, aunque estos químicos son naturales, nuestro organismo se hace adicto a ellos, los tolerara y requerirá dosis más fuertes, por eso la pornografía es altamente adictiva y exigirán una dosis mayor para causar el mismo efecto. Está comprobado que la adicción a la pornografía trastorna las relaciones afectivas como lo hace cualquier droga. “Fight the New Drug” argumenta que el mayor número de consumidores de pornografía en internet son adolescentes entre los 12 y 17 años. Es importante tomar medidas para restringir internet en el hogar. En la actualidad, permitir que un adolescente tenga internet en su recamara es como tolerar que infinito material pornográfico sea resguardado en su closet, la tentación es enorme y caer en la adicción es fácil. Cuidemos la salud mental de los adolescentes. Randy confiesa que la pornografía le robo la capacidad para amar.

domingo, 14 de junio de 2015

¿En qué puedo servir?

Dice que “si un libro no te gusta no debes leerlo hasta el final”. Leer es bueno, pero para muchos es difícil porque no se han dado el tiempo para conocerse a sí mismos y descubrir los temas que les apasionan, por ejemplo, en mi caso, la novela no me gusta, me gusta leer de religión y de historia, aunque no tengo el tiempo suficiente para leer todo lo que quisiera.
Creo que lo mismo sucede con el anhelo de servir, me refiero a la labor que nos pide el evangelio. En mi caso, mi antiguo párroco me aconsejo estudiar liturgia, me invito a formar parte del equipo litúrgico y acepte, pero no sentía una gran pasión por ello, más bien, era como algo en mente para no estar de ocioso en la parroquia. Después me invitaron a un curso parroquial para jóvenes profesionistas, acudí a la plática inicial pero no sentía que aquello fuese para mí. También me invitaron a un reclusorio, conocí a las personas que servían ahí, aunque no sentía gran ímpetu. Fui a un desayunador pero tampoco me sentí reflejado. Me invitaron a pláticas del Opus Dei, con los Jesuitas, todos deseaban emprender labores y comprometerme, yo seguía sin dar pasos, ni para adelante, ni para atrás. Tenía ganas de servir aunque no sabía en qué. Tampoco quería saturarme, sino ser humilde en eso, no quería sugestionarme, desatar una labor con gran ímpetu para después apagarla en dos días, estaba consciente de mis debilidades, compromisos laborales y las colaboraciones semanales para este periódico. Aunque no me comprometía con nada, tampoco permanecía del todo pasivo, seguía buscando ese lugar donde servir.
Este mes acudí a la casa Guadalupe Libre. El primer recibimiento que tuve fue un niño llorando, corriendo en el patio, mientras que una oveja lo seguía. La imagen quedo grabada en mi mente porque poseía muchos símbolos. Muchos nos sentimos como ese niño, extraviados, lastimados por dentro, somos ovejas que siguen a otras ovejas, queremos afecto, reproducirlo para retribuirlo a otros. El afecto debe ser genuino.
Me entreviste con el director, Lic. Alan Peiro Rodríguez, me dio los antecedentes de la casa hogar, los retos, el día a día y los proyectos futuros. Me dijo que hace ocho años el había llegado ahí, así como yo: “de la nada y preguntando ¿en qué les puedo ayudar?”. Eso me recordó a la primera colaboración que envíe a Enmarcha; leí el semanario, pensé que podía hacerlo, mande una colaboración y ya, eso fue hace ocho años.
La casa hogar me gusto porque uno trata con niños, a ellos no se les puede ofrecer reflexiones complejas porque jamás las entenderían, la aportación es simplemente dar ejemplo de persona sin usar muchas palabras. Al ser niños marginados hay resistencia al afecto porque poseen incredulidad. Es bueno que ellos conozcan a personas honradas para que puedan anhelar metas, superarse y construir una vida. Para más información de la casa hogar, su sitio web es www.casaguadalupelibre.org
Como conclusión, es importante buscar ese lugar donde servir, quizá creemos que las labores de la Iglesia no nos gustan porque no hemos encontrado ese lugar donde nos identifiquemos, donde podamos desarrollar algún talento, si nos desanimamos vale la pena seguir intentando, buscar, como aquel que se da el tiempo para abrir toda clase de libros buscando un tema que le interese y le apasione.

