Sitios

domingo, 29 de marzo de 2020

La ética protestante y el espíritu del capitalismo


Llevando clases sobre Pensamiento Social Clásico nos toco reflexionar sobre la obra de Max Weber: La ética protestante y el espíritu del capitalismo. El autor, economista y sociólogo alemán, construye su obra entre 1904 y 1905. El principal argumento es conocer por qué los países protestantes son más desarrollados que los países católicos. Weber sostiene que en su contexto social; los individuos protestantes poseen profesiones mientras que los católicos poseen oficios. Desde la óptica protestante, el autor hace ver que la idea del protestantismo es expresar una alabanza a Dios por medio de la producción y el trabajo con un sentido de ética y retribución divina expresada en los bienes materiales. Esto es una clase de providencia divina. La salvación y la santificación se expresaran en la abundancia dentro del capitalismo. Nos referimos al protestantismo de inicios del siglo XX.
Como antecedente, esta cosmovisión del protestantismo -teología y capital- no es algo nuevo. En la biblia esta expresado el período de “la retribución”, un tiempo antiguo donde el pueblo de Israel creía que la retribución de Dios a la obediencia era la prosperidad agrícola y la fecundidad; tal es el caso de las bendiciones a la obediencia descritas en el libro de Deuteronomio (cap. 28). Sin embargo, esta creencia israelita a lo largo de la historia de la salvación se desmoronó, muestra de ello es el libro de Job (el hombre rico que es fiel a Dios pero le viene la desgracia). Es la llegada de Jesús y el cristianismo lo que despojo a la pobreza del estigma de la “desobediencia” (no se es pobre por ser infiel a Dios, se es pobre por otras causas). Por esta situación, me parece evidente que el protestantismo del cual habla Weber tomó la creencia de la retribución de los antiguos judíos, la asoció al cristianismo y al capital para construir una creencia nueva. Hoy en día es común encontrar sectas que promueven la prosperidad utilizando versículos bíblicos del período israelita de la retribución.     
Volviendo a la interrógate de Weber; por qué los países protestantes son más ricos que los países católicos, y, bajo el paradigma de ese protestantismo, que asocia la salvación y la retribución económica como símbolos tangibles del reino de Dios en la tierra, cómo saber si fue la filosofía protestante lo que motivó la reproducción del capital o si fue la aristocracia en su afán por el capital lo que perfilo el pensamiento del protestantismo.
Mirando a la historia debo señalar, la reforma de Lutero –padre del protestantismo- fue teológica y política, esta no hubiese sido posible sin el apoyo de los reyes que abrazaron el protestantismo y lo establecieron en sus países. Los estudios de Weber no nos aportan para entender sí; ¿fueron los países más ricos de Europa quienes rompieron con el catolicismo para construir el protestantismo? o ¿fueron los países que abrazaron el protestantismo los que se volvieron ricos?. Esto lo señalo porque en la historia, es común que las rupturas se den desde las élites que tienen cierto poder e influencia, no desde los grupos y países que no tienen poder. Por ejemplo, los menonitas también son protestantes, su credo los limita a las actividades agrícolas, no acuden a las universidades, fueron perseguidos (por católicos y protestantes), no tuvieron lugar en la Europa protestante –ningún poder político adoptó su creencia- y permanecieron errantes por el mundo.  
Este retrato que Weber hace al protestantismo puede asociarse con la obra “el Suicidio” de Émilie Durkheim, la cual muestra mayor número de suicidios en países protestantes. Bajo los paradigmas del protestantismo de finales del siglo XIX e inicios del XX, parece ser que los protestantes de aquel tiempo, se veían motivados al suicidio por la frustración de no alcanzar el agrado divino que se expresa en los bienes materiales. Sin el afán de poner en duda la buena intención y fe de un protestante o un evangélico, estas obras son importantes para entender a las sociedades. Centrémonos en el desprendimiento de Jesús y sus apóstoles, que por amor al evangelio vivieron el martirio privándose de todo.  

