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domingo, 30 de agosto de 2015

Los dos pilares: familia y religion

            La última semana de agosto visite el campo no. 26 en Cuauhtémoc, Chihuahua. Este campo agrícola es característico por la presencia de menonitas. ¿Quiénes son los menonitas?, su raíz es alemana, se podría decir que es un grupo “étnico - religioso”, que surgió tras la disidencia del mongue católico Menno Simons en el siglo XVI. Los menonitas sufrieron la intolerancia religiosa y esto provoco que se dispersaran por el mundo. Se dedican principalmente a las actividades agrícolas, sus creencias les impiden el uso de ciertas tecnologías. Su educación escolar se basa solo en la biblia, por lo tanto, sus escuelas no están incorporadas a la SEP. Los menonitas no participan de la educación pública.
            En 1922 se inició la inmigración con la llegada de 3.000 personas (que se establecieron en Chihuahua), luego de ser invitados a México por el gobierno de Álvaro Obregón que cubrió los gastos de traslado. Hoy en día hay menonitas en casi todos los estados mexicanos e inclusive en el Distrito Federal, pero las comunidades más arraigadas se han establecido en Chihuahua, Durango, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Campeche, Quintana Roo y Tamaulipas, recientemente se han ido desplazando a otros estados donde no había comunidades como Baja California, Oaxaca, Tabasco y Yucatán; y se estiman unos 100.000 menonitas en todo el territorio nacional.
            ¿Y qué tiene que ver los menonitas con el mundo católico y la realidad mexicana?. En aquella visita a Chihuahua entendí que son una comunidad organizada, jamás he visto menonitas mendigando en las calles, o tomando carreteras de modo violento para pedir recursos al Gobierno haciéndose “las víctimas del campo”, o siendo acarreados por líderes agrarios, o peor aún, cultivando y traficando cannabis escudándose en la miseria e ignorancia, o abordando un tren de modo clandestino para infiltrarse a Estados Unidos en busca de una vida mejor.
            Los menonitas no poseen títulos Universitarios, ni siquiera van a la escuela pública, viven del campo y del campo mexicano, no son ricos pero tampoco son pobres, no poseen la gran tecnología pero tampoco se ven rezagados o en la extrema pobreza, ¡irónico!, uno pensaría que un campesino mexicano sin acceso a la educación pública está condenado a vivir en la miseria, pero parece que los menonitas gozan de una vida digna aunque austera, siendo que, también son Gobernados por la misma Federación y el mismo sistema político mexicano. Los menonitas no pierden el sentido de unidad y estructura social de la familia, por ejemplo, cada campo menonita posee un gobernador que recibe un salario de $10,000 pesos anuales y es electo mediante el voto. Los varones se dedican al campo y las mujeres a las labores del hogar, al interior de la familia se vive un matriarcado, pero en el ámbito público la cara de la familia es el varón.    
            La vida del campesino mexicano suele ser una eterna desgracia; salarios injustos, pobreza, líderes corruptos, un Gobierno que constantemente los rescata, pero parece que a los menonitas les va un poco mejor y en el mismo México. ¿Por qué será?, ¿será por el respeto que se guardan entre sí?, ¿será su nivel ético?, ¿será su moral bíblica?, ¿será la unidad familiar?
            Podemos discrepar de la interpretación que los menonitas tienen sobre la biblia, el cristianismo y la Iglesia. Pero existen dos grandes pilares que debemos reconocerles; “la religión y la familia”, cosa curiosa, los judíos tienen esos dos pilares y en el mismo México tampoco les va tan mal.

            Un hombre que no es instruido el significado de la vida, cosa que se inculca en la religión, y que a su vez carece del apoyo, afecto y ejemplo de su familia, queda a la deriva, a merced de sus tentaciones. Para construir una mejor comunidad tenemos que construirnos nosotros mismos, no en el ego del protagonismo pues las personas no vienen de la nada, requieren la raíz, el afecto del núcleo familiar, no ocupan una superstición, requieren la esperanza de una fe que los enseñe a vivir de un modo justo. La familia y la religión son dos pilares importantísimos. 