Hay que encontrar esa vocación escondida que tenemos, ese talento o pasión en beneficio de los demás, es bueno conocerse y descubrirse sirviendo, necesitamos a la gente que nos necesita. Preguntémonos ¿para que soy bueno?, ¿en qué puedo servir?. 

domingo, 7 de junio de 2015

Tuve miedo y me escondí.

El libro del Génesis expresa: “Después de que el hombre y la mujer comieron del árbol prohibido, el Señor Dios llamo al hombre y le pregunto: “¿Donde estas?”, este le respondió: “oí tus pasos en el jardín, tuve miedo porque estaba desnudo y me escondí”, entonces le dijo Dios: “¿Y quién te dijo que estabas desnudo?, ¿has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?” (Génesis 3:9-11)
Muchos de nosotros conocemos el pasaje de la caída de Adán y Eva en el huerto del Edén, cuando Dios les prohibió comer del “árbol de la ciencia del bien y del mal”. Adán expresa sentir “miedo” al escuchar los pasos de Dios. Sentir temor a la presencia de Dios es un mal síntoma, Dios es amor, quienes temen al amor son aquellos que no pueden amar, limitados para expresar el afecto o recibirlo, en ellos existe un poco de resentimiento y rencor.
Todo pecado nos aleja de Dios. La traducción de la palabra pecado es injusticia. Todos somos pecadores, sin embargo, no todos reaccionamos igual ante el pecado, hay dos actitudes notorias; algunos al cometer pecado prefieren esconderse de Dios, no volver a Él, otros, buscando salir del pecado, prefieren reencontrarse con Dios porque saben que ese encuentro los librara del pecado. Dios busca que nosotros optemos por la segunda actitud, que perdamos ese temor de encontrarnos con el creador.
En el Edén, Dios no tenía necesidad de preguntar: “Adán, ¿donde estas?”, dado que Dios lo sabe todo (Adán estaba en pecado), mas bien, existe la necesidad de que Adán y todo ser humano injusto se pregunte: “¿dónde estoy?”, tu lector, “¿dónde estás?”. Dios sabe donde estamos, el problema es si nosotros lo sabemos.
La respuesta de Adán fue sincera: “… tuve miedo porque estaba desnudo y me escondí”. Adán tiene temor a la represaría, al castigo. Aunque en el texto Adán y Eva son expulsados de Edén, en nuestra realidad cotidiana, fuera de los símbolos de la lectura del Génesis, el hombre injusto siempre vivirá con temor, atormentado de las consecuencias de sus malas acciones, buscando cubrir sus injusticias para no quedar desnudo y ser visto como realmente es; un nefasto. Por consiguiente, su vida estará muy alejada de ese paraíso.
Adán tuvo miedo y se escondió porque estaba desnudo, esconderse es síntoma de haber perdido la confianza. Muchos de nosotros tenemos miedo porque nos vemos desnudos ante el evangelio, no hemos emprendido labores de servicio, apostolados, no nos hemos vestido de caridad, estamos desnudos ante su palabra, desprotegidos, temerosos a la muerte, al juicio divino, preferimos no pensar en ello y nos auto exiliamos del Edén, de su bondad, de su gracia, esto provoca que no conozcamos su misericordia, su paciencia y su paternidad. El desconocimiento de su paz nos lleva al temor. Conocerlo a Él nos libera de muchos temores que nos enferman. Dios es amor, en el amor hay confianza.

Termino con una cita del apóstol San Juan: “La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a él. En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. Nosotros amamos porque Dios nos amó primero. El que dice: "Amo a Dios", y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?. Este es el mandamiento que hemos recibido de Él: el que ama a Dios debe amar también a su hermano” (1era de San Juan 4:17-21).