domingo, 22 de marzo de 2020

Noticias falsas


Los medios de comunicación tradicionales son importantes porque expresan noticias y comunicados, informan y distribuyen noticias influyendo positiva o negativamente en la población, trasmitiendo ideas que modifican el sentido de ética, creando conciencia o despojándonos de ella. El desarrollo de la tecnología ha provisto a las sociedades modernas de medios de comunicación alternativos. Son los grupos de redes sociales y sitios en internet donde personas, gobiernos y asociaciones, comparten opiniones, anécdotas, mitos, prejuicios, odios y cualquier situación que pueda ser expresada en videos, gráficas y textos. Solo en el capitalismo abierto puede entenderse esta tendencia. La distribución de equipos tecnológicos funcionan como receptores y emisores para las ideas; computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes, todo funciona si se está conectado a internet, desde equipos costosos y accesibles para que la tecnología de la comunicación absorba al mayor número de usuarios.
            Es esta democracia de ideas y consumo lo que construye un pluralismo social, el cual, nutre de información los medios alternativos; opiniones exactas, informadas, expresadas por quienes poseen el prestigio convergen en una plataforma al lado de las opiniones anónimas, voces que afirman y sostienen posturas sin justificación ni evidencia de hechos. Estos foros virtuales tienen la capacidad de minimizar la opinión de expertos y maximizar la voz de quien no sabe. La opinión de “anónimo” puede llegar a tener mayor credibilidad y difusión en redes sociales que un comunicado de la Secretaria de Salud en asuntos de contagios e infecciones. Esto sucede porque los receptores asimilan la información desde un paradigma personal atribuyendo mayor valor a las opiniones que contribuyen a fortalecer tal paradigma; a la opinión de “anónimo” se le asigna un valor mayor porque reafirma lo que algunos creían sobre tal situación o expresa la idea de un modo atrayente; genera morbo y polémica sin fundamento. La opinión y expresión de instituciones resulta aburrida, su lenguaje no es comprendido por la masa, y, desde el paradigma de la corrupción institucional tal opinión no tiene prestigio para ser creída.
            Irónicamente la tecnología y las redes sociales –que debiesen contribuir con la comunicación social- también provocan absolutismos sociales por los paradigmas de los receptores. Aquellos individuos afines a cierta tendencia ideológica, política y religiosa, irán construyendo para sí mismos una red de información que apetezca y satisfaga su visión; los de tendencia de derecha con fuentes que los fortalezcan y reafirmen esa postura debilitando el pensamiento de izquierda; caso contrario, los de izquierda con información que reafirme sus ideas y desacredite al pensamiento de derecha; lo mismo con la religión y las creencias; los sectarios contra la institución, los de la institución contrarios al sectarismo, los ateos con fuentes contra la fe, los de la fe con fuentes en contra del ateísmo. Toda la red de información de un individuo será construida con opiniones que lo reafirman. Amigos y familiares quedaran fuera de su red si resultan opositores a esa visión de su mundo ideal.  
            Hasta este punto la distribución de la verdad y el conocimiento se vuelve difícil. La verdad y la evidencia para ser asimilada deberá embonar con el paradigma de quien recibe; si esto no es así, el receptor desechara la verdad de un hecho y la sustituirá con la hipótesis que se acomode a su paradigma. Desde los que creen que la tierra es plana porque vieron “un video convincente”, los que no vacunaron a sus hijos porque leyeron que “las vacunas hacen daño” y reavivaron la viruela, hasta los que desestimaron el Covid-19 y sin tomar medidas trajeron la catástrofe a sus comunidades. Todo se resume en la irresponsabilidad individual por no discernir información. El oscurantismo informativo es una realidad. La verdad y el conocimiento siguen siendo inalcanzables para muchos aunque estén disponibles y en sus manos, pero ¿cómo sabrá el hombre que no sabe, si se ha reunido con todos aquellos que le hacen creer lo contrario?.     

