Hace
algunos meses me propuse leer la biblia de principio a fin, respetando la secuencia
y orden de cada libro.
Debo
explicar, la narrativa de eventos descritos en cada uno de los libros que
comprenden la biblia no responden necesariamente a una cronología histórica, aunque
en algunos casos puede suceder. El acomodo de los libros responde a otros
factores como compendios; los libros de Moisés, la sección de profetas, la
sección de proverbios, la sección de los evangelios, la sección de cartas apostólicas,
etc.
También,
debo explicar un criterio de interpretación bíblica; entre más alejada este la
fecha de composición del libro que se estudia en relación a los evangelios podrán
encontrarse mayores diferencias. Esto sucede porque el conocimiento que los
autores sagrados tienen sobre Dios, se va incrementando a lo largo de los
siglos hasta llegar al conocimiento pleno en la llegada del Mesías. De tal
manera que, en la biblia, un libro de mayor antigüedad no debe estar por encima
de un libro de menor edad. Esto significa que, un texto escrito por David no
puede regir nuestra interpretación para una carta apostólica, pues el texto de
David es más antiguo y su teología sobre Dios es limitada, mientras que una teología
de Dios desde el conocimiento que entregó Cristo, contiene mayor sustancia y es
más precisa en su apreciación del creador.
Siguiendo
con mi lectura de los textos bíblicos de principio a fin. Es en el libro de los
números donde pude notar en ese Dios del antiguo testamento un carácter similar
al de Jesús, hasta que entendí que se trataba del mismo ser, expresado en una
persona distinta. Sobre esto trata esta pequeña reflexión.
Por
ejemplo; muchos de nosotros creemos que el Dios descrito en el antiguo
testamento es justiciero hasta vengativo, sin amor, en cambio, al Dios del
nuevo testamento lo describimos como bondadoso, amable y comprensivo, y esto
parte de la interpretación que damos a los textos bíblicos. Pero, ¿Por qué pensar
de esta forma si Jesús dijo; “si tu mano derecha te es ocasión de pecar, córtatela…”?
(S. Mateo 5:30), esto no suena al Dios
del nuevo testamento; bondadoso, amable y comprensivo, suena más a un Dios del
antiguo testamento, pero por la interpretación sabemos que la expresión de
Jesús no es literal, el texto tiene esa intensidad solo para mostrar lo dañino
que es el pecado; es como una gangrena.
Continuando
con otro ejemplo; muchos afirmamos “el Dios del antiguo testamento es exigente,
hasta carente de amor”, pero, ¿Por qué afirmamos tal cosa, si fue el Dios del
antiguo testamento quien entrego a su hijo para redimir al mundo?. Lo decimos
porque hacemos esa distinción entre un Dios distinto para cada alianza, siendo
que es el mismo Dios en ambas alianzas, cada alianza responde a distintas leyes
y sacerdocios para distintos pueblos. Una alianza con judíos y una segunda
alianza invitando a la humanidad. De ese Dios del antiguo testamento al que hemos
etiquetamos tantas veces, Isaías escribió refiriéndose al Mesías; “todos
nosotros como ovejas errantes éramos, cada uno marchó por su camino, y Dios,
descargó sobre él la culpa de todos nosotros” (cap. 53 v. 6). ¡Eso suena al
Dios bondadoso del cristianismo!.
Como
conclusión. Estamos llamados a vivir esta nueva alianza, bajo este sacerdocio,
eso es algo clarísimo, pero aun así, los textos del antiguo testamento deben
ser entendidos bajo las limitantes de quien los escribió; los autores. Esta
precariedad que hizo dibujar un Dios bondadoso descrito por salvajes no debe
limitarnos para sacar de la biblia el mayor provecho posible, de tal forma que
podamos apreciar y asentar en nosotros mismos cual ha sido el carácter de Dios
a lo largo de toda esta historia y no auto complacernos con una imagen de Dios
falsa, fincada en una ignorancia y en un Jesús que no es. Más bien, estudiemos
los textos bíblicos, fiándonos en el magisterio de la Iglesia para comprender
al Jesús que es, y el Dios que ama la Verdad llamándonos a su santidad.