domingo, 23 de agosto de 2015

La confesión y el inventario de pecados

            En algún tiempo de mi vida, cuando solo me guiaba por los textos de los evangelios y no participaba del sacramento de la confesión por incredulidad, tenía cierta frustración al verme incapaz de modificar mis hábitos contrarios al evangelio, sin embargo, de algún modo alcance a vislumbrar los cambios que Dios había hecho en mí, y eso era más grande que todos mis pecados, por eso me alegre.
            Hoy creo en la confesión, es un acto totalmente ligado a las Sagradas Escrituras, a la historia de Israel y la Iglesia. Algunos cuestionaran los modos y las formas, pero el acto es totalmente coherente. Sin abundar, basta citar dos pasajes del antiguo y nuevo testamento; proverbios 28:13.- “El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia” (proverbios 28:13) y Hechos 19:18.- “muchos de los que habían creído continuaban viniendo, confesando y declarando las cosas que practicaban”. La traducción de la palabra “pecado” es “injusticia”.
            Me he confesado con sacerdotes de todo tipo; en otras ciudades, de órdenes distintas, sacerdotes jóvenes, adultos o ancianos, conocidos y desconocidos. Cada uno de ellos imprime parte de su carácter, nos reprenden de modo severo o de modo suave como si nada hubiese sucedido. Ellos deben prepararse para recibir a los fieles, nosotros debemos prepararnos para presentarnos ante ellos, no olvidemos que son representantes del juez. En la confesión es absuelto quien se declara culpable. Creo que toda buena confesión debiese iniciar así; “confieso no amar a Dios sobre todas mis cosas y no haber hecho el bien que puedo”.          
            Para preparar una buena confesión es necesario hacer un examen de conciencia, tomarse un tiempo para reflexionar y hacer memoria. En internet existen guías gratuitas para preparar una confesión. La guía que utilizo es un documento de cincuenta preguntas ligadas a los diez mandamientos; se inicia con una oración, un análisis personal y se cierra con una oración. Cuando lo hago, acostumbro anotar mis pecados en una lista para leerlos en la confesión ante el sacerdote.
            Curiosamente, los judíos para confesarse usan una forma parecida. Los rabinos elaboraron una lista de todos los pecados que un Israelita puede cometer según las leyes de Moisés, y en el rezo colectivo de Vidui, los recitan de modo publico en sus sinagogas pidiendo piedad. Esto lo celebran solo una vez al año.    
            Este fin de semana prepare mi confesión, utilice la guía, elabore mi lista y al terminar, entre papeles apareció la lista de mi penúltima confesión. Leí aquella hoja y me di cuenta que aparecían los mismos pecados, pero cotejando ambas listas, había menos pecados en la última lista que en la penúltima, ósea, pude apreciar el avance entre un periodo y otro, me sentí menos avergonzado.

            He guardado la lista de mi última y penúltima confesión, aunque Dios ha borrado los pecados, este modo personal e ingenioso de inventariar mis pecados me hizo apreciar de modo más profundo y claro este sacramento. Les recomiendo utilizar guías para preparar sus confesiones, porque en ocasiones uno es incapaz de apreciar los propios errores, aunque la conciencia no nos acusa, quien juzga es Dios y no la conciencia. 

domingo, 16 de agosto de 2015

La Iglesia Catolica y sus pecados

            Estoy leyendo el libro: “100 mitos de la historia de México” de Francisco Martin Moreno, famoso escritor mexicano de novela histórica, algunos de sus títulos: “México secreto, Arrebatos carnales, México mutilado, México ante Dios…”. En 100 mitos, sin ser novela, desarrolla una crítica justificada de los eventos que marcaron la historia del país. El autor parece no descansar en su crítica y juicio hacia la Iglesia Católica, incluso, acusándola de “propiciar el atraso del país”. Martin Moreno es ateo descendiente de judíos, quizá no tiene el mas mínimo afecto por nuestra Iglesia. Es verdad, que en la historia de cualquier país, habrá individuos que aprovechándose de un cargo religioso, sean católicos, protestantes, judíos o de cualquier otra fe, con tal de defender sus intereses, atentaran contra la estabilidad de los individuos, el Estados o su credo.
            Martin Moreno es certero al juzgar a la Iglesia, citando nombres y fuentes bibliográficas, por ejemplo; en la guerra cristera (1926-29) el cura José Reyes Vega apodado “Pacho Villa con sotana”, afiliado al ejército cristero, aprovechándose de ello, asalto un tren y consintió el asesinato de inocentes. Los sacerdotes Aristeo Pedroza, Jesús Angulo, Miguel Pérez Aldape, Leopoldo Gálvez promovían la lucha armada, justificaban el asesinato, con limosnas y donaciones compraban armas y las bendecían. En otro pasaje de la historia, en la guerra de reforma (1857-1861), la jerarquía eclesiástica apoyaba política y económicamente a los conservadores y Maximiliano de Habsburgo, prefiriendo un imperio a una república, pues las ideas liberales, encabezadas por Benito Juárez, desean la república y la separación entre Iglesia y Estado.
            Como católico creo que es importante leer la historia de México sin miedo, para hacer una apología de nuestra fe, y no una justificación de los delitos cometidos por los hombres que usaron la fe de modo erróneo, contradiciendo el evangelio. Al leer la historia no debe olvidarse el contexto histórico. Las generaciones que nos antecedieron, entendían el rol y la estructura del mundo de una forma distinta a la de hoy. Para ejemplo; hace cien años era inimaginable que una mujer entrara a un templo sin cubrir su cabeza, hoy es común. Siglos atrás, en la guerra de reforma, la separación de Iglesia y Estado era inadmisible para esa generación, ser Gobernado por un Estado que no contempla a Dios era dejar al país a la deriva y mermar el poder de la Iglesia para su obra evangelizadora. En la guerra cristera, despojar a la Iglesia de sus templos e inmuebles para que estos fuesen propiedad del Estado por decreto, sería interpretado por los devotos de la época, como una medida de presión del régimen post-revolucionario para arrodillar los pulpitos y las predicas a beneficio del nuevo régimen. Muchas creyentes dieron su vida por sus ideales, recurrieron a las armas ignorando los principios del evangelio. Esto solo nos demuestra que la sociedad debe aprender a convivir y negociar, que la violencia convierte a los humanos en seres irracionales. Cada capítulo de la historia se entiende, no bajo la óptica de nuestro tiempo, sino en el contexto de lo sucedido.   

