“Desde
los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre
violencia, y los violentos lo arrebatan” (San Mateo 11:12).
Hace
días reflexionaba sobre este versículo, en algunas versiones de biblia la
palabra “violencia” es sustituida por “valentía” o “decisión”, y con esto
podemos entender que decidirse por el Reino de Dios es una decisión abrupta
para cualquiera porque implica dejar comodidades, hacer sacrificio.
El
gran ejemplo de valentía es la crucifixión de Jesús, contraria a la valentía del
mundo que conocemos. En su pasión, el Mesías no intenta conquistar su
tranquilidad terrena levantándose con violencia contra sus verdugos, sino que, posee
la valentía para ser fiel a los mandatos del Reino de los Cielos y enfrentar su
mayor temor; el dolor del sacrificio, así, con esta valentía conquista la Resurrección.
El
pasaje de San Marcos 11:12, se opone claramente a la creencia de muchos
hermanos que afirman; “la salvación es solo por la fe sin necesidad de obra
alguna”, mal interpretando la enseñanza de San Pablo que sostiene; “Por gracia
habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don
de Dios” (Efesios 2:8). Como leemos, el apóstol no afirma que la salvación es solo
por fe, sino que “por gracia hemos sido salvados”. La gracia es la cualidad
sobrenatural, nos hace partícipes de la vida divina. Es un don, una disposición
estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con
Dios, de obrar por su amor, en la disposición permanente para vivir y obrar
según la vocación divina. La gracia nos hace capaz de creer en Dios, de esperar
en él, de amarlo mediante sus virtudes y nos permite crecer en el bien. La
gracia es el don que recibimos en los sacramentos y la única forma de acercarnos
a ellos es por medio de la fe. El hombre sin fe no posee interés.
“Los
valientes arrebatan el Reino de los Cielos”, eso está claro, el cristianismo no
es un acto de conformismo, ni comodidad en la declamación de dogmas para ser
salvado. Hay que añadir valentía a nuestra lucha interior para el combate
contra las tentaciones. Hay que tener la valentía para permanecer en gracia o
volver a ella.
¿Quién
es valiente, aquel que perdió el temor o aquel que teme, aquel que vence o no
se da por vencido?. Es valiente aquel que tiene el valor para hacer sacrificios
y afrontar la situación a pesar de sus temores. Es valiente quien no se da por
vencido, quien posee el don de la fe para esperar en Dios.
La
valentía se asocia al valor y esta puede interpretarse de dos formas; el valor
como un acto de fuerza y decisión, y el valor que se asocia al precio de las
cosas, al valor sentimental de un bien. Es valiente quien lucha y es valiente
quien entrega aquello que estima como bien valuado. Los creyentes ordinarios se
armaban de valor para luchar y cumplir aquello que los mandamientos solicitan,
a diferencia de los Santos que se arman de valor para entregar aquello que
estimamos de mayor valor; el tiempo, la vida.
Como
conclusión podemos afirmar que somos peregrinos aun, si desfallecemos en la fe,
el combate no ha concluido. Pidamos a Dios la gracia y el afecto para volver al
camino, y la valentía para no darnos por vencidos.