domingo, 15 de marzo de 2020

El narco y la violencia contra las mujeres


            Según la Revista Mexicana de Sociología, en texto titulado Crimen organizado y la violencia contra las mujeres: discurso oficial y percepción ciudadana (2016), de Ramos Lira, Saucedo Gonzales y Saltijeral Méndez; “La construcción de un discurso desde el poder del Estado, ha desinformado o informado sesgadamente sobre el problema del narcotráfico, planteándolo como un problema de seguridad que convoca a una “cruzada contra el crimen”, invisibiliza la violencia contra las mujeres. …”. “La violencia criminal ha exacerbado viejas formas de violencia contra las mujeres y creado otras”.
            Los carteles en México poseen estructuras organizacionales que controlan y administran centros nocturnos, prostíbulos, trafico con mujeres, órganos, armas, piratería, provocando con la violencia la migración forzada de muchas personas; mujeres y niñas, destruyendo el tejido social, corrompiendo la seguridad pública que debe procurar nuestra defensa y la de ellas. Esta estructura del terror e impunidad no es posible sin el financiamiento de los consumidores de drogas; desde los acaudalados hasta los pobres, los más adictos hasta los consumidores sociales; hombres y mujeres.
            El consumo de drogas en México popularizó la narco cultura o viceversa. Esta cultura hace ver a los capos como triunfalistas, dueños de plazas y territorios, acaudalados señores soberanos, rodeados de mujeres, reciben alabanzas por medio de corridos, series de televisión. Esta cultura muestra sus símbolos, sus expresiones corporales y verbales, y construyen estereotipos emulados en la sociedad reafirmando y promoviendo el machismo, haciendo a las drogas como una nimiedad.  
            Según el Universal, de 2011 a 2017, el porcentaje de mujeres que consumió alguna vez en su vida un tipo de droga ilícita creció 105%, al pasar de 926 mil a 3.9 millones en ese lapso. Es importante reafirmar; a mayor número de consumidores, mayor es el financiamiento de los carteles; mayor capacidad para operar y reproducir la violencia contra las mujeres; reclutándolas, violando y desapareciendo, secuestrando y prostituyendo, violentando las zonas rurales y haciéndolas migrantes, corrompiendo a la autoridad que debe protegerlas, etc.
            María Salguero, autora del Mapa de Feminicidio en México, (en entrevista para Infobae en El drama de las mujeres reclutadas y asesinadas por el narcotráfico en Tijuana), afirma que las ciudades con alta presencia de cárteles de la droga son las que registraban mayor aumento en el número de asesinatos de mujeres. Según una investigación del semanario Zeta –citado en el mismo artículo- las mujeres en Tijuana, Baja California, están siendo ejecutadas por bandas de narcomenudistas, ya que en 90% de los casos las víctimas eran consumidoras o vendedoras.
            Antes concluir citare el abstract de El papel del narcotráfico en los feminicidios de Ciudad Juárez, investigación del Dr. Santiago Gallur Santorum; “Durante más de quince años las autoridades del estado de Chihuahua, han negado categóricamente que el narcotráfico tuviera relación alguna con los asesinatos y desapariciones de mujeres en Ciudad Juárez. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de las autoridades en invisibilizar todas las pruebas relevantes que demuestran esta hipótesis, investigadores, organizaciones y familiares de víctimas, han aportado pruebas que sacan a la luz las negligencias, la corrupción y la impunidad en las investigaciones, que señalan los nexos reales existentes entre autoridades, políticos, empresarios y narcotraficantes”.
            No habrá paz en asuntos de género si hombres y mujeres siguen frecuentando el consumo de drogas ilegales. Detrás de la fracción más minúscula de la droga ilegal –aunque luzca inofensiva- se ejerció violencia contra alguien. Quien la consume se come la muerte y el dolor de sus hermanos y hermanas.          

