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domingo, 25 de junio de 2017

La partida de San Pedro

La intercesión de los Santos es una de los temas más discutidos entre católicos y hermanos separados. Ellos condenan esta creencia afirmando que “los muertos no deben ser invocados”, justificando esta prohibición en las leyes de la Torá de Moisés, que nosotros llamamos “Pentateuco” y está dentro en el compendio del Antiguo Testamento.
Sin embargo, muchos ignoran las creencias judías, desconociendo la creencia judía de los tzadik: hombres justos de Israel que ruegan ante Dios por su pueblo desde esta vida ó desde la otra vida. Los rabinos conocen claramente la prohibición de Moisés y saben que no infringen su ley cuando recurren a un tzadik para pedir amparo, la prohibición de invocar muertos se refiere a las sesiones espiritistas, médiums, agoreros, etc., (¿vamos a enseñarle Torá a un judío?, no).
Uno de los ejemplos más claros en la vida religiosa del pueblo judío es la tumba de Raquel, esposa de Jacob, ahí, los Israelitas se congregan para llevar ruegos y peticiones a Raquel para que Dios escuche y atienda en atención a ella, todo esto en base al profeta que escribió;
“Esto dice Dios: en Ramá se han oído unos quejidos y un amargo lamento: es Raquel que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, pues ya no están. Así dice Yavé: Deja de lamentarte, y seca el llanto de tus ojos, ya que tu prueba tendrá su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo. Ten esperanza para el futuro, pues tu descendencia regresará a su tierra” (Jeremías 31:15-17).
Para mí, Raquel es el antecedente más importante para comprender el papel de la Virgen María en la nueva alianza, aclarando que la mediación de Jesús es única e insustituible, él es el sacrificio para la propiciación de nuestros pecados, ningún santo nos redime, la Virgen tampoco, pero si podemos encontrar por ella beneficios porque sus ruegos son más potentes que los míos.  
 Dentro del Nuevo Testamento existen unos versos escritos por San Pedro que pocas veces son leídos con atención, en ellos, el apóstol –judío de nacimiento-anuncia su muerte y afirma que después de su partida velará por sus discípulos. La biblia versión Reina Valera –usada por hermanos evangélicos- señala;
“Sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas” (2da carta, cap. 1, v.14, 15).
¿San Pedro se está refiriendo a que después de muerto hará lo necesario para que sus seguidores recuerden sus enseñanzas?, podríamos decir que sí, no olvidemos que él fue testigo de la transfiguración de Jesucristo cuando este hablo con Moisés en el monte, podríamos pensar que San Pedro inspirado en la transfiguración no duda en que después de fallecer hablará con Jesús como lo hizo Moisés desde la otra vida. Incluso, tres versículos más adelante, la propia carta  hace mención a lo ocurrido en el monte, entonces, puede creerse que San Pedro está comprometiéndose para apoyar a sus discípulos después de esta vida.

Para finalizar, creo que todo bautizado, discípulo de Jesucristo que espera con anhelo entrar a la gloria del Padre, ¿no procurara estando una vez ahí, que sus hermanos y amigos que participan de esta vida, puedan acceder a esa misma gloria una vez que dejen este mundo?, pienso que sí y creo que también San  Pedro lo creyó.

domingo, 18 de junio de 2017

Moisés y Pentecostés

¿Tendrá relación Moisés con la fiesta de Pentecostés?. Hace algunas semanas compartí varias reflexiones sobre la vida de Moisés; su juventud, su exilio, su matrimonio, su labor profética, pero por algún motivo olvide hablar de su obra más importante, los diez mandamientos.
La vida de Moisés es importante en el pueblo de Israel, él y sus leyes –la tora- son el eje central de la religión judía, incluso, los rabinos consideran “falso profeta” a todo aquel iluminado que no esté en concordancia con Moisés. Pero lo más importante dentro de la vida de Moisés no fueron las plagas que desato en Egipto ó que pudo abrir el mar en dos, lo más trascendente de su obra son los diez mandamientos y en relación a ello se instauro la fiesta judía llamada Pentecostés, evento que celebra la llegada del pueblo hebreo al monte Sinaí cuando recibió la ley.
Entre los judíos la celebración de Pentecostés es conocida como “Shavuot”, que significa “semanas”, es una fiesta que se celebra un periodo y no un fecha, cada semana los judíos ofrecen algo según lo manda su ley. La fiesta aparece en el libro de levítico; “A partir del día que sigue al sábado en que habrán traído la gavilla para ser mecida ante Yavé, ustedes contarán siete semanas completas. Al día siguiente del séptimo sábado serán cincuenta días y entonces ofrecerán una nueva ofrenda a Yavé” (cap. 23, v. 14,15). Al margen de esta reflexión y conociendo el pasaje del antiguo testamento, puedo decir, la resurrección de Cristo abre el inicio del nuevo Pentecostés cristiano pues el conteo de las semanas inicia –como dice la ley- “a partir del día que sigue al sábado…”, ósea, domingo hasta llegar a los cincuenta días.               
Como pueblo cristiano debemos hacer un paralelo entre la fiesta hebrea y la fiesta cristiana del mismo nombre, ellos celebran el fin del peregrinar en el desierto y la llegada al Sinaí para encontrarse con Dios y recibir la ley, mientras, la Iglesia celebra la llegada del Espíritu Santo y la ascensión del Señor para iniciar el peregrinar, la evangelización de los pueblos. Esto no es casualidad, existe una pedagogía que Dios desea ofrecernos por medio de la historia del pueblo judío.
Llevando estas fiestas y símbolos a nuestro diario vivir, puedo afirmar, los hebreos fueron liberados de la opresión en Egipto, esto es símbolo de la esclavitud del pecado, pero ¿para qué fueron libres?, ¿fueron libres para no llegar al Sinaí?, no, esta obra debía ser completada, debían peregrinar por el desierto hasta llegar al Sinaí y recibir la ley antes de entrar a la tierra prometida en Canaán., ellos debían completar el proyecto. En un lenguaje neotestamentario, ¿recibir el don de la fe nos cambia la vida para qué?, ¿nos cambia la vida simplemente para ser prudentes y sobrios y no unos descarriados por el pecado?, la fe nos cambia, si, nos ayuda, pero el proyecto no termina ahí, el proyecto es mas allá del “yo”, el proyecto se avoca al “nosotros”, la Iglesia, que es el pueblo dirigido y encaminado para llegar a la tierra prometida y llevar a otros., la meta está arriba y no en este mundo. Ser liberados del pecado es una libertad que no se limita solo a “mi libertad”, pues nadie es ser verdaderamente libre si alguno de sus hermanos aun es esclavo.

