¿Qué es más fácil y rápido: comprar algo de 100 pesos en oxxo o acudir a una institución de salud pública para ser atendido?.
Estoy
rotundamente en contra del aborto, estoy a favor del bien mejor: la abstinencia
sexual y su práctica dentro del matrimonio de modo responsable. Sin embargo, entiendo
que no todos piensan a mi modo, ni desean vivir bajo mis creencias. A quienes están
a favor del aborto deseo exponerles esta óptica financiera, dado que parte del
discurso es: “aborto legal, seguro y gratuito”. Pedir la gratuidad significa
con cargo al erario público, subsidiado por todos los contribuyentes o
ciudadanos que de algún modo pagan un tipo de impuesto. Aquí se presenta la primera
ironía del discurso abortista; se afirma “su cuerpo”, “es libre para decidir”
pero se desea el financiamiento público para cubrir los gastos. ¿Si es suyo por
qué debemos pagarlo todos?.
Esta
reflexión va en contra del aborto desde el sentido pragmático de las finanzas públicas.
Aunque los abortistas sostengan: “sale más barato abortar a los pobres, hay
muchos niños en pobreza y estos terminaran como delincuentes”, si esto es así, el
aborto dejó de ser un asunto de mujeres para ser un asunto de clases sociales, pues
una clase dominante sostiene que el aborto debe ser legal porque “hay muchos
pobres que serán futuros delincuentes”. Este argumento es clasista y
criminaliza la pobreza. La realidad de los reclusorios puede reflejar otra
cosa: los pobres tienen menos capacidad para pagar fianzas, contratar abogados
y soportar largos litigios.
Haciendo
énfasis en el tema del gasto público en un análisis somero de los costos, señalo;
el costo de un aborto en CDMX oscila entre los $2,800 - $9,620 pesos
dependiendo de la etapa de gestación, una pastilla anticonceptiva en Farmacias
del Ahorro puede ser adquirida desde $86 - $400 pesos, un paquete de tres
condones puede ser adquirido en Walmart por una cantidad desde $45 pesos, y curiosamente,
el pañuelo verde abortistas puede ser adquirido en Mercado Libre desde $55
pesos más gastos de envío. Esto me hace suponer que dentro de la realidad, una
abortista tiene la opción de comprar un pañuelo o un paquete de preservativos
por la misma cantidad y regalarlos. El pañuelo verde le sirve para manifestarse
pero no evita ningún embarazo, en cambio, los preservativos ─a precio de un
pañuelo─ pueden ahorrarle al erario público entre $8,400 hasta $28,860 pesos,
si son utilizados de modo adecuado.
Lo
anterior me lleva al raciocinio de un pensamiento básico, ajeno a cualquier
adoctrinamiento; ¿por qué debemos subsidiar el costo y el riesgo más alto
pudiendo subsidiar el costo y el riesgo más bajo?, ¿por qué debo pagar entre
$2,800 hasta $9,620 pesos si tengo opciones desde $45 hasta $400 pesos?. Resulta
más barato como Nación subsidiar la prevención del embarazo que subsidiar el
aborto. Para darnos una idea, en CDMX el 88% de mujeres que se practicaron un
aborto en una clínica eran mayores de edad, solo el 0.77% eran menores de 14
años. ¿Esto demuestra que las adolescentes son más responsables con su sexualidad
que las mujeres adultas?, no lo sé.
El
aborto debiese estar penado por motivos financieros para obligar a las personas
a utilizar preservativos subsidiados por el Estado, distribuidos de distintas
formas. La cobertura en tiendas de consumo ─Oxxo y otras─ es mucho más amplia
que el sistema de salud y algunos preservativos ayudarían en la reducción de contagios
de enfermedades sexuales, hay beneficios colaterales. Por otra parte, despenalizar
el aborto provocará que mujeres residentes en localidades carentes de centros
de salud se practiquen abortos precarios con la novedad de ser legales. La
despenalización presenta esa paradoja: volverse permisible dentro y fuera del
centro de salud al no tener forma de pagar el traslado para acceder alguno.
Entre
todas las opciones posibles para evitar un embarazo prefiero la abstinencia, el
aborto es presentado como meta pero no lo es, es solo una opción: la más cara y
de mayor riesgo.