Sitios

sábado, 18 de agosto de 2012

Dios bueno, creyentes malos


El cuerpo de Cristo es la Iglesia y cuando el sacerdote consagra el pan y el vino participamos del cuerpo de Cristo. Al comer el pan un mismo cuerpo en Jesús todos los creyentes.

En los evangelios encontramos a Cristo como humano, padeciendo sed, hambre, miedo, sueño y cansancio. Estos sentimientos nacen de la condición humana, es el verbo eterno el invencible, el divino, pero Cristo es la encarnación de ese verbo que se hizo carne y habito entre nosotros; “verdadero Dios y verdadero hombre” dice el dogma. Para nosotros Cristo es un misterio ¿dónde inicia ó termina su humanidad ó su divinidad?, no lo comprendemos, lo creemos. No está fuera de lugar pensar que la Iglesia siendo el cuerpo de Cristo sea semejante a estas dos formas “humana y divina”, podemos decir que la Iglesia es débil por ser humana pero es fuerte por ser divina. La primer Iglesia formada por los doce apóstoles tuvo incrédulos como Tomas, traidores como Judas, arrebatados como los hijos de Zebedeo ó temerosos como San Pedro. Hoy puede resultar perturbador el hecho de que algunos hermanos no son ejemplares en la vida cristiana, incluso merezcan el castigo de las autoridades civiles, pero, nos duele porque somos un solo cuerpo y no miembros aislados como las sectas. Es San Pablo quien afirma: “si un miembro de nuestro cuerpo nos duele, el dolor lo siente todo el cuerpo”, el dolor provocado por el crimen de alguno de nuestros hermanos es un dolor que soportamos todos porque nos perjudica a todos como Iglesia y nos desangra.

La Iglesia como cuerpo no puede tener el control absoluto de cada uno de sus miembros porque es humana; “débil pero fuerte de un modo divino”. ¿Por qué no muere la Iglesia? preguntaran algunos, ¿por qué seguir creyendo en ella y hay tantos pecadores? dirán otros, algunos atribuyen la vida de la Iglesia al fanatismo, a la ignorancia de sus fieles y haciendo cita de sus errores ó crímenes pretenden asesinarla como recibieran un beneficio con ello, pero aun así ó ante peores adversidades la Iglesia sigue y vive. Entendamos que el Verbo se encarno despojándose de lo eterno abrazando los limites humanos, Cristo formo la Iglesia entendiendo las debilidades humanas de sus fieles, así la amo y la sustento. Es la Iglesia la muestra viviente del amor de Dios por encima de lo débil del hombre, es “La Alianza Nueva y Eterna” que camina dentro del mundo teniendo en ella hombres virtuosos o detestables, ¿Qué acaso este mundo no entiende la grandeza del mensaje?, ¡Dios le da vida a la Iglesia a pesar de los Iscariotes así como da vida al mundo a pesar de los delincuentes!, Dios busca que todos los hombres sin excepción se arrepientan y se salven. Su deseo es nuestra conversión.