No basta ser liberados de nuestras tentaciones, hay que trabajar para llegar y para que también otros lleguen al último encuentro con Dios, así como Jesús subió llegado el día cincuenta de Pentecostés, es necesario que en nosotros se cumplan los días necesarios para llegar al Padre.    

domingo, 4 de junio de 2017

El hilo negro

Cuando estudie en el Instituto Bíblico Católico me enseñaron que dentro de la biblia convergen un sinfín de creencias y que no necesariamente algunas son apostólicas ó están reconocidas por la Iglesia.
Daré varios ejemplos, el primer caso; el Génesis afirma que hubo gigantes en la tierra (cap. 6. V. 4), segundo caso; del Edén salía un rio que se divida en cuatro ríos; Pisón, Guijón, Tigris y Éufrates (cap. 2 v. 10-14), tercer caso; los discípulos de Jesús sintieron temor y creyeron ver un fantasma cuando lo vieron caminar sobre las aguas (S. Mateo 14: 25,26), cuarto caso; Jesús señala que un hombre murió y fue llevado por los ángeles a un lugar conocido como “el seno de Abraham” (S. Lucas 16:22). Ninguno de los casos son dogmas de fe.  
Para el primer caso, la Iglesia reconoce que el antiguo testamento contiene creencias que corresponden a periodos donde la fe de los hebreos no estaba formada, la creencia en gigantes es un mito antiguo encontrado también en otras culturas como la sumeria ó griega. Sin duda, creencias y mitos de culturas antiguas convergen entre si y esta influencia se plasmo en fragmentos de la biblia aunque estos no sea parte de la revelación.
En el caso de los cuatro ríos que parten del Edén, en ese periodo, la creencia hebrea se limitaba a suponer que el Edén era un lugar físico que podía ser hallado en este mundo. Incluso, en tiempos del descubrimiento de América se pensó que este continente formaba parte del Edén porque los indios estaban desnudos, se creía que no sentían pena por estar libres del pecado original.  
Para el tercer caso, la creencia en fantasmas es más popular, es lógico que los discípulos sientan temor al no comprender lo que sucedía en aquel mar, sin embargo, después de la resurrección y en el desarrollo de la doctrina para el nuevo testamento esta creencia no vuelve a ser señalada por los apóstoles, ni inculcada por la Iglesia. En el cuarto caso, “el seno de Abraham” era una creencia judía que afirmaba que el patriarca recibiría a los hebreos justos, Jesús simplemente uso esta creencia judía para introducir otra enseñanza; el castigo después de la muerte. El seno de Abraham no forma parte de las creencias del nuevo testamento.
Debemos entender que la Iglesia parte de la última revelación, esta es, la resurrección y la cátedra de Jesús, el resto de información que contiene el antiguo testamento solo sirve para complementar, cimentar ó anteceder teologalmente la llegada del Mesías a Jerusalén, cosa que ya paso. Incluso, no debemos olvidar que los evangelios contienen mucha información, creencias y expresiones judías, esto es porque Jesús enseño solo entre judíos e introdujo sus enseñanzas usando la idiosincrasia hebrea. La enseñanza apostólica no compartió creencias hebreas con los pueblos evangelizados porque no lo considero necesario, solo basto compartir la enseñanza de Jesús al modo en que cada pueblo entienda.
Con Cristo la revelación se considera concluida, no hay más que añadir ó que restar. Para desgracia, la Iglesia vive tiempos de confusión, algunos hombres de fe con cargo importante, en sus declaraciones ponen en duda dogmas tratando de conciliar la razón y los tiempos modernos con la revelación. Cuando un religioso introduce sus novedades atentado contra principios y dogmas, en el fondo a perdido la fe pues necesita añadir novedades para sorprenderse y sentirse satisfecho. No caminemos ese camino, menos cuando el mundo experimenta principios volátiles, valores fluctuantes y huecos espirituales. La Iglesia está para anunciar la obra de Jesús, no está para sembrar más dudas. Es verdad que no todo aquello que está en la biblia debe ser creído, pero nada –sin discusión- de lo que recibió la Iglesia en manos de los apóstoles debe ser cambiado. Atengámonos a lo básico como el injerto se sujeta al tronco, por pequeñas desviaciones cualquier oveja se extravía.