Sitios

sábado, 18 de agosto de 2012

El carpintero y el ministro


Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: “¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?” Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: “Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis”. (San Juan 12:1-8)

Para que conozcan la dimensión monetaria, un denario representaba el sueldo diario de un jornalero, trescientos denarios es casi el sueldo anual.

Existe una claridad en las palabras usadas por el Apóstol San Juan en las Escrituras: “Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era un ladrón…”, Judas Iscariote era un pecador “empedernido” y no le interesaban las carencias de nadie sino mantener sus privilegios. Actualmente, cuando escucho a personas hacer comentarios y juicios severos sobre los ingresos de la Iglesia y el tema de la pobreza me viene a la mente este pasaje de San Juan, parece que escucho al Iscariote en boca de otros; “¿Por qué no lo venden y se lo dan a los pobres?...”. Por lo general, las duras críticas a los ingresos de la Iglesia proceden de personas que están alejados del combate contra la pobreza, hablo de que estas no tienen responsabilidad ó compromiso con algún desayunador, orfanato, casa de alimentos, etc. La postura de Iscariote es muy cómoda, incluso egoísta, pues, utilizando a los pobres como argumento pretende que otros se deshagan de sus pertenencias y comodidades para alcanzar su beneficio. Si nos interesan los pobres emprendamos algo nosotros, sumémonos al esfuerzo de otros, pero, no hagamos lo que Iscariote, no usemos a los pobres como defensa para evadir nuestra responsabilidad ocultando la negativa del sacrificio de nuestro confort, porque los hombres de Dios, vengan como vengan, adornados con perfumes caros, velados en tumbas costosísimas ó hasta descalzos, nos piden que ablandemos nuestro corazón para escuchar la palabra de Dios y hacer.

Termino con este mensaje. Dios quiso dar un mensaje a su pueblo amado. Los visito como un carpintero y la gente del pueblo dijo; “es un carpintero, no puede ser Dios porque Dios es grandeza, no hay que escucharlo…”. Dios se fue, pero escogió hombres comunes a los cuales vistió con grandeza y dio poderes para que fuesen sus representantes y los envió al pueblo a dar su mensaje pero el pueblo dijo; “¡vienen vestidos como si fuesen reyes!, ¿Quién se creen que son?, si fueran como nosotros les creeríamos…”. ¿Qué hará Dios con este pueblo tan necio que no pone atención ni al carpintero ni al que se viste como si fuera rey?. Dios le tiene tanta paciencia y amor a este pueblo que insiste.

Algunas ropas usadas por Obispos son símbolos terrenos que manifiestan la gloria celeste del reinado de Jesucristo.