"Después
de estos sucesos fue dirigida la palabra de Dios a Abram en visión, en estos
términos: “No temas, Abram. Yo soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande”.
Dijo Abram: “Mi Señor, Dios, ¿qué me vas a dar, si me voy sin hijos?, he aquí que
no me has dado descendencia y un criado de mi casa me va a heredar”. Mas he
aquí que la palabra de Dios le dijo: “No te heredará ése, sino que te heredará
uno que saldrá de tus entrañas”. Y sacándole afuera, le dijo: “Mira al cielo y cuenta las
estrellas, si puedes contarlas, así será tu descendencia”. Y creyó Abram en
Dios, el cual se lo reputó por justicia”. Debo añadir la aclaración; se escribe
Abram antes de recibir la promesa y Abraham una vez que Dios le cambio el nombre
tras darle la promesa.
La frase “Y creyó Abram en Dios, el
cual se lo reputó por justicia” es controvertida porque aparece dentro del
nuevo testamento en las cartas de San Pablo y Santiago. En base a esta idea “creyó
y fue considerado justo” se estructura la idea de “la justificación”, esto
significa que el hombre al abrazar la fe como acto de conversión tras el arrepentimiento
de sus malas obras recibe misericordia de parte de Dios. De aquí la idea “cree
en Cristo y serás salvo”, ¡si, cree!, cree de tal forma para que tu fe te
mueva a salir del pecado, y por esa fe camines obrando la justicia y la piedad en una vida acorde a la enseñanza del evangelio. Cree de esa forma.
Abundando más en la experiencia de
Abraham, el cual creyó y su simple acto de fe le sirvió para ser considerado
justo, pondré el siguiente ejemplo: Soy arquitecto, supongamos que al visitar
una ferretería comparto consejos con personas que desean remodelar sus casas y
ninguno me cree. Después de ahí, por casualidad, conozco a alguien que desea
remodelar un local comercial y le afirmo que soy arquitecto y que puedo darle
alguna recomendación pero tampoco me cree, así sucesivamente, nadie cree que soy
un especialista en el diseño y la construcción. ¿Cómo me sentiré?, ¿no se vendrá
abajo mi autoestima?, desde luego que sí, pero ¿Qué pasara el día que encuentre
a alguien que si desee tomar mi consejo y crea de que en verdad soy
arquitecto?, ¿ese que me creyó sin ver mi título ó mi cedula, no me habrá hecho
justicia?, claro que sí.
La experiencia que Abraham tuvo con
Dios es muy similar. Dios contemplando a sus creaturas buscaba algún individuo
que le creyera, en medio de aquel mundo incrédulo al llamado divino, Dios encontró
a uno que si creyó, y por esa fe, la fe del hombre que reconoce a su creador
como un ser Verdadero, esa fe resulta ser un acto de justicia para Dios, por
ello, Abraham fue considerado un hombre justo.
Lo mismo le sucedió a Jesús, un
joven de Belén anunciando la llegada del Reino de Dios en Israel y nadie le creyó.
Pero en medio de aquel paganismo e incredulidad hubo algunos que reconocieron
aquella investidura que Jesús recibió y la afirmaron como Verdadera. Esa declaración
de fe es un acto de justicia que la persona le hace a Cristo, porque él dijo “Yo
soy la resurrección y la vida” y resucitó de entre los muertos.
Para concluir, cualquiera tiene fe,
hasta los charlatanes viven de la fe de muchos, también los demonios tienen fe
y tiemblan. Debemos purificar nuestra fe y encaminarla a la Verdadera obra de
Dios. Cualquier persona cree tener un dios pero no cualquier persona se dispone
a modificar su vida en atención a ese único Dios Verdadero. “Y creyó Abram en
Dios, el cual se lo reputó por justicia”.