            Sin duda, es tormentoso encontrar en la historia de México pasajes donde “los hombres de Dios” se comportan de modo contrario al evangelio, pero al menos, si nos duele y nos avergüenza es señal de que ¡el pecado duele y avergüenza! (malo fuese que no nos avergonzara). Como bautizados, es bueno reprobar toda conducta contraria al evangelio y no cargar con pecados ajenos, de generaciones pasadas. Aunque nos acusen como si fuésemos culpables; somos la misma Iglesia pero no somos la misma gente. Benedicto XVI expresa; “cada generación está obligada a conquistar la moral en su tiempo”. Como Iglesia estamos obligados hoy a renovar nuestra conversión, y mirar los principios del evangelio; la fe, la pureza y la caridad. Podemos escribir la historia para bien o para mal.            

domingo, 9 de agosto de 2015

Sobre informados pero sin Dios, ni moral

Desde la educación primaria la meta final es preparar individuos para competir en el mercado laboral. Cuando el individuo concluye el grado y se desarrolla en su labor, decimos que el objetivo planteado por la educación se ha cumplido, sin embargo, es de tristeza saber que existen quienes poseyendo todo esto hacen apologías de sus vicios e inmoralidades, sintiéndose libres o sin culpa por el hecho de tener educación y trabajo.
            Recuerdo a una amiga que poseyendo títulos de escuelas privadas y con cualidades laborales admirables, en sus horas de ocio se recreaba fumando mariguana con sus amigas e ingiriendo alcohol hasta la madrugada. En aquellas platicas con estas mujeres me sorprendía la serie de argumentos, estrofas armadas que entonaban para justificar sus apegos; “no causa adición según un estudio…”, “nadie ha muerto por una sobredosis de mariguana…”, etc. etc., ¡Y es verdad!, ¡nadie ha muerto por una sobredosis de mariguana!, pero ¿cuántos cayeron en peores drogas a causa de esta droga?, ¿cuántos son prófugos de la justicia a causa de este negocio?. Ahí me encontraba inmerso, dialogando con esa generación a la cual no podía explicarle lo denigrante que luce cuando se deleita de esa forma y ¡por Dios, eran mujeres profesionistas!. Como creyente digo: quien promueva un vicio deberá responder ante Dios por los daños sociales que causan los estupefacientes, aunque para esta generación pareciera que se requiere una tesis doctoral para justificar la idea de un dios.
            Resulta irónico los tiempos que vivimos, muchas personas económicamente activas usan drogas y a la vez hacen ejercicio y comen ensaladas para llevar una vida “más saludable”. Afirman con verdad “la apariencia no importa, no se debe juzgar por apariencias”, mientras mutilan sus rostros para lucir estéticos y tatúan sus cuerpos para lucir una apariencia moderna, prefieren eso a lucir pasados de moda aunque la apariencia no les importe. Dicen creer en dios pero no en la religión, y su vida plantea una serie de dogmas cual si fuese una religión; consienten y justifican las drogas, el aborto, los tatuajes, la unión homosexual, el divorcio, la unión libre y el sexo por deleite y sin obligaciones como un derecho, están hambrientos de recetas que los lleven al éxito y la felicidad en 5 pasos, todo se justifica en su felicidad, afirman “cada quien su vida” disfrazando su indiferencia por respeto. Como analogía: el borracho es feliz cuando toma y enfurece cuando esta sobrio, la felicidad personal no puede ser el canon moral. Ellos con su pensar, se convirtieron casi en la antítesis de la vida cristiana; sobria, casta, comprometida con el conyugue, con sabiduría para dar consejo y corregir de modo fraterno, que estima el cuerpo como un templo y al prójimo como imagen de Dios, no guiados por la felicidad personal sino por Dios y sus preceptos.   

            Sincronía perfecta ha hecho el demonio a la par que convulsiona la familia con sus inmoralidades, lacera con calumnias e injurias la Iglesia (que también es familia),  vendiendo su libertad multiplico el suicidio entre la juventud. Pero nosotros nos aferramos a lo inverosímil para la razón; las promesas, el amor y el plan del Dios que no vemos. Evangelicemos con nuestro ejemplo de vida, esta generación está saturada de información y tecnología, escuchan pero no entienden, observan pero están ciegos. 

domingo, 2 de agosto de 2015

¿Sirve de algo reflexionar?

            Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis…” (San Mateo 25:34,35).
            Ante este pasaje, donde se premia la caridad, constantemente me hago la pregunta: “¿sirve de algo reflexionar?”, me refiero a la labor que uno ejerce como columnista, siendo que, la clave del evangelio es clara en el sentido de la salvación: la caridad. No faltara la persona que afirme “solo basta ser bondadoso”, infiriendo que “da lo mismo saber o no saber más de los textos sagrados, el catecismo o algún documento eclesial”. Entonces, ¿servirá de algo reflexionar, si la clave del evangelio es la piedad?.
            En primera, no puedo, ni debo ponerle peso o valor a mi labor dentro de este periódico, es preferible dejarle eso a Dios, pero si quiero describir cómo me inicie en la reflexión de textos bíblicos. Todo empezó hace más de una década, coleccionaba frases e ideas que consideraba importantes para mi vida. Un día  encontré los proverbios de Salomón en las Sagradas Escrituras, me di cuenta que había un cumulo de sabiduría con lenguaje sencillo, pensaba; “por fin le encontré un uso a la biblia”. A la vuelta de los años estaba egresando de un instituto bíblico y escribiendo para este periódico. Quizá en un principio fui egoísta porque búsqueda mi beneficio personal, deseaba conocer lo justo y lo ético, no me veía colaborando con el evangelio o con el prójimo, sin embargo, al elevar la calidad humana por medio de los valores éticos, se cumple un poco la enseñanza cristiana, ¿Cómo podrá alguien practicar “la humildad” si no reflexiona y entiende este concepto?. Hay quienes asocian equivocadamente la humildad con la pobreza, pero también en la pobreza pueden encontrarse soberbia y vanidad.    
            Si miramos el ejemplo de San Pablo su mayor herencia fue teológica, sus reflexiones del antiguo testamento y su labor como maestro de la palabra. Sus obras de caridad son poco conocidas, si es que tuvo alguna colosal. Por las reflexiones del apóstol comprendemos la caridad de una mejor forma. Para San Pablo hasta las obras de caridad pueden convertirse en un acto presuntuoso; “Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada soy…” (1era de corintios 13:3). El amor es la semilla fundamental del evangelio, dar sin amor puede ser algo sin provecho, porque es verdad que existen pobres que aprovechándose de su condición hacen lucro por causar lastima, convirtiéndose en zánganos, viciosos, sin anhelar trabajar. El amor hacia los demás puede hacerlos reflexionar, volver a recobrar la dignidad, trabajar y no ser carga para otros bajo la hipocresía de la lástima. Pero ¿Quién se atreverá a evangelizarlos corrigiéndolos con amor fraterno?, ¿Quién se ganara su amistad para hacerlos reflexionar y que salgan de esa pobreza que han abrasado?. Esa tragedia del individuo no se resolverá dándoles comida, sino dándoles tiempo y Palabra.
            La reflexión cristiana tiene como motivo hacernos creyentes, darnos una referencia para conducir nuestras acciones. La palabra “reflexión” está asociada con la acción de doblar, curvar, es un reflejo del pensamiento.

            Reflexionar sobre los hechos nos ayuda a distinguir la realidad desde varios frentes; ¿de dónde viene esto que vivimos?, ¿porque lo vivimos así y hacia donde nos llevara?. Dentro de la inercia cotidiana es bueno tomarse unos minutos para meditar en los textos sagrados, hacer oración para reflexionar y ser guiados hacia algo mejor.