domingo, 8 de marzo de 2020

La lucha entre el hombre y la mujer


            El feminismo ha tenido gran presencia y difusión en los medios nacionales. Por esta situación de los tiempos hare una reflexión cotejando el pensamiento de dos mujeres que han sembrado ideas para la construcción de la sociedad moderna. Por un lado, la feminista, Simone de Beauvour, y por el otro, su contra parte, Esther Vilar.
            Antes de iniciar vale la pena citar el mensaje del evangelio; “Traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes,…” (S. Mateo 7, 12). En esta regla tan simple se resume la forma de conducta virtuosa para el trato con los demás, sin importar la lucha social que intente construir un mundo más equitativo, contra: racismo, clasismo, machismo, fobias de género y demás. La regla del evangelio es clave para la sana convivencia y la hermandad sin considerar, ni juzgar, las características de los otros.    
            Simone de Beauvour, feminista y filosofa, de origen francés, escribe en 1949 el libro El segundo sexo, obra que servirá de pilar e inspiración para el feminismo moderno. El libro fue escrito en un contexto posterior a la segunda guerra mundial. Las grandes hegemonías –Estados Unidos y la Unión Soviética- aparecían como grandes protagonistas ideológicos y económicos: capitalismo y socialismo. Es indudable que esta reconstrucción del mundo influyó en la obra El segundo sexo pues Simone en sus escritos tiende aplaudir el socialismo como opción para la liberación de la mujer. Aunque el socialismo posterior resulto ser represor.
            En la sección de narrativa historia, El segundo sexo, describe que la mujer en la antigüedad no era considerada un individuo, era más bien, una propiedad mas del hombre. Simone afirma que la mujer era una esclava adquirida por medio de un contrato matrimonial, siendo el pretendiente quien la adquiría por una interlocución con el propietario: el padre de la novia. Beauvour construye de forma hábil una narrativa histórica para justificar su afirmación, señalando que la maternidad es la esclavitud de la mujer y su limitante para figurar en lo público. En sus textos no atribuye virtud alguna a la vida familiar, sino que la describe como una estructura vertical: una relación de mando del hombre y de obediencia para la mujer.  
            Por otra parte, Esther Vilar, socióloga alemana, ofrece una visión contraria. En su obra El varón domado de 1971, expone que el hombre se reafirma cuando ofrece alguna utilidad a la mujer. En el caso del matrimonio, Vilar lo plantea al modo inverso a Simone; el hombre para acceder a una mujer en matrimonio debe demostrar primero que es un hombre útil, capaz de proveer beneficios económicos a la mujer. La madre educa a sus hijas bajo el dogma: “cásate con un hombre que te convenga”, y el padre educa a sus hijos: “trabaja para que tengas algo que ofrecer”. Para Vilar la cosmovisión masculina está construida en base a la utilidad: su corte de pelo es utilitario, su ropa es sencilla y practica. Ellos no destinan gran cantidad de su tiempo para escoger una ropa para cada ocasión. Lo utilitario y funcional es para varones, los adornos y la decoración es para las mujeres. Para Vilar, el hombre es un esclavo de la mujer.  
            Cada individuo en lo particular –hombre o mujer- se verá identificado con el pensamiento de estas dos autoras dependiendo de su situación en lo particular. Es indudable que estas aportaciones hay colaborado para la construcción de movimientos sociales; por un lado, la mujer que anhela su desarrollo profesional y no desea casarse para no atarse al proyecto de familia, y por el otro, los hombres que se sienten desorientados y poco animados ante la dualidad; no son liberados totalmente de su papel de proveedores por ser hombres, y a su vez, el feminismo dice que no lo necesita. Como conclusión, los textos de Simone y Esther fueron escritos en otro tiempo bajo otros contextos; no son recetas. La realidad de hoy es distinta, incluso en estratos sociales de una misma ciudad. Antes de buscar culpables miremos la viga en nuestro ojo; si no he podido cambiar yo, ¿no resulta injusto querer cambiar al otro?. Si vivo una situación injusta, ¿no es tiempo de que la comunidad de la Iglesia me acoja con afecto sin importar mi genero?.