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domingo, 7 de mayo de 2017

Las plagas en Egipto

En estas últimas semanas he compartido reflexiones sobre la vida de Moisés. En la primera ocasión se menciono su matrimonio con Séfora, la hija del sacerdote Jetro, de las tierras de Median, donde el culto al dios Baal habitual. Su matrimonio no debió ser fácil por la diferencia de credos, probablemente, ambos practicaban una espiritualidad superior a la de los hebreos, y, aunque la biblia no da muchos detalles de su vida conyugal, el matrimonio de Séfora y Moisés es un ejemplo de tolerancia y respeto, pues, a pesar de que el divorcio se permitió en las leyes de Moisés, el profeta no se divorcio de su mujer, sino que, ambos superaron sus diferencias y adversidades. La segunda reflexión hace alusión a la vida de Moisés en Egipto, y como él, a sus tres meses de nacido es adoptado por la hija del faraón al ser encontrado dentro de una canasta, en el rio. Sin duda, en su juventud, tuvo acceso a muchos beneficios y privilegios por el afecto de la hija del faraón. La vida de Moisés cambio drásticamente al descubrir la injusticia que vivían los hebreos en Egipto, en un arrebato de justicia, Moisés asesino a un egipcio, esto provoco su exilio y un cambio de vida; de tener comodidades a ser un prófugo, escondido como pastor de ovejas en Median. Cuando Moisés es llamado por Dios para que libere a los hebreos de Egipto, este se niega constantemente, y es natural que profeta no desee reencontrarse con su pasado. Los hebreos, una vez liberados, reprocharon el éxodo de Egipto tras sentirse desamparados en el desierto, ellos decían a Moisés; “es preferible morir en Egipto a morir en el desierto”, pero a Moisés también le sobraban motivos para extrañar la comodidad de Egipto ó Median.   
Moisés fue llamado por Dios en su vida adulta – era un anciano – y se niega constantemente a ser el libertador de los hebreos de Egipto, y es que, nadie quiere romper su comodidad, Moisés había hecho una vida con Séfora en Median. Pero pensemos, ¿Por qué Dios llamo a un anciano y no a un joven?, a fin de cuentas, da lo mismo quien dé el mensaje. Dios se permite llamar a quien le plazca, y en Moisés lo hace para manifestar su poder, pues, resulta más increíble e imposible que un anciano logre este tipo de cosas, y ahí es notorio el amparo de Dios.
Una vez que Moisés anuncia las plagas al faraón y estas caen sobre todo Egipto, surge la pregunta, ¿Si el opresor de los hebreos fue faraón, porque enviar plagas para todo el pueblo de Egipto?, ¿Qué culpa tenia aquel egipcio que jamás oprimió a un hebreos?, ¿Qué culpa tenía el egipcio común, aquel que trabajaba día a día como el resto de los hebreos?, ¿acaso Dios cometió una injusticia?. No, Dios no es autor de injusticias, hay algo que debemos aprender de esta tragedia, y es que, aquellos egipcios que vivían vidas ordinarias y que aparentemente no cometieron maldad alguna, día tras día veían la presión que el faraón ejerció sobre los hebreos y en su comodidad no hicieron nada, el pecado de los ciudadanos de Egipto es el pecado de omisión, incluso, tampoco abogaron a favor de Moisés cuando el faraón se negó a entender la predicación, ellos también fueron indiferentes a las palabras del profeta. ¿No sucede lo mismo con una sociedad indiferente al llamado de la salvación que anuncia la Iglesia?. Si, así es.   

De este episodio tenemos mucho que aprender, ¿no culpamos nosotros a nuestros gobernantes por las injusticias que vemos día con día?, pero ¿en que estamos remediando esta serie de males?, ¿Cuándo nos hemos sumamos a las causas y esfuerzos de aquellos que pretenden construir una sociedad más piadosa y justa?, ¿creemos que nuestro compromiso social se limita simplemente a votar por un partido político el día de una elección? (el voto es parte del compromiso social, es obligación, mas no una solución). Permanecer apáticos en la construcción de una mejor sociedad condenara a las futuras generaciones, ellos vivirán tiempos de mayor injusticia, de mayor adversidad con plagas más severas, pero la vocación y la sabiduría de nuestros ancianos –como Moisés- podrá liberarlos de aquella esclavitud de pecado., ¡nunca se es demasiado viejo ó demasiado joven para hablar y escuchar la Palabra de Dios!.