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domingo, 27 de septiembre de 2015

La Iglesia lo abarca todo

Con la reciente visita del Papa Francisco a Norteamérica, escuchando fragmentos de sus discursos, entendí que la Iglesia lo abarca todo. Comunicadores como Eduardo Ruiz Healy o René Franco se refirieron de modo excelente a las palabras del Papa Francisco en los temas de inmigración.
            El sucesor de San Pedro exhortando a la nación más poderosa del mundo desde el Congreso, trae a la memoria esos fragmentos del libro de los Hechos de los Apóstoles, donde los discípulos daban testimonio de la fe ante tribunales Romanos, obviamente la intolerancia y censura es distintas aunque los demonios sean los mimos; el amor al dinero, la explotación del hombre, el clasismo, la degradación, entre tantos.
            La visita del Papa puede ser vista como una predicación cristiana o como la intención de un jefe de Estado. Cuando Francisco habla de la inmigración en Estados Unidos, su mensaje indudablemente abraza la agenda política en tiempos electorales. Cuando se refirió al “salario injusto como un pecado grave”, toca la relación obrero – patronal que existe en los continentes, que atañe a leyes laborales (no necesariamente justas) que regulan el trabajo. Al hablar de “el derecho a la vida”, refiriéndose a la pena de muerte, en automático se asocia el aborto, ambos conllevan el afán para ordenar la muerte de un tercero.
            La Iglesia en su discurso lo abarca todo porque Dios lo abarca todo. No existe espacio en la vida del ser humano que no pueda o no deba ser abarcado por la Iglesia y Dios. Desde la relación entre familiares, el nacimiento de un hijo, su muerte, la sexualidad, el deseo de formar una familia, el modo de convivir en comunidad, la forma de emplear a otros o ser empleado, la agenda política y su enfoque, la función pública y el modo de ejercerla, el sentido y la dirección de la ciencia, las artes, la educación, la vocación personal, incluso, el deporte y su disciplina, el sano entretenimiento y esparcimiento, el cuidado del medio ambiente, el amor a la creación, hasta el desarrollo del pensamiento; el fin de la filosofía, la teología, el conocimiento. En resumen, la enseñanza de Jesús mueve a una mejor forma de vivir y usar las cosas, sin importar quienes somos.
            Termino con un pequeño cuento; el Circo llego al pequeño poblado. La gente se abarrotaba para entrar a la función, los payasos eran extraordinarios, arrancaban la risa de los asistentes. Un día, el Circo ardió en llamas, los payasos salieron hacia el poblado a pedir auxilio pero los pobladores al mirarlos se doblaban de la risa, los payasos exclamaban; “¿acaso no escuchan lo que les decimos?, ¡el Circo esta en llamas!, ¡necesitamos extinguir el fuego de inmediato pues se extenderá por el bosque, llegara al pueblo y sus casas arderán!”. Los moradores pensaban que aquello era una broma, ninguno de ellos se dio tiempo para confirmar lo dicho. Los payasos se paseaban por las calles y la plaza gritando; “¡Se quema el Circo!, ¡se quemara el bosque y también el pueblo!, ¡ayuda!, ¡ayuda!”. Los pobladores pensaron que era publicidad del Circo, no prestaron atención a los gritos de los payasos, el bosque ardió, el pueblo también y muchos perecieron.

                En el mundo moderno, la sotana del sacerdote y la cruz parecen ser esa vestimenta de payaso que impide a los pobladores entender el mensaje para recibir beneficios. No es necesario quitarle el hábito a nadie, ni negar la cruz, más bien, es útil despojarnos del prejuicio para oír y construir una vida y un mundo más justo. No hay tema que no pueda ligarse al evangelio, pues en cada intención del hombre habrá un bien o un mal. La Iglesia lo abarca todo porque Dios todo